27 de Junio, 2013
Pasadas las seis de la tarde,
hora local, Kimberly McCarthy se convirtió en el reo número 500 que Texas
ejecuta, desde que el Tribunal Supremo reinstaurara la pena capital en Estados
Unidos en 1976.
El nombre de esta afroamericana
de 52 años es el que figurará en los registros de este trágico récord batido
por el Estado más letal de la Unión que acapara el 40% de los 1.336 homicidios
legales cometidos en este país desde esa fecha.
McCarthy vio retrasada su
ejecución en dos ocasiones este mismo año -29 de enero y 3 de abril-, pero este
miércoles ningún recurso de última hora evitó que la mujer recibiera, como
estaba previsto, la inyección de pentobarbital, una dosis mortal que paralizó
su corazón en una pequeña habitación de paredes color menta de la prisión de
Hunstville, Texas.
McCarthy fue condena a muerte en
2002 por haber acuchillado hasta la muerte en 1997 a su vecina, Dorothy Booth,
una profesora universitaria de 71 años. McCarthy, entonces, era una adicta al
crack y con la excusa de pedir un terrón de azúcar, entró en la casa de Booth,
y la apuñaló para robarle varias tarjetas de crédito y su alianza, que le
extrajo tras cortarle el dedo.
A lo largo de estos años su
culpabilidad nunca se puso en duda, pero sí la debilidad de su defensa inicial
y las irregularidades del juicio plagado, según su actual abogada, Maurie
Levin, de errores y prejuicios raciales. Booth, la víctima, era blanca. De los
12 miembros del jurado, sólo uno era negro.
“Pese al hecho de que su condena
fue el resultado de un proceso infectado por la discriminación y por unos
abogados de oficio ineptos, ningún tribunal ha querido revisar esa decisión. Si
ella va a ser el emblema de la ejecución número 500 de Texas, el Estado debería
estar avergonzado”, ha declarado Levin.
El diario The New York Times, en
un editorial publicado a comienzos de esta semana, también advertía de la
historia de discriminación que rodea a las ejecuciones en Texas.
“El sistema de pena de muerte de
Texas es conocido por su tolerancia con los abogados de oficio inexpertos, los
fiscales excesivamente entusiastas y unos prejuicios racistas a la hora de la
selección del jurado. El caso de Kimberly McCarthy parece contaminado por los
tres lados”, aseguraba el periódico.
Lamentablemente, el número 500 no
es la única cifra que ha jalonado la muerte de McCarthy. La rea se ha
convertido en la segunda mujer en ser ejecutada en EE UU desde 2010, la
decimotercera en la historia de este país, desde que fuera reisntaurada la pena
capital en 1976 y la cuarta de Texas.
De acuerdo con el Centro de
Información de la Pena de Muerte en la actualidad hay 63 mujeres en el corredor
de la muerte, el 2% de los 3.125 condenados a la pena capital del país.
El medio millar de ejecuciones
que acumula Texas, desde que en 1982 matara de manera legal a Charlie Brooks,
el primer condenado a muerte desde la reinstauración de la pena capital,
evidencia el apego a este tipo de sanción en este Estado. Si se cumple con las
sentencias previstas, a final de año el Estado igualará el número de reos -506-
ejecutados entre 1923 y 1972, cuando el Tribunal Supremo declaró
inconstitucional este castigo por considerarlo “cruel y inusual”.
De los 36 Estados en los que
existe la pena de muerte, Texas es quien más la aplica, seguido de Virginia,
con 410 y Oklahoma, con 104. La cifra de 500 ejecutados ha redoblado las
peticiones de los grupos contrarios a la pena de muerte sobre una reflexión al
gobernador del Estado, el republicano Rick Perry, sobre la eficacia de esta
medida.
“Muchos de los condenados a
muerte fueron sentenciados hace décadas y si hubieran sido juzgados ahora se
les hubieran impuesto otras penas”, ha indicado a los medios Kristin Houlé,
directora de la Coalición de Texas para Abolir la Pena de Muerte. Perry, denegó
el indulto a McCarthy, Con su decisión, él también ha entrado en la historia de
EE UU al convertirse en el gobernador que más ejecuciones ha autorizado de la
historia. Desde que en 2000 asumiera su mandato ha aprobado 261.
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