Guadalupe Buendía tiene por lo menos tres casas en Chimalhuacán. La más céntrica está en el número 36 de la calle Nezahualcóyotl, atrás de la Presidencia Municipal. Se dice que entre ambos inmuebles hay una puerta que las comunica. Así Buendía acostumbraba llegar a reuniones del ayuntamiento sin haber pasado por la entrada principal.
Aparentemente, por esa puerta privada el jueves por la noche varias docenas de jóvenes entraron al edificio de la Presidencia Municipal. Se sabe que desde varios días antes Buendía estuvo reclutando muchachos entre sus seguidores y entre grupos de chavos banda. Había prometido que el viernes, cuando Jesús Tolentino Román tomara posesión como presidente municipal, “el día iba estar gacho porque iba a valer madres”.
Así estuvo el viernes en Chimalhuacán. Desde temprano varios centenares de seguidores de Tolentino, miembros del grupo Antorcha Campesina, se congregaron frente al edificio municipal para festejar la llegada del nuevo alcalde. Poco después de las 11 y media estalló un cohetón a un costado del palacio municipal. Esa fue, aparentemente, la señal para que comenzara la masacre.
Desde las azoteas del palacio municipal y de otros edificios, varios tiradores dispararon contra la multitud. Del mismo inmueble del ayuntamiento salieron docenas de golpeadores, algunos con armas de fuego, para arremeter contra los miembros de Antorcha Campesina.
Muchos seguidores del nuevo presidente municipal llevaban morrales repletos de piedras y cervezas. Algunos cargaban palos. En un par de notas periodísticas se asegura que algunos antorchistas llevaban armas de fuego. Sin embargo todos o al menos la gran mayoría de los muertos y heridos son del grupo que en Chimalhuacán encabeza Jesús Tolentino.
Hasta ayer sábado por la tarde algunas fuentes decían que los muertos en esa emboscada fueron nueve.
Otras indicaban que trece. Los heridos son alrededor de un centenar, varios de ellos muy graves. Los reporteros de Crónica relatan: “¡A una niña le cortaron la mano con un machete!”, dijo con terror Josefina Madariaga, vecina de la calle Zaragoza cercana al Palacio Municipal”.
El ayuntamiento, un negocio familiar
A Guadalupe Buendía se le conoce como “La Loba”. Ella se ufana de que ese apodo se lo pusieron cuando, de niña, defendió a su hermana Alejandra de otras dos niñas que la estaban golpeando. Guadalupe iba con su perra, llamada La Loba, la cual a su vez atacó a la perra que tenían las otras niñas y de un mordisco le arrancó una oreja. Entonces la madre de las niñas le puso a Guadalupe el mote de la mascota.
A ella le gustó. En enero de 1998, Buendía hizo colocar a las puertas del palacio municipal dos figuras de lobos, en un autohomenaje que reiteró el poder hasta ahora ilimitado que ella ha tenido en Chimalhuacán.
Ese poder comenzó a menguar cuando, en la selección de candidatos del PRI para los comicios de julio pasado, no logró que su hijo Salomón Herrera Buendía fuese postulado para la presidencia municipal.
Hasta entonces ella decidía las posiciones políticas en el ayuntamiento. En las elecciones anteriores colocó en la presidencia municipal a su primo Carlos Cornejo Torres, quien pidió licencia para luego ganar la elección como diputado federal. El esposo de La Loba, Adelaido Herrera, era el tesorero del municipio. Su hermana Celia, encabezaba el DIF. Su hijo Hugo Herrera Buendía, ocupaba una regiduría. Su ahijada y secretaria particular Andrea Reyes Retana era síndica.
Guadalupe Buendía se reservó para ella misma la dirección de Agua Potable y Alcantarillado de Chimalhuacán, posición estratégica en una comunidad sedienta, en donde el líquido para beber y asearse llega a cotizarse mucho más caro que en las grandes ciudades.
Sin embargo no logró que a su hijo Salomón, que hasta entonces era secretario del Ayuntamiento, el PRI lo beneficiara con la candidatura para presidente municipal. Desde hace varios años en Chimalhuacán, el poder de La Loba comenzó a tener un creciente contrapeso. El grupo Antorcha Campesina consolidó su liderazgo en varias colonias del municipio y su dirigente local Jesús Tolentino Román, al parecer impulsado desde el comité nacional priista, logró la postulación.
Dijeron que era un “candidato de unidad”.
Evidentemente no lo era. La designación del dirigente de un grupo distinto al que ha controlado la política y gran parte de la vida social en Chimalhuacán podía ser vista como signo de cambio, pero a favor de un grupo tan sospechoso y clientelar como Antorcha Campesina.
En busca de una rectificación en la designación del candidato La Loba le hizo saber su disgusto al Presidente de la República durante una gira en Chimalhuacán. También trató de presionar a Francisco Labastida. Luego tomó las oficinas del PRI en Toluca. De algo le sirvió. Su hijo Salomón no sería presidente municipal pero el PRI lo hizo candidato a diputado local –a la postre vencedor– por el distrito 31.
En julio, la policía tampoco intervino
La Loba no quedó contenta. En Chimalhuacán se comentó que el 2 de julio la lideresa mandó a votar a su gente por los candidatos del PRI excepto en la presidencia municipal, para la cual al parecer apoyaron al PRD. El candidato perredista a la alcaldía, Raúl Carpinteyro Buendía, es sobrino de La Loba.
El PRI volvió a ganar el municipio aunque ya no con un candidato de La Loba. En las elecciones municipales de 1996 el PRI obtuvo en Chimalhuacán el 38.3% de los votos y ahora el 35.4%. La votación del PRD subió del 24.5% al 29.6% y la de Acción Nacional del 20% al 24%.
El pasado 5 de julio, día del cómputo de las elecciones que se habían realizado tres días antes, unos 600 simpatizantes del PAN y el PRD se enfrentaron a golpes con un millar de miembros de Antorcha Campesina frente a la Junta Distrital del Instituto Electoral del Estado de México en la Avenida Nezahualcóyotl, en Chimalhuacán. La policía no intervino. Hubo más de 25 heridos. La dirigente local de Antorcha, Marisela Serrano, aseguró que el ataque había sido ordenado por La Loba. “Buendía debe entender que el viejo PRI ya perdió, el nuevo está emergiendo y nosotros somos las fuerzas del nuevo PRI”, dijeron los dirigentes de Antorcha Popular, derivación local de Antorcha Campesina.
Después del resultado electoral la lideresa Buendía le exigió a Tolentino varias posiciones en la nueva administración municipal. Especialmente, quería mantenerse a cargo del organismo descentralizado de Agua Potable y Alcantarillado. El nuevo presidente municipal no estuvo de acuerdo.
Allí puede encontrarse, en parte, la causa de la emboscada del viernes. Pero un cargo en el gobierno municipal, por influyente que fuese, parece demasiado poco para las dimensiones de la agresión en Chimalhuacán.
Negocio con la invasión de tierras
El negocio de La Loba ha sido la adjudicación predios que ella manda ocupar para luego repartirlos a cambio no sólo de beneficios económicos sino de fidelidad clientelar.
Acumuló poder económico y político ocupando y fraccionando colonias como Nueva Margarita (así llamada en honor de su comadre Margarita Preisser) Xochiaca, Nueva Guadalupe La Loba I y La Loba II, estas últimas evidentemente bautizadas en expresión de inmodestia y prepotencia. También maneja la recolección de basura y el servicio de transporte en Chimalhuacán. Cuando el gobierno estatal envía camiones recolectores de basura ella los detiene e incluso se dice que los ha mandado quemar para que no compitan con los carritos empujados por barrenderos a los que ella controla.
No siempre fue así. Oriunda de Chimalhuacán en donde nació hace 50 años María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, La Loba, ha sido ama de casa la mayor parte de su vida.
A los 15, se casó con Adelaido Herrera que para que no se saliera de su vivienda la amarraba con cinta adhesiva de pies a cabeza. A los 16 años se cayó de la puerta trasera de un camión. “En mis manos me tuvieron que hacer injertos –recordó hace poco, entrevistada por Katia D’Artigues para el semanario Milenio–. Estuve en coma 18 días… pero regresé. Yo sé lo que es estar allá. Por eso, cuando vi Más allá de los sueños me reía. Eso lo vi yo. El túnel con la luz al fondo. Caminé y llegué a una puerta, atrás se veía mucha luz, pero no me abrieron… me regresaron. Entonces empecé a caminar de regreso y caía como en hoyos negros… pero la Virgen me daba su mano y me sacaba. Volví a nacer”.
Pero la vida la cambió hasta 1982, cuando un grupo de comuneros invadió unas tierras en Xochiaca que eran su herencia familiar.
Ella protestó y la metieron a la cárcel. Cuando salió, organizó a varias personas que habían sufrido el mismo despojo y recuperaron las tierras. Un médico de San Agustín entrevistado por Alberto Nájar de La Jornada, recordaría un cuarto de siglo más tarde: “Se convirtió en el terror de ejidatarios y comuneros. A todos nos mandó decir: si no me venden les invado sus tierras”. En dos ocasiones más fue encarcelada. En 1992, involucrada en un homicidio, estuvo detenida un año en Ecatepec y luego ocho meses en una prisión de Texcoco. En 1988 la detuvieron por varios días por una vieja acusación penal.
Chantajes, bravatas, abusos
Así, La Loba comenzó a construir su emporio. En 1985 en la designación del aspirante priista a la presidencia municipal le apostó a un precandidato perdedor pero le gustó la política de partido.
Se dedicó tres años a hostigar al presidente municipal, en tanto sus redes de influencia comenzaban a extenderse. En 1987 La Loba crea la Organización de Pueblos y Colonias, OPC, el grupo que ha encabezado hasta ahora y que se reclama adherente del PRI. Con ese membrete y apoyada por docenas de golpeadores, invadía predios para luego negociar con ellos.
Al año siguiente la Comisión Reguladora del Suelo en el Estado de México solicitó el desalojo de varias fincas ocupadas por Buendía. Entonces ella se presentó en las oficinas del representante de la Comisión, Alejandro Arley Angeles y lo agarró a golpes hasta que el funcionario se comprometió a suspender los desahucios.
Andrea Reyes Retana, asistente de La Loba, le explicó hace dos meses a la reportera D’Artigues los métodos de la OPC: “Siempre pedimos las cosas a la buena. Firmamos peticiones y todo. Cuando nos cansamos de pedir, de que nos traigan vuelta y vuelta, nos lo robamos, nos agarramos a trancazos”.
En mayo de 1990 La Loba encabezaba un mitin para exigirle al presidente municipal, Susano González Castro, la instalación de servicios en una colonia. Como el alcalde se negó a recibirla, ella tiró la puerta a patadas y agarró a cachetadas al funcionario.
La Loba se hacía famosa.
El 11 de noviembre de 1990 el Estado de México tuvo elecciones municipales. Ese día, la lideresa fue sorprendida cuando organizaba brigadas de votantes en Chimalhuacán. Entonces, emprendió a golpes contra la reportera de El Financiero Julieta Medina Santos que la quería entrevistar. En aquella ocasión el dirigente estatal del PRI, el diputado Mauricio Valdés, defendió a La Loba diciendo que había sido la periodista quien, “con sus preguntas, agredió a los ciudadanos”. Sin embargo, la golpeada fue la reportera Medina.
Se ha enfrentado a todos los poderes, incluso el eclesiástico. En noviembre de 1996 Guadalupe Buendía decidió que la capilla de Santa Juanita de Los Lagos en el barrio Plateros, le estorbaba para ampliar una escuela. Sin más, mandó tirarla. En desagravio a la imagen que consideró deshonrada, la diócesis de Texcoco organizó una misa en plena calle. El vicario de Chimalhuacán, Domingo Cavallanti, dijo entonces: “nos preocupa mucho que una persona sin ninguna autoridad pública y de ninguna otra, yo creo, se permita destruir una iglesia”.
La Loba se reconcilió con el clero. Recientemente aseguró que va a misa todos los domingos.
Hoy seguramente no podrá hacerlo, porque se dio a la fuga después de la masacre del viernes pasado.
Cultura de la violencia armada
En junio de este año La Loba le confesó al semanario Milenio: “He sido muy cabrona para defender lo que es mío. Mi papá me enseñó desde chiquita que cuando me regalaba una muñeca era mía. Pero ni he mandado matar a nadie ni he matado a nadie… no es necesario”.
El problema es que La Loba decide muy a menudo que las cosas de otros, son suyas.
La reportera D’Artigues le replicó: Y usted, ¿ha robado?
“No soy pendeja. Pero si lo he hecho lo hago por mis hijos”
Uno de sus hijos, Hugo, fue secuestrado en 1998. Pagó 650 mil pesos para que lo liberaran. Entonces La Loba decidió que todos sus hijos debían estar armados. “A todos les compré pistolas. ¡Por supuesto que no tenían permiso!”, diría dos años más tarde. Otro de sus hijos, Fabián, murió el 23 de febrero de 1999. La Loba dice que él mismo, por accidente, se disparó un tiro con una de esas pistolas. Poco después otro hijo suyo, Salomón, sufrió un atentado. Dicen que su camioneta quedó deshecha de tantos balazos que recibió.
La Loba se volvió más recelosa. En la principal de sus casas mandó instalar un sistema de televisión de circuito cerrado. Sus familiares no dejaron las armas. Ayer, después de la emboscada del viernes, las autoridades judiciales del Estado de México informaron que de 229 detenidos a los que se había aplicado la prueba del radizonato de sodio, a 67 se les habían encontrado evidencias de que habían disparado un arma de fuego. Una de esos detenidos es Cristina Buendía, hermana de La Loba.
El poder manipulado de las mujeres
Hace menos de tres meses el estilo de La Loba, matriarcal y déspota, avergonzó al PRI y manifestó el atraso político y cultural que esa lideresa ha impuesto durante varios lustros en Chimalhuacán.
El 31 de mayo en el salón de actos sociales Pista El Puente organizó un espectáculo con diez fornidos muchachos del grupo Sexy Boy que se desnudaron delante de 15 mil mujeres reunidas por la señora Buendía. Era un acto de campaña del PRI, presentado como homenaje, algo tardío, de día de las madres.
Allí, La Loba urgió a votar por Francisco Labastida y desde luego por su hijo Salomón Herrera Buendía, candidato a diputado local. Salomón Herrera se comprometió a hacer un “streap tease” si ganaba las elecciones. El reportero Agustín Ambriz, de Proceso, atestiguó las explicaciones de La Loba: “Espero que nadie se haya ofendido por lo del ‘chipendeli’. Es un regalo de corazón, para diversión de las madrecitas, porque a todas nos gustan los hombres, no lo vamos a negar, por muy viejas que estemos. ¿O no, compañeras? Por aquí vemos, y por acá nos lamemos –dijo mientras señalaba con su mano derecha sus ojos y luego su vientre–”.
El liderazgo de Buendía ha estado cimentado, en amplia medida, en la organización clientelar de las mujeres. Hay quien asegura que tiene la adhesión de entre 20 y 25 mil mujeres. La OPC cuenta con 200 lideresas regionales y 500 coordinadoras.
El 25 de junio pasado, en un mitin de 10 mil personas de las cuales la mayoría eran mujeres, advirtió que si no votaban por el PRI los maridos de Chimalhuacán iban a “ser castigados por una semana” con una huelga de abstinencia sexual por parte de sus esposas.
Moderna Lisístrata, La Loba congrega a las mujeres para manipularlas, más que para reivindicarlas.
Lucro enmedio del vacío político
Guadalupe Buendía, que se ufana de tener 380 actas judiciales en su contra, encabeza un movimiento que se identifica con el PRI pero que influye entre los adherentes de otros partidos en Chimalhuacán. En 1985 cuando ella comenzaba a hacer política partidaria su primo Carlos Cornejo Torres, ahora diputado electo y hasta hace poco presidente municipal, era militante del PAN. El candidato que el PRD presentó para ese cargo, como comentamos antes, es sobrino de La Loba. Ella instigó las protestas de PAN y PRD en Chimalhuacán contra las elecciones del 2 de julio.
La Loba representa, desde luego, la podredumbre de un sistema político para cuya modernización no bastan una o dos elecciones nacionales. Personifica lo más atrasado del PRI pero sus excesos y miserias, formando parte de ese partido, son expresión de las indigencias de una (in) cultura política de la cual comulgan también otros partidos.
La Loba pudo ganar influencia, atemorizar y delinquir en el vacío que significó en Chimalhuacán –igual que en quién sabe cuántos sitios más en este país– la ausencia de partidos políticos reales.
Trece personas, según se aseguraba ayer, murieron el viernes en Chimalhuacán. Cien más están heridas.
En ese crimen no puede descartarse la presencia de intereses externos a la disputa por el poder en aquel municipio. Sea como sea, ni este episodio ni la historia de desdichas sociales y abusos políticos que han padecido los habitantes de Chimalhuacán hubieran sido posibles sin el cacicazgo de La Loba.
La agresión del viernes había sido prevista por el presidente municipal electo, Jesús Tolentino, quien asegura que días antes le advirtió al gobierno del Estado de México de la posibilidad de un choque muy violento cuando tomara posesión. Las autoridades estatales enviaron 200 policías que, durante cerca de media hora, permanecieron impávidos, dejando que centenares de personas fueran golpeadas y varias de ellas asesinadas. No recibieron la orden de actuar sino hasta que uno de esos policías también recibió un balazo.
Hay muchos responsables de la masacre del viernes 18 en Chimalhuacán. Esos asesinatos no pueden permanecer impunes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario