El Reino Unido se enfrentó de nuevo , todavía abiertas las heridas de la masacre de Dunblane, a una nueva tragedia, esta vez protagonizada por adolescentes. Louise Allen, de 13 años, murió el martes en el hospital de Kettering, en el centro de Inglaterra, tras ser apaleada la noche anterior por una treintena de chicas de su misma edad. Testigos presenciales del linchamiento de la joven, aseguraron a la policía local haber visto como las niñas, casi adolescentes, se lanzaron "como animales" contra Louise, cuando ésta intentó mediar en una pelea para defender a una amiga.
La víctima, que regresaba a casa después de haber pasado la tarde en una verbena de Corby, en Northamptonshire, intervino en la mortal batalla para defender a una amiga que estaba siendo agredida por las alumnas de una escuela rival. Un juez de menores de Kettering acusó ayer formalmente a dos niñas de 12 y 13 años de edad del homicidio de Louise Allen.
El ritual de lágrimas vertidas y flores depositadas junto l árbol donde Louise Allen fue derribada al suelo y apaleada hasta morir por la treintena de niñas, la mayoría vecinas como ella de Steyning Close, una modesta barriada en los suburbios de. Corby, se repitió de nuevo ayer. La escuela católica de Nuestra Señora y el Papa Juan, en la que Louise cursaba noveno de secundaria, se disponía a celebrar hoy una misa solemne en, su memoria, mientras profesores y compañeros, visiblemente alterados por la tragedia, recordaban las cualidades de la joven. "Era una chica estupenda, incapaz de iniciar ella una pelea", comentó su prima, Nicola O'Neill, un año mayor.
O'Neill fue la primera persona en proporcionar a la policía y a los periodistas un relato coherente de lo ocurrido. "Louise vio que una chica de otra escuela estaba pegando a su compañera de clase Rebecca Tyson y enseguida fue a ayudarla. Pero la misma chica que agredió a Rebecca se volvió contra ella y detrás fueron todas sus amigas. Le agarraron del pelo y la tiraron al suelo y entre todas empezaron a pegarla en las sienes y la cabeza".
El inquilino de un piso cercano a la explanada donde se produjo la tragedia, contempló parte de la caótica escena desde la ventana tras escuchar un intenso griterío. Sólo vio una cabeza castaña derribada en el suelo entre decenas de piernas de adolescentes.
Todo ocurrió tan de prisa que el policía que acertó a pasar en ese momento por las inmediaciones de la verbena de Corby, encontró ya a Louise inconsciente. Una mujer desconocida trató de resucitar a la joven practicándole la respiración boca a boca, antes de que una ambulancia la trasladara al hospital de Kittering. Pero todo fue inútil.
El martes por la tarde, los padres de Louise, John Allen, conductor de camiones y Ellen, persuadidos de que no había esperanza alguna de salvarle la vida, autorizaron al equipo médico del hospital a desconectar el respirador que la mantenía artificialmente viva.
La autopsia, practicada horas más tarde al cadáver de la joven permitió descartar completamente la primera hipótesis de que la muerte de Louise Allen se hubiera debido a un ataque de asma, enfermedad que padecía desde hacía tiempo.
Una vez con el informe médico en la mano, según el cual la muerte fue causada por heridas "en la parte superior del cuerpo y la cabeza", los agentes procedieron a detener a dos niñas no identificadas por razones de edad. Ambas comparecieron ayer ante la magistrada June Eastwood del Tribunal de Menores que se negó a concederles la libertad bajo fianza.
Actuación de la justicia
La visita duró 40 minutos y las dos niñas, que iban acompañadas por sus respectivas familias, sólo intervinieron una vez para asentir cuando el juez les preguntó si eran conscientes de que iban a quedar a disposición de la autoridad del tribunal de menores.
Vestidas con pantalones y zapatillas de deportes, el pelo recogido en ambos casos, las dos acusadas deberán comparecer ante el tribunal la semana próxima. Pese a haber ocurrido fuera de las aulas, el linchamiento de Corby contiene todos los elementos necesarios para reavivar la polémica sobre la violencia que se vive en las escuelas británicas.
Los colegios, especialmente las escuelas secundarias masculinas y mixtas, están repletas de bullies, término intraducible que describe a los niños agresivos y violentos que someten a los alumnos más débiles a un régimen de terror. Con regulaciones cada vez más restrictivas, los profesores se quejan de no poder mantener la disciplina interna, pese a la cada vez mayor incidencia de agresiones no sólo contra los alumnos, sino contra los propios maestros. Hace poco más de una semana, los profesores de una escuela estatal de Nottingham amenazaron con ir a la huelga si era readmitido un alumno hiperviolento de 13 años de edad.