El 14 de mayo de 1985, con tan solo 15 años, Paula Cooper junto a tres amigas, todas adolescentes, entraron en la casa de Ruth Pelke con la intención de robar. Pelke dejó entrar a Cooper y dos de ellas, porque le dieron la excusa de que querían que les diera clase de religión, mientras otra esperaba fuera para vigilar. Cooper llegó a asestarle 33 puñaladas y, posteriormente, las tres desmantelaron la casa.
Las cuatro chicas huyeron con el coche de la maestra y 10 dólares en efectivo.
El crimen horrorizó a los ciudadanos de Indiana. Las tres cómplices de Cooper recibieron condenas que fueron desde los 25 a los 60 años, pero la joven, a pesar de que se declaró culpable de asesinato, fue finalmente condenada a morir en la silla eléctrica.
La Fiscalía aseguró que esta condena estaba justificada porque el "delito era indescriptiblemente cruel y fue previamente planificado".
Aunque mucha gente creyó que Paula Cooper merecía morir, organizaciones por los derechos humanos y opositores a la pena de muerte de todo el mundo pusieron el grito en el cielo, incluyendo a aquellos que creían que la sentencia de Cooper era también un tema racista.
El crimen horrorizó a los ciudadanos de Indiana. Las tres cómplices de Cooper recibieron condenas que fueron desde los 25 a los 60 años, pero la joven, a pesar de que se declaró culpable de asesinato, fue finalmente condenada a morir en la silla eléctrica. La Fiscalía aseguró que esta condena estaba justificada porque el "delito era indescriptiblemente cruel y fue previamente planificado".
Paula fue liberada el 17 de Junio de 2013 fue liberada, tiene 42 años.