l Caso Gabriel Cruz u Operación Nemo hace referencia en España a los sucesos relacionados con la desaparición del niño Gabriel Cruz Ramírez, la tarde del 27 de febrero de 2018 en la localidad almeriense de Las Hortichuelas, y su inmediato asesinato en una finca familiar próxima a la localidad de Rodalquilar, ambas en el municipio de Níjar.45
El menor, de tan sólo ocho años de edad, desapareció en el trayecto entre la casa de su abuela paterna y la de unos familiares, que dista unos cien metros —treinta segundos—, siendo su paradero desconocido durante los siguientes doce días. Se estableció un dispositivo de búsqueda en el que participaron más de 5.000 efectivos, entre ellos 3.000 voluntarios y 2.000 profesionales, convirtiéndose así en la mayor búsqueda coordinada de un desaparecido en la historia de España.
El hallazgo de su cadáver se produjo el 11 de marzo en el maletero del vehículo de Ana Julia Quezada, que por entonces era pareja del padre del menor. Previamente la presunta autora del crimen había desenterrado el cuerpo del niño en una finca propiedad de la familia paterna en Rodalquilar, donde supuestamente tuvo lugar el asesinato el mismo día de la desaparición; lo introdujo en el vehículo y se dirigió a su vivienda de La Puebla de Vícar, en cuya puerta del garaje fue detenida por la Guardia Civil, que le venía siguiendo desde tiempo atrás.6 Dos días más tarde la acusada del asesinato confesaría los hechos.
La investigación del caso continúa abierta y pendiente de resolución judicial
Ana Julia Quezada, detenida como presunta autora material del asesinato de Gabriel, era la pareja de Ángel. Nació el 25 de marzo de 1974 en Concepción de La Vega, República Dominicana. Llegó a España en 1995, con veintiún años de edad, y se instaló en Burgos con una hija que había tenido a los diecisiete años en su país.
En 1996 esa niña, Ridelca Josefina Gil Quezada, que tenía entonces cuatro años, cayó por una ventana del séptimo piso donde vivían y murió. El suceso se cerró entonces como muerte accidental, pero las autoridades anunciaron que se volvería a investigar tras el asesinato de Gabriel.
Su arresto se produjo cuando decenas de agentes cortaron el paso a su vehículo mientras se disponía a entrar en el garaje de un bloque de pisos de la localidad de La Puebla de Vícar. Justo después, al abrir el maletero, los investigadores hallaron el cadáver de Gabriel Cruz.
Aunque en un primer momento declaró que no había sido ella, finalmente confesaría el crimen dos días más tarde.7 Fue acusada de los delitos de asesinato, detención ilegal y contra la integridad moral.
Durante su primera comparecencia ante el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería, Rafael Soriano, la detenida se ratificó en la declaración ofrecida ante la Guardia Civil, en la que señaló que hubo una discusión y un forcejeo por un hacha previamente a que asfixiara al menor para acabar con su vida y ocultar su cadáver en la finca de Rodalquilar a la que trasladó al pequeño. Esta versión fue parcialmente desmontada por los investigadores en su relato oficial de los hechos, en el cual se cita:
La acusada asesinó sola al pequeño Gabriel, sin la implicación de terceras personas; se llevó al niño posiblemente por los celos que le tenía; le mató el mismo día de la desaparición asfixiándolo, le enterró tapándolo con piedras decorativas y tablones.
Según declaró a posteriori el Teniente Coronel Jefe Accidental de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería, José Hernández Mosquera, se sospechó de Ana Julia prácticamente desde el inicio de la investigación. Aun así, los agentes siempre creyeron que tenía a Gabriel con vida y su objetivo era que ella les llevara hasta el pequeño. Pero Gabriel fue asesinado el mismo día en que desapareció, como confirmó la autopsia.
El 3 de marzo se produjo un hecho fundamental que después ayudaría a resolver el caso: Ana Julia escenificó la aparición de la camiseta que llevaba el menor; dijo encontrarla a una distancia de unos cuatro kilómetros de Las Hortichuelas. Para ello tuvo que pasar un terreno, llegar a Las Negras e introducirse en un barranco, algo que resultó bastante inverosímil para los investigadores. Cabe señalar que ella fue la que le dijo a Ángel de ir a buscar por esa zona, y fue ella quien encontró la prenda. Ángel estaba próximo pero no a la vista en el momento del supuesto descubrimiento. La familia la reconoció como la camiseta de Gabriel.
Según explicaron fuentes de la Guardia Civil, la camiseta fue un guiño que quiso hacer la acusada a su por entonces pareja para darle esperanzas. Cerca de donde se encontró vivía un exnovio de Ana Julia y con toda probabilidad ésta pensó que los investigadores orientarían sus pesquisas hacia esa persona, sin éxito.
El día 11, Ana Julia se dirigió a la vivienda de Rodalquilar, mientras estaba sometida a una estrecha vigilancia. Los agentes vieron cómo sacó del jardín unos tablones, unas piedras y un cuerpo que aparentemente era de una persona menuda que encajaba con el perfil de Gabriel. Lo metió en el maletero y salió dirección a la ciudad de Almería; pasó Almería y llegó a Vícar. Fue entonces cuando el equipo de investigación decidió detenerla en el momento que sale del coche, mirando en el maletero y encontrando el cuerpo de Gabriel envuelto en una manta, aparentemente en buen estado y semidesnudo, sólo con ropa interior.
Durante la estancia en los calabozos se le tomó declaración a la detenida y confesó delante de su abogado la autoría de los hechos, dando detalles como que había arrojado la ropa de Gabriel en un contenedor de vidrio en la localidad de Retamar. Los agentes inspeccionaron el sitio y la encontraron a excepción de la camiseta.
La relación con la familia de Ángel y Gabriel
Durante la búsqueda de Gabriel, Ana Julia participó activamente, y se mostraba triste ante lo ocurrido. Incluso daba entrevistas, lloraba, fingía y consolaba a su pareja. La Guardia Civil reveló que ella le administraba a Ángel altas dosis de Diazepam, un ansiolítico, para calmarlo y hacer que se olvidara del tema. También había intentado convencerlo durante semanas de que se fuese con ella a su país, pero él se negó. "Tranquilo, Ángel. Cuando Gabrielito aparezca, y todo esto acabe, nos vamos a casar", le llegó a decir repetidas veces.