A
'La Muñeca' le gustaba salir a bailar, gastar en sus perros y apostar a los
gallos; tenía poder y dinero: era la líder de una banda de plagiarios que
cortaba los dedos de sus víctimas para exigir rescates de hasta cinco millones
de pesos, asesinaban por contrato, torturaban y extorsionaban comerciantes en
varias ciudades.
Hoy
pasa 22 horas al día en una celda de máxima seguridad y sabe que siempre será
igual; ella nunca volverá a pisar las calles.
“Aquí
adentro he cambiado mucho, mi vida es otra, he madurado. Lo que más extraño es
a mi familia, la única que me visita es mi madre, y eso muy poco; mi papá
siente vergüenza de mí”, relata entre lágrimas en los patios del Cereso femenil
de esta capital, donde la única condición que puso para la entrevista fue no
mostrar su rostro, “no por mí, es por mi papás”, argumenta.
Erika
Patricia Alonso Sandoval fue detenida en noviembre de 2010 y cuatro meses
después se convirtió en la primera mujer sentenciada a cadena perpetua en
México, luego de que el estado de Chihuahua modificó su legislación para
otorgar penas vitalicias a secuestradores y extorsionadores, así como a
homicidas de policías.
El
día inicia a las 5:30 horas para 'La Muñeca'. Lo primero que debe hacer es
bañarse; la regadera está dentro de la celda. Luego dobla sus cobijas y espera
junto con sus compañeras —todas sentenciadas a la misma pena— a que la celadora
pase lista.
Desde
el Módulo 2 de máxima seguridad bajan al comedor, siempre en fila, con las
manos en la espalda y la cabeza inclinada.
“Aquí
hay mucha disciplina, tenemos horarios para las actividades. A los guardias se
les habla con mucho respeto y se les pide permiso para todo”, reconoce la mujer
que ordenó cortarle los dedos meñiques a un empresario de 43 años de edad, que
luego envió a la esposa para presionarla a que pagara un millonario rescate.
Después
de tomar sus alimentos las internas regresan, observadas en todo momento por
cámaras de vigilancia, que las siguen paso a paso pendientes de que caminen
entre las dos líneas amarillas pintadas en el piso, de las cuales nunca pueden
salirse o serán castigadas, o incluso sometidas físicamente por las celadoras.
En
la celda no se permiten pertenencias, sólo dos cobijas, un cambio de ropa
interior y artículos de aseo personal. Las sentenciadas y procesadas, las que
mataron, robaron o simplemente cometieron un delito menor visten ropa deportiva
gris, el mismo color de las paredes y el piso; sólo las rejas cafés marcan una
pequeña diferencia.
Erika
asegura que no debiera pasar el resto de su vida en prisión, que es inocente y
nada tuvo que ver con secuestros u homicidios. A pesar de que fue detenida en
una casa de seguridad, de que sus cómplices la delataron como la dirigente de
la banda y sus víctimas la identificaron, 'La Muñeca' sostiene que está en la
cárcel “por amor”, ya que el verdadero secuestrador era su novio y ella sólo
fue a visitarlo cuando la policía la detuvo. “Yo no sabía, es un error del que
me arrepiento, mi mamá me decía que tenía un mal presentimiento y no le hice
caso”.
Al
rescatar a una víctima de secuestro, la policía estatal localizó en una casa de
la colonia Los Naranjos varios rifles de asalto, pistolas, dos vehículos
robados y aparatos de comunicación. Ahí fueron detenidos dos menores de edad,
así como Alfredo Cruz Guzmán, de 18 años, y Erika, quien entonces dijo tener
28, pero tres años después, dice que son 24.
La
Fiscalía estatal les fincó cargos por tres secuestros; en dos de ellos los
plagiados fueron privados de la vida a pesar de haber pagado el rescate. Cruz
Guzmán, conocido como 'El Pelón', recibió cadena perpetua. Fue la primera
sentencia de ese tipo en el país (para hombres o mujeres), mientras que los
cómplices de 17 años pasarán 15 en la cárcel. De esa forma se desarticuló a la
banda de Los Mochadedos.
La
mañana transcurre en la celda de tres por tres metros, conformada por tres
literas —una por lado— y un baño. Ahí las internas se esfuerzan por mantener la
calma. “Somos cinco, son caracteres diferentes. La lucha es por sacar el día
bien, por que no haya problemas, pero es muy difícil”, dice.
Al
mediodía la rutina de la comida es igual a la del desayuno; luego vienen las
ansiadas dos horas fuera de las celdas. “Nos dan dos horas. Las usamos para
lavar ropa, hacer ejercicio, ir a la biblioteca y hablar por teléfono”.
'La
Muñeca' puede hacer dos llamadas de 10 minutos a la semana a su familia,
siempre y cuando haya presentado buena conducta, de lo contrario pierde ese
privilegio hasta por 15 días. Dice que le gusta leer, por lo que procura
terminar rápido sus actividades para tener más tiempo en la biblioteca.
En
tres años ha sido cambiada en varias ocasiones de penal, por razones de
seguridad. Tras ser sentenciada, estuvo en esta prisión, luego fue enviada a
Parral, posteriormente a Ciudad Juárez y finalmente regresó a la capital, de
donde ya no será reubicada debido a la certificación internacional que recibió
el sistema penitenciario estatal que obliga a confinar en un solo reclusorio a
los secuestradores.
La
entrevista se interrumpe al tocar el tema de la familia; el llanto no la deja
hablar. Estuvo casada, pero no tuvo hijos; luego conoció a un muchacho que le
cambiaría la vida. “No sabía nada de lo que se dedicaba. Vine a visitarlo de
Ciudad Juárez y me involucraron en los secuestros”, relata con calma, pero al preguntarle
qué siente de saber que no volverá a ser libre, de nuevo las lágrimas cubren su
rostro.
Se
lleva las manos a la cara para limpiarse los ojos y deja al descubierto un
tatuaje de la Santa Muerte que lleva en el brazo izquierdo. Sostiene que no le
rinde culto, pero que se tatuó para “acordarme que algún día la voy a conocer,
para allá vamos todos”. El tatuaje se lo hizo un reo en el Cereso de Juárez,
luego vino un segundo de un dragón: “se supone que tiene la cara del diablo,
pero más parece Gokú (personaje de caricaturas)”, dice entre risas.
En
el penal fronterizo tenía más libertades. Allí entrenó box y se convirtió en la
campeona estatal del torneo interpenitenciario; incluso, preparaba a otras
nueve internas en esa disciplina. También en aquella cárcel fue parte del
programa “Libre de prisiones”, en el que presos dan pláticas a estudiantes de
preparatoria.
“Les
decía a los muchachas que se fijaran bien con quién se juntaban, que no
cometieran el mismo error que yo. Que un error te echa a perder la vida”,
señala.
Erika
es una de las 122 internas del Cereso femenil. Quiere seguir estudiando y
alcanzar una licenciatura en derecho. “Para ayudar a la gente inocente”. Piensa
que la cadena perpetua es injusta para un secuestrador.
“Es
mucho tiempo. Estamos capacitados para integrarnos a la sociedad, debería de
ser una condena más corta; un error lo comete uno, pero no es para que te den
de por vida”, señala.
Durante
las investigaciones, las autoridades obtuvieron declaraciones de que la banda
participó por lo menos en seis secuestros y varios homicidios, tanto en Juárez
como en la capital; sin embargo, no lograron reunir las suficientes evidencias
para presentarlas ante el juez, aunque la sentencia no habría cambiado.
“Aquí
vivimos para sacar un día y esperar el siguiente para volver a empezar, pero es
difícil, muy difícil”, finaliza 'La Muñeca'.