Elvira
Luz Cruz nació en Milpillas, Michoacán (México) en 1954. Fue maltratada en su
infancia por sus padres. La pobreza extrema en la cual vivió le impidieron
incluso terminar sus estudios de educación primaria. Siendo adolescente, se fue
a la Ciudad de México con su familia. Elvira tuvo un hijo con un sujeto llamado
Marcial Caballero, quien la abandonó en cuanto ella quedó embarazada. "A
partir de ese momento empecé a trabajar como sirvienta, hasta que se cruzó en
mi camino Nicolás, que prestaba sus servicios en una obra como albañil",
declararía. Años después, se fue a vivir con Nicolás Soto Cruz y juntos
invadieron un lote baldío, terreno ajeno, donde construyeron una casa con
tablas y láminas de asbesto.
Él soñaba con convertirse en cantante y pasaba el
tiempo tocando la guitarra y componiendo canciones.
Nicolás
también ejercía la violencia en su contra. Inclusive la golpeaba estando
embarazada y en una ocasión trató de estrangularla con un cordón de cortina.
Elvira trabajaba mientras estaba embarazada, lo cual motivaba que su esposo
dudara sobre la paternidad de los niños. El hijo mayor, Eduardo, permaneció en
casa de su abuela materna durante años, para impedir que Elvira intentara irse,
ya que era muy útil para realizar las labores domésticas, tanto en su casa como
en la de su suegra. Ella o su hijo cobraban el salario que Elvira obtenía.
Finalmente, ella perdió el trabajo.
Su esposo era alcohólico, y cada noche
llegaba a golpear a Elvira; luego abusaba sexualmente de ella y, en ocasiones,
también maltrataba a sus hijos. Nicolás procreó un hijo con otra mujer; esto
enfureció a Elvira. Discutió con Nicolás, quien se puso violento. Durante una
semana, Elvira y su esposo pelearon diariamente. La noche del domingo y el
lunes por la mañana estuvieron a punto de llegar a los golpes y Elvira amenazó
a su esposo con irse de su casa con sus hijos. Al final, él optó por marcharse
y le dijo que iba a dejarla. Pero antes de irse a su trabajo, Nicolás pasó a
casa de su madre para informarle lo que pensaba hacer. Le pidió que vigilara a
su mujer y se marchó.
La
desesperación hizo presa de Elvira, quien se sintió abandonada e impotente, con
sus hijos a cuestas, sin trabajo ni dinero, y sin saber qué hacer a
continuación. Los hechos ocurrieron a las 10:00 horas en la casa ubicada en la
calle de Jacarandas, manzana 13, lote 11, colonia Bosques del Pedregal, en el
Ajusco. Primero ahorcó a Israel con un calcetín color azul marino; sorprendió
al niño por la espalda. A Eduardo lo ahorcó con un trozo de tela; y a Marbella
con un fajero para bebé. Al terminar de matar a los tres, se dirigió hasta
donde se encontraba la más pequeña: María de Jesús. Con sus manos le tapó la
boca y la nariz hasta asfixiarla. Después intentó suicidarse, ahorcándose con
un mecate, usando el cadáver de María de Jesús como peso adicional.
Pero
en ese momento llegó su suegra, quien evitó que lograra su objetivo. Elvira
estaba inconsciente. La policía llegó un rato después, alertada por los
vecinos. Encontraron los cadáveres y a la llorosa mujer. Luego de que elementos
de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia la
detuvieron y presentaron ante Gustavo Salas, el agente del Ministerio Público
de Tlalpan, Elvira Luz Cruz fue enviada al sector central para iniciar las
investigaciones correspondientes. Declaró ante el entonces director de la
Policía Judicial del Distrito Federal, el controvertido capitán Jesús Miyazawa
Alvarez.
“No
soporto verlos llorar. Los maté porque no tenía qué darles de comer. Estoy
arrepentida de lo que hice, pero al verlos llorar de hambre y no tener dinero
para comprarles alimento, me desesperaron y por eso tomé la determinación de
matarlos. Lamentablemente no me fui con ellos. Mis hijos lloraban. Me pedían de
comer. Me sentí desesperada y decidí terminar con su vida”, declaró. Dijo que
su vida había sido de sufrimiento en el aspecto económico y que su esposo era
“muy mujeriego", que algunas veces le daba dinero y otras no, y que ella
tenía que conseguir entre los vecinos dinero o comida para darles alimento a
sus hijos. Dijo que ya nadie le quería prestar dinero, porque algunas veces
pagaba y otras no.
Elvira
Luz Cruz ingresó al reclusorio, sujeta a proceso penal por homicidio
calificado, el 12 de agosto de 1982. Tenía entonces veintiocho años de edad. En
prisión, desvariaba hablando sobre Dios y el Diablo. Las irregularidades en el
proceso penal y la vida de miseria que había padecido, despertaron la simpatía
de la opinión pública por la asesina a quien los medios de comunicación bautizaron
como “La Fiera del Ajusco”. Inclusive, diversas asociaciones políticas y
feministas le manifestaron su apoyo y solicitaron la absolución.
Organizaciones
feministas se solidarizaron con la asesina al considerarla "víctima de un
sistema social que no ofrece la infraestructura adecuada para que las mujeres,
sobre todo las pobres, ejerzan una maternidad humana y digna". La
antropóloga social Yanina Ávila declaró que Elvira Luz Cruz se vio acorralada
por las actitudes violentas de su marido y su suegra. "Esta mujer cayó en
la paradoja de matar a sus hijos para protegerlos de una familia enferma. El
caso demuestra que el amor materno no es natural, como afirma la cultura
judeocristiana (Alguna vez hubo) sociedades que practicaban el filicidio como
una medida de protección: se abandonaba a los hijos en momentos de escasez de
víveres para permitir la subsistencia de la comunidad en su conjunto".
Pero
la Juez 30 de lo Penal, Cristina Mora Palacios, basó la sentencia
primordialmente en la confesión de Elvira y en los testimonios de su esposo,
Nicolás Soto Cruz, su hermana Carmela y la madre de ambos, Eduarda Cruz Cortés.
A
principios de enero de 1984 fue sentenciada a veintitrés años de prisión. Sus
abogados apelaron y una sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal resolvió el 28 de septiembre de ese año, incrementar la penalidad a
veintiocho años. Se recurrió entonces al amparo de la justicia federal.
Elvira
cambió su historia y dijo que se había emborrachado y al despertar, se dio
cuenta de que sus hijos estaban muertos, por lo cual quiso suicidarse.
Responsabilizó a su esposo y a su suegra. Pero su historia no era creíble. Años
después, el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda escribió y montó la obra
teatral La Fiera del Ajusco. Cuando ingresó a la cárcel, Elvira contaba
solamente con el primer año de educación primaria. En prisión terminó la primaria,
la secundaria y el bachillerato. También concluyó los estudios de mecanografía,
costura y un curso de inglés.
Elvira
Luz Cruz estuvo encerrada diez años y once meses por la acusación de haber
asesinado a sus cuatro hijos menores de edad. Salió bajo tratamiento de
preliberación del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, Xochimilco,
en 1993.
En realidad no creo que Luz haya matado a sus hijos, del expediente se desprende que hay inconsistencias y muchas pruebas apuntan a que su marido y su suegra fueron los que asesinaron a los hijos de luz.
ResponderEliminarpero la pregunta es que necesidad o razonamiento tenian ellos para matar a los ninos?
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