Hèléne
Jégado nació en un pequeño pueblecito cercano a Lorient (en la Bretaña
francesa) en el año 1803. En 1810, cuando tenía 7 años, su madre falleció de
tuberculosis, y su padre la envió a vivir con sus tías. Ellas trabajaban en la
casa de un clérigo en Burbry, y Hèléne comenzó a aprender los rudimentos del
servicio doméstico.
Poco
se sabe hasta ella hasta el año 1833, cuando entró a trabajar como cocinera en
la casa de François Le Drogo, un sacerdote que vivía con su familia en Guern.
Entre el 28 de Junio y el 3 de Octubre de ese año, en aquella casa murieron
repentinamente siete miembros de la familia, incluyendo al propio François y
una hermana que se encontraba de visita en aquella época. A pesar del misterio
que envolvía estas muertes, nadie sospechó de Hèléne, pues se mostraba muy
compungida. Además, el año precedente había tenido lugar una epidemia de
cólera, con lo que las muertes se achacaron a ésto. Poco después, su hermana
falleció, y ella fue a ocupar su lugar como asistenta; fue incluso una suerte
para ella, puesto que ya que el sacerdote para el que trabajaba acababa de
morir, su despido era inminente.
Mientras trabajaba sustituyendo a su hermana,
murieron tres personas de aquella casa. Otra vez en la calle, encontró trabajo
en la casa de una costurera. Marie-Jeanne Leboucher, la costurera, falleció
poco después de la llegada de Hèléne a su casa, así como su hija. El hijo se
puso muy enfermo, pero sobrevivió. Apiadada por su pérdida de trabajo, una
viuda le ofreció ir a su casa. La viuda falleció la noche que Hèléne llegó tras
cenar sopa.
En
el año 1835 llegó a un convento a trabajar, pero fue rápidamente despedida por
unos episodios de sacrilegio y por varios hurtos. Siguió trabajando como
interna en varios lugares más, sitios en los que a menudo la gente enfermaba o
moría, muchas veces con síntomas similares al envenenamiento por arsénico. Como
en esa época no le fue encontrado en su poder, seguía libre.
A
partir de 1841, y hasta 1849 no hay registro de muertes sospechosas en donde
trabajó, aunque más tarde gente que la empleó notificó su cleptomanía, ya que
al parecer fue sorprendida varias veces.
En
1850 llegó a Rennes, y consiguió trabajo en casa de un profesor de derecho de
la universidad de esa ciudad, Théophile Bidard. Al poco de llegar, una de las
criadas, Rose Tessier, enfermó y falleció al poco tiempo. En 1851 Rosalie
Sarrazin, otra criada, siguió el mismo camino. Dos médicos intentaron
recuperarla en vano, pero consiguieron permiso de la familia para hacerle una
autopsia; presentaba los mismos y extraños síntomas que Rose. Hèléne se
convirtió en sospechosa al proclamar su inocencia antes de que nadie le hubiese
dicho nada. Théophile llamó inmediatamente a la policía, que se la llevó
arrestada. El 6 de Diciembre de 1851 fue llevada ante el juez. Se consiguió
desenterrar a varias personas susceptibles de haber sido asesinadas por ella
para hacer la autopsia, y en todos los casos dieron positivo en arsénico y antimonio.
Debido a las limitaciones de la época, se la acusó formalmente de tres
asesinatos, tres intentos y numerosos robos. Cuando el juicio comenzó su
comportamiento sorprendió a propios y extraños; a veces hablaba en murmullos y
otras a gritos, se mostraba muy sumisa en ocasiones y otras veces intentaba
agredir a sus acusadores. Alegaba no saber lo que era el arsénico, y sin
embargo en la sala sólo se había pronunciado la palabra “veneno”. Su abogado
defensor alegó que era mejor no condenarla a muerte porque moriría pronto de
cáncer, pero no fue escuchado. Hèléne Jégado fue ejecutada en la guillotina el
26 de Febrero de 1852 ante una gran multitud.
Se
cree que es la responsable de al menos 36 envenenamientos entre 1833 y 1851.
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