Martha
Rendell nació en Adelaida (Australia) el 10 de Agosto de 1871. De su infancia
nada se sabe; tan sólo transcendó que de jovencita era promiscua, violenta y
alcohólica. Vivía “amancebada” (hay que comprender que hablamos de una sociedad
puritana a principios del s. XX) con Thomas Nichols Morris, quien se había
separado de su mujer poco antes de conocer a Martha.
Thomas
tenía consigo a los tres hijos de su matrimonio y tuvo otras dos hijas con
Martha. En todo el vecindario eran conocidas las tremendas palizas que ella
propinaba tanto a sus hijas como a los de su marido; hay testimonios de que su
hija mayor, Annie, llevó en una ocasión tal paliza que estuvo semanas sin poder
caminar.
El
primero de los asesinatos de Martha fue precisamente Annie. Para matarla empleó
un método un tanto elaborado; consistía en introducir ácido clorhídrico en la
garganta diciendo que se trataba de un jarabe, lo que causaba una inflamación
severa de la misma y acababa por impedir el paso de alimentos. La muerte se
producía por inanición al cabo de un largo tiempo de agonía y dados los métodos
médicos de la época era muy difícil de detectar. El 28 de Julio de 1907 Annie
fallecía tras una semana de padecimientos. El médico familiar, un tal doctor
Cuthbert emitió un certificado de defunción alegando que la causa de la muerte
había sido la difteria. El 6 de Octubre de ese mismo año Olive, su hija
pequeña, seguía el mismo camino; una horrible y angustiosa muerte y de nuevo
achacaron el óbito a la difteria.
Llegando
el invierno de 1908 Arthur, el hijo menor de Thomas, presentó el mismo cuadro
que sus hermanastras. Como tenía ya 14 años y era un chico bastante robusto, su
padecimiento se alargó hasta el 6 de Octubre, exactamente un año después que la
pequeña Olive. Sorprendido por esta repentina muerte, el doctor Cuthbert pidió
permiso para realizar una autopsia a las autoridades, cosa que le otorgaron.
Martha pidió expresamente estar presente en ese momento, y permaneció en la
sala de autopsias con una tranquilidad que fue calificada de “pasmosa”. Sin
embargo, ni el doctor Cuthbert ni sus colegas hallaron nada que incriminase a
Martha. Nuevamente, se achacó la muerte a la difteria.
En
Abril de 1909 el hijo mediano de Thomas, George, comenzó a quejarse de dolores
en la garganta. Voluntariosa, Martha le ofreció el “jarabe”. George, que hacía
tiempo que sospechaba que sus hermanos no habían muerto por causas naturales, se
dio la vuelta y se escapó corriendo a casa de su madre. Los vecinos empezaron a
extrañarse de que el chico no saliese de casa, pero Thomas ignoraba donde
estaba. Tras no obtener ninguna respuesta de Thomas, decidieron denunciar la
desaparición de George a la policía. El encargado de la investigación fue Henry
Mann, un inspector que además había tenido sus mas y sus menos con Martha.
Comenzó de inmediato a tomar declaración a los vecinos y notó que muchos hacían
referencia a los continuos dolores de garganta de los niños. Incluso se
repetían los comentarios de que tenían la garganta siempre colorada y a menudo
hinchada mientras su “madre” los miraba con gesto indiferente.
Finalmente,
Henry consiguió localizar a George, quien de inmediato le dijo que se había
fugado porque Martha había envenenado a sus hermanos con “sales de frutas” y
que había intentado hacer lo mismo con él.
Contrastando
datos descubrió que Martha había comprado grandes cantidades sales coincidiendo
con los períodos de “enfermedad” de los niños fallecidos. Así pues, solicitó al
juez permiso para exhumar los cadáveres y hacerles una nueva autopsia. El dia 3
de Julio de 1909 se procedió al levantamiento de los cadáveres y a la autopsia.
En los tres cuerpos se encontraron restos de ácido clorhídrico en la zona de la
garganta. Se ignora cómo Martha fue capaz de obtener ese ácido a partir de las
sales de frutas, si es que no lo había comprado, pero lo cierto es que los
tejidos de los tres cadáveres contenían dichos restos.
Inmediatamente
se procedió a la detención del “matrimonio” y fueron sometidos a juicio de
inmediato. Thomas fue exculpado, pero Martha fue condenada a muerte al segundo
día de juicio.
El
6 de Octubre de 1909, Martha Rendell se convirtió en la última mujer en ser
ajusticiada en la horca en Australia Occidental. Sus restos se encuentran
debajo de la lápida de Eric Edgar Cooke, el último hombre en ser sometido a la
horca en ese lugar más de medio siglo más tarde.
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