28 jul 2011

Marybeth Tinning


Joe Tinning, un analista de sistemas de la planta de General Electric en la cercana Schenectady y su esposa, Mary Beth, eran miembros respetados de varias comunidades de la zona. Se mudaban frecuentemente.
Joe quedó encantado cuando Mary le informó que había quedado embarazada por tercera vez. En diciembre de 1971, nació una pequeña niña, Jennifer. Murió estando todavía en el hospital. Los Tinning estaban comprensiblemente consternados. Sólo más tarde pudieron asegurar los investigadores con un cierto grado de certeza, que la muerte de Jennifer fue la única muerte de los hijos de los Tinning que no era sospechosa. Diecisiete días después de la muerte de Jennifer, el hijo de Tinning, Joseph, de dos años, moría. El 2 de marzo de 1972, Barbara, de cuatro años seguía a su hermano a la tumba. ¡Qué tragedia para soportar una familia! En menos de tres meses, los tres niños habían sido arrebatados a sus devotos padres. Los amigos ofrecían sus condolencias. Los parientes consolaban a los Tinning. Aquellos que conocían a la familia quedaron deleitados cuando, nueve meses más tarde, Mary Beth dio a luz a un varón. Timothy. Su alegría duró poco. Catorce días después de que Timothy entrara a este mundo, moría. La muerte fue atribuida al SIDS (Síndrome de Muerte Repentina en la Cuna).
La preocupación de amigos, parientes y vecinos se convirtieron en rumores susurrados. ¿Era posible que los Tinning estuvieran maldecidos con genes defectuosos que dejan a sus hijos con enfermedades inexplicables?
Un año y medio después de la muerte de Timothy, Mary Beth tenía su quinto niño. Nathan murió el 2 de septiembre de 1975. Por primera vez, los médicos y autoridades locales tuvieron sospechas. Nathan había sido un niño tan saludable. Como en todas las muertes de los Tinning, se realizó una autopsia y, como siempre, la muerte fue atribuida a causas naturales.
Es dudoso que alguna de las autoridades estuviera consciente de que los Tinning habían perdido a cinco descendientes, con una excepción. El Dr. Robert Sullivan, del Schenectady County Medical Examiner, supo de las tragedias que parecían perseguir a la familia como una maldición. Realizó una completa investigación de la muerte de Nathan, pero no pudo encontrar nada malo. Cualquier sospecha que él tuviera eran disipadas por los Tinning quienes insistían en que se realizaran exámenes en todas las muertes de sus hijos. Recuerden, además, los Tinning eran ciudadanos sólidos como una roca. Simplemente tenían mala suerte cuando se trataba de sus hijos.
Misericordiosamente, Mary Beth no tuvo más hijos por tres años y medio. Entonces vino Mary Frances, quien murió a los tres meses y medio. Diez meses después nacía Jonathan. Murió a la edad de tres meses. Los Tinning, culpándose a sí mismos por la pérdida de sus hijos naturales, intentaron quebrar la serie de muertes adoptando un varoncito, Michael. Un año más tarde, en marzo de 1981, Michael moría.
La muerte de Michael fue diferente. Aquí no había genes defectuosos. El niño había sido adoptado. Una autopsia indicó que la causa de la muerte era una neumonía viral. Los pedíatras y asistentes sociales le contaron a la Policía de sus sospechas y sugirieron que si alguno de los hijos futuros de los Tinning muriera, un patólogo forense debía ser llamado al caso. Las autoridades estaban tan sospechosas que lograron que se exhumaran los cuerpos de Timothy y Nathan. No se descubrió ni un ápice de malas acciones.
Pasaron tres años sin novedades. Luego por octava vez, Mary quedó embarazada. El 20 de diciembre de 1985, cuatro meses después de su nacimiento, Tami Lynn moría. Siguió una intensa investigación. No se encontró nada que implicara a Mary Beth, de quien ahora todos sospechaban que mataba a sus hijos. Sin tener en cuenta la falta de pruebas en la serie de muertes, dos detectives tomaron a su cargo recoger a Mary Beth, llevarla a los Cuarteles Centrales de la Policía del Estado en el cercano Londonville e interrogarla exhaustivamente. Después de ser interrogada por 10 horas, Mary Beth confesó haber matado a tres de sus hijos, Timothy, Nathan y Tami Lynn. Fue arrestada y acusada de asesinato.
Después de pasar un mes en la cárcel, Mary Beth fue liberada bajo una fianza de 100.000 dólares. Inmediatamente realizó procedimientos en la Corte para que su confesión fuera consideraba inadmisible en el juicio por asesinato que vendría. Su marido, Joe, quien en ningún momento fue sospechoso de alguna mala acción, estaba comprensiblemente alterado de que su esposa hubiera sido interrogada por un período tan largo de tiempo sin su conocimiento y sin estar un abogado presente.
Mary Beth no tuvo éxito en su pedido de que su confesión fuera declarada inadmisible. En 1987, fue sometida a juicio por el asesinato de Tami Lynn. Durante su juicio, el jurado oyó su confesión como le había sido contada a los detectives. Al describir cómo había asfixiado a Timothy, Nathan y Tami Lynn, dijo, "con una almohada, porque no soy una buena madre".
Mary Beth había dado a los detectives todos los detalles de la noche en que tomó la vida de Tami Lynn. Llegó a la casa a las 8:35 de la noche después de haber estado de compras con una amiga. Su amiga, al igual que su suegra y su suegro, quienes habían estado cuidando el bebé, se fueron a las 9:30. Puso a Tamy Lynn de cuatro meses en la cuna. Mary Beth relató: "Intenté darle la mamadera pero no la quería. Ella alborotó y lloró por una media hora. Finalmente se durmió. Entonces me fui a la cama". Joe vino a las 11 de la noche. La pareja charló por unos momentos. "Estaba por dormirse cuando Tami se despertó y empezó a llorar. Me levanté y fui a la cuna e intenté hacer algo con ella para que dejara de llorar. Finalmente usé la almohada de mi cama y la puse sobre su cabeza. Lo hice hasta que dejó de llorar. Cuando finalmente levanté la almohada, ella no se movía. Le grité a Joe y le dije que Tami no estaba respirando". La confesión fue un escalofriante relato de un asesinato a sangre fría. El 19 de julio de 1987, Mary Beth Tinning fue encontrada culpable del asesinato en segundo grado de su hija Tami Lynn. Fue sentenciada a 20 años de prisión en la cárcel para mujeres en Bedford Hills, N.Y. El abogado Allan Gebell, un miembro del equipo de la fiscalía en el juicio de Mary Beth, me informa que actualmente la mujer está empleada en la guardería de la prisión

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