26 oct 2012

Carmen Ríos García


Todos conocen lo que le ocurrió a Fernandito, pero prefieren guardar silencio. El taxista, el chofer del colectivo y la señora de la tienda saben lo que pasó en la casa ubicada en la manzana 34 lote 5 de la calle Graciano Sánchez, colonia Ejidos de San Agustín Atapulco. Conocen el desenlace, pero no entienden –como miles de mexicanos– qué orilló a María del Carmen Ríos García, de 23 años de edad, a arrancarle los ojos a su hijo de tan sólo cinco años de edad. 

 “Es una pregunta que yo mismo me hago todo el tiempo. No sé qué decirle. Yo tampoco sé por qué lo hizo. Se puede imaginar usted cómo me siento yo”, externó Noel Alvarado Arvizu, papá de Fernando en entrevista con Excélsior. El padre de Fernandito accedió a platicar vía telefónica por unos minutos, aunque rechazó tajantemente conceder una entrevista personalmente. “Estoy muy molesto con los medios de comunicación y los periodistas. Uno dice una cosa y ellos ponen otra, en especial los de los periódicos que ni siquiera los nombres pusieron bien y uno de ellos aseguró que yo también estaba involucrado... Imagínese si me linchan, la gente acá anda muy enojada”, explicó Noel. 

Un grito que rompió la calma El 24 de mayo, aproximadamente a las 07:00 horas, un grito rompió la calma de los vecinos de la colonia Ejidos San Agustín. Jesús Ríos, de 22 años de edad, salió corriendo a la calle sin camisa, mientras imploraba auxilio asegurando que estaban matando a un niño. 

Fernando, de cinco años de edad, vivía con su mamá Graciela, su papá Noel y otro hermano de 8 años de edad, de nombre Kevin, en un cuarto rentado ubicado en la calle Segunda Cerrada de Chimalhuacán. Su papá trabaja como guardia de seguridad privado. 

El lugar donde ocurrió la tragedia era el domicilio de los abuelos maternos de Fernando. Se sabe que la familia llevaba varios días encerrada y todas las mañanas oraban a Dios para que los cuidara ante la inminente llegada del fin del mundo la cual ocurriría el pasado domingo 27 de mayo. El señor Noel Alvarado, padre de Fernando, no compartía la visión apocalíptica de su esposa e inclusive estaba enemistado con ella. Hacía una semana que María del Carmen Ríos García vivía en la casa de sus padres donde realizaban ayunos y oraciones. 

Un par de días antes del trágico evento, el papá de Fernandito acudió a la casa de sus suegros para intentar convencer a su esposa de que regresara al hogar conyugal, pero volvió con las manos vacías, ya que ni siquiera le abrieron la puerta de la casa de los suegros. Dios les revela un terremoto Datos vertidos en la indagatoria ministerial refieren que una de las primas de María del Carmen Ríos tuvo un sueño. Dormida en una habitación de una casa de Ciudad Neza Dios le reveló que en unos días un terremoto acabaría con la humanidad. La imagen caló hondo en la familia Ríos García y decidieron orar. Fue en ese contexto que ocurrió lo inimaginable. La mañana de los hechos, las hermanas oraban. Era jueves y llevaban al menos cinco días haciéndolo, al tiempo que ayunaban. María del Carmen le ordenó a Fernando que cerrara los ojos para la oración, pero el niño desobedeció. María del Carmen se acercó al pequeño y con la ayuda de su hermana Ruth le sacó los ojos a su propio hijo. Horas más tarde la mujer explicaba a las autoridades que quería purificar los ojos del niño. Mientras pelaba una naranja con los dedos y chupaba el jugo que escurría por sus manos un vecino comentó. “Hasta acá en mi casa se escuchaban los rezos, le decían a satanás que se alejara y cosas así.” “Una mujer que demostraba amor” El sol de junio en el oriente del Valle de México es inclemente.

En municipios como Nezahualcóyotl, Los Reyes la Paz, Chimalhuacán o en la misma delegación Iztapalapa son pocos los árboles que dan sombra y el polvo de las calles sucias se levanta y penetra en la nariz. Una golondrina estacionada en un cable de luz vigila mientras se toca a la puerta de las casas de la calle Graciano Sánchez. En la vivienda contigua una mujer abre la puerta, pero sólo lo necesario para asomar la cabeza. “Yo no le puedo informar, porque no vivo aquí. Sólo vengo una vez a la semana”. En la casa de lado opuesto observan cuando se toca por una rendija en el zaguán y simplemente deciden fingir que no están. Enfrente del domicilio, un señor me pide que omita su nombre y decide platicar. 

“Mire, la señora y sus hijos no vivían aquí. Aquí primero llegaron los abuelos de María del Carmen cuando ella estaba muy chiquita. Cuando los señores fallecieron se quedaron los padres de la señora, y que son los abuelos de Fernandito”, aclara el vecino. “Siempre fueron personas amables aunque un poco reservados. Aquí vivieron Ruth, María del Carmen y Jesús desde niños, y pues ya se casaron, y se fueron aunque vienen seguido, y ya tenían una semana rezando que porque decían que el mundo se iba a acabar”, explica. A unas cinco cuadras de la calle Graciano Sánchez se ubica el domicilio de la familia Alvarado Ríos. Dentro del terreno hay una casa de dos plantas, propiedad de la dueña del lugar y quien renta un par de cuartos ubicados en el patio del domicilio a la familia de Fernandito. La señora Juana da excelentes referencias de sus inquilinos.

Advierte que, aunque se trata de personas reservadas, siempre fueron muy amables. “La señora María siempre trataba muy bien a sus hijos, y se veía que los quería mucho especialmente a Fernandito”, asegura. “Era bien buena gente la señora, nos saludaba... Era muy amable y su esposo muy educado, aunque un poco reservado, pero nunca peleaban, aunque la señora tenía varios días que no venía a la casa. Parece que el señor no estaba de acuerdo con su religión (no dice cuál), pero no estoy segura”, precisó. “Entre las 5 y 6 de la mañana del lunes escuché que rezaban y decían: ‘Satanás ya salte de mí, déjame ir’.”

Recientemente se casaron Ruth y Jesús y las fiestas las hicieron en la calle, aunque no invitaron a los vecinos. Los cuida el Edomex Noel Alvarado Arvizu no ha podido estar con su hijo Fernando ni con su otro hijo de ocho años de edad. Desde que ocurrió el incidente las autoridades judiciales del Estado de México no han permitido que los vea. “No entiendo por qué no me han dejado ver a mis hijos si yo no tuve nada que ver con el hecho, yo no estaba en el lugar y tampoco estaba de acuerdo con la religión de su mamá”, expresa el hombre. “Mis abogados ya están llegando a un acuerdo con las autoridades de la Procuraduría del Estado de México para que pueda ver a mis hijos”, dijoNoel Alvarado. Excélsior solicitó una entrevista con funcionarios de la PGJEM para que explicara cuál es el motivo por el que Noel no puede ver a sus hijos, pero este reportero no obtuvo respuesta.

La abuela paterna de Fernando fue quien lo cuidó durante su estancia en el Hospital Pediátrico de Legaria, sin embargo, hace unos días Fernando fue dado de alta y enviado a un albergue en la ciudad de Toluca. La abuela perdió así contacto con el pequeño. El DIF también tendrá bajo su protección a su hermano, de 8 años de edad, y una prima de 9 meses, cuya madre participó durante los rezos en los que se mutiló al niño, informó el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila.

Seis de los siete adultos que participaron en los hechos ocurridos el 24 de mayo ya fueron vinculados a proceso por el delito de homicidio calificado en grado de tentativa. El juez de Control y Juicios Orales de Nezahualcóyotl concedió un plazo de cinco meses para la investigación. María del Carmen Ríos García, Ciro Ríos Benítez, Yesenia Mayela Maciel Charles, Jesús Ríos García, Ruth Lisbeth Ríos García y Martha García Vargas serán procesados por el delito de homicidio calificado en grado de tentativa.

En tanto la situación legal de Martha, de 17 años, se decidirá por un Juez especializado y se encuentra recluida en la Escuela de Reintegración Social para Adolescentes con sede en Zinacantepec. Iban a oficio de un pastor La Procuraduría General de Justicia del Estado de México investiga la conexión entre la familia Ríos García y el ministerio del pastor Aarón, quien hasta una semana antes del suceso oficiaba en el salón de fiestas Kritzel, ubicado a una cuadra de la casa de los abuelos de Fernando. Investigaciones realizadas por Excélsior revelan que la familia no acudía a los servicios religiosos oficiados en ese lugar al menos durante lo que va de este 2012.

En entrevista exclusiva con este diario el pastor Aarón explicó: “Ellos sólo acudieron dos o tres veces el año pasado, pero ya no regresaron, y este año nunca fueron a mi servicio”. El pastor aseguró que profesa el culto cristiano, y negó pertenecer a algún grupo como mormón, testigo de Jehová, pentecostal, evangélico, adventista o bautista. También se resistió a revelar si el culto que imparte es de carácter apocalíptico.

El pastor Aarón se dijo dispuesto a presentarse ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (en caso de ser requerido. Por su parte, la casera de María del Carmen, madre de Fernandito, corroboró las declaraciones hechas por el pastor. “Ella estaba aquí todos los domingos. No sé si pertenecía a alguna iglesia, pero yo la veía siempre aquí, en casa, con sus hijos”, explicó.

En tanto, la dueña del salón de fiestas Kritzel, quien pidió omitir su nombre, aseguró no haber visto nada raro en los oficios religiosos que se desarrollaban en el inmueble de su propiedad, ya que ella y su esposo vigilaban siempre, dicen.

“Nosotros les prestábamos las sillas cuando hacían sus servicios y ahí estábamos siempre, y no observamos alguna situación rara o fuera de lo normal. Lo que queremos es que dejen de darle mala publicidad al salón, porque nosotros no hemos hecho nada malo y esta situación nos está afectando”, explicó la mujer.

25 oct 2012

Barbara Opel y Heather Opel



March 4, 2003


Los familiares de un hombre brutalmente asesinado por cinco jóvenes finalmente tuvo su oportunidad de enfrentarse a uno de los asesinos en la corte. Heather Opel dice que "se merece una oportunidad para el futuro".. ¿Puedo preguntar por qué?, dijo Colleen Muller , la hija de Jerry Heimann , quien fue golpeado hasta la muerte por los adolescentes el 13 de abril de 2001. "La vida en la cárcel es lo que se merece", dijo Muller, quien señaló a la joven de 14 años de edad, voluntariamente tomó parte en la ejecución del grupo después de vivir bajo el techo de Heimann, comiendo su comida y aceptar sus regalos de Navidad. "Han arruinado tantas vidas", dijo Muller. 

Los fiscales pidieron una condena de casi 25 años. 

Pero en la Snohomish County Superior Court, la Juez Linda Krese , que el mes pasado encontró Opel culpable de asesinato en primer grado y asalto con un arma mortal, emitió ayer una sentencia de 22 años, el mínimo obligatorio, sin posibilidad de salir por buena conducta. 

Con el crédito por el tiempo ya cumplido, Opel, uno de los más demandados para enfrentar cargos nunca adultas asesinato en el condado, se dará a conocer en su mediados de los años 30. 

Ella podrá servir mucho tiempo en un centro de menores hasta que cumpla 21 años, luego será trasladada al Centro Penitenciario para Mujeres de Purdy para cumplir el resto de su condena. 

En un acuerdo elaborado con la fiscalía, Opel renunció a su derecho a un juicio con jurado para evitar un cargo más grave de homicidio agravado. 

Ayer, la niña, en uniforme de prisionero color gris-verde y grilletes se volvió hacia la familia y ofrecerles una disculpa. "Quiero decir que lo siento a la familia del señor Heimann", dijo la adolescente delgada, atlética, ex estrella del equipo de baloncesto en la Escuela Secundaria Evergreen .

"Realmente espero que acepte mis disculpas - y si no lo hace, entiendo por qué." Krese hizo señalar tanto la naturaleza atroz del crimen y la crianza disfuncional del adolescente en la toma de su sentencia. "Los padres se supone que es una brújula moral", dijo. "Está claro que en la vida la señora  Barbara Opel, no tenía esa brújula moral... estaba rota." 

La policía dijo que el complot para matar Heimann y robar su dinero fue planeado por la madre de Heather, Barbara Opel , a la vez que también se planeo el asesinato de la madre de Heimann, una señora de 89 años de edad, que tiene Alzheimer.

De acuerdo con el expediente judicial, Opel habia reclutado cuatro adolescentes y a su hija,  prometiéndoles dinero y regalos.

Los registros dicen que golpeó salvajemente con un bat de béisnol a su marido de 64 años de edad, y los adolescentes lo apuñalaron con cuchillos cuando pidió ayuda. 

Los registros muestran que la madre pidió ayuda a unos niños de 7 y 11 para limpiar la sangre, y luego apilados todos en el coche, se fueron para deshacerse del cuerpo en un lugar remoto de la reserva Tulalip.

La Madre inválida Heimann, fue quien presenció el crimen, fue encontrada abandonada en la casa, comiendo los periódicos.

Barbara Opel será juzgada por homicidio agravado en febrero de 2003. Si es declarada culpable, se convertirá en la primera mujer en el estado de Washington para hacer frente a la posibilidad de la pena de muerte. El abogado de Heather Opel,  David Roberson describe un largo historial de quejas que fueron reportados a Servicios de Protección Infantil en la infancia de la niña y de la infancia. 

El Estado, dijo, no hizo nada para evitar los constantes abusos físicos y mentales de Heather y sus hermanos. Describió a la asesina convicta como una adolescente de 13 años de edad, quien nunca tuvo una oportunidad." Tras la sentencia, el abogado de Heather Opel presentó una apelación de la decisión de que la  tratan como un adulto en la corte. Si la resolución es revocada, será encarcelada en la prisión de menores.

La familia de Heimann se negó a hablar con los medios de comunicación después de la sentencia de ayer. 


24 oct 2012

Rajini Narayan


Una mujer australiana afirmó que incendió los genitales de su marido porque sospechaba que le estaba engañando y quería «purificar su pene», aunque la mutilación luego le costó la vida al esposo, informó la radio ABC. 

No obstante, Rajini Narayan, de 46 años, se declaró inocente de los cargos de asesinato y haber prendido fuego a una casa valorada en un millón de dólares locales (980.000 dólares estadounidenses). 

Su marido, Satish Narayan, perdió la vida semanas después en el hospital por las graves quemaduras que le infligió Rajini, quien le echó licor a la zona de los genitales antes de lanzarle una cerilla. «Él era mi héroe, el hombre de mi vida, el amor de vida (...) Iba a purificarle el pene, dejarle una marca que siempre se quedara conmigo, para que siempre fuera mío», declaró ante un tribunal de Adelaida la mujer, madre de tres hijos. 

Previamente, Rajini Narayan había declarado: "Soy una mujer muy celosa, su pene me pertenece. Sólo quise quemarle el pene para que fuera mío y de nadie más " El juicio está visto para sentencia.

20 oct 2012

Amparo Calleja Lopez



Abril de 2008

El Tribunal Supremo ha desestimado el recurso de casación interpuesto por la representación de Amparo Calleja López, condenada el 1 de febrero de 2007 a 21 años de prisión por la muerte de su marido, Juan José Mena Zarco, que falleció envenenado en Socuéllamos (Ciudad Real) en abril de 2000. Con ello, el Alto Tribunal confirma esta sentencia de la Audiencia Provincial de Ciudad Real, con lo que la mujer ingresará en prisión. 

En los fundamentos de derecho de la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el Tribunal Supremo alega, entre otras cuestiones, que las diligencias de investigación fueron realizadas sin merma de garantías, y que no se estima conculcada la presunción de inocencia si los argumentos no desconocen el canon de razonabilidad. 

 Un asesinato por dinero 

 También esgrime, sobre la grabación de comunicaciones telefónicas entre la acusada y su letrado, una resolución del Tribunal Constitucional en que no se habilita expresamente la afectación del derecho al secreto de las comunicaciones de los terceros con quienes aquellos se comunican. Con esta sentencia, Amparo Calleja deberá cumplir 19 años de cárcel por un delito de asesinato con el agravante de parentesco y un año y diez meses por un delito de falsedad en documento mercantil. 

Durante el juicio, el fiscal y la acusación particular establecieron como razón del envenenamiento la contrariedad que le produjo a la mujer el hecho de que su marido cerrara una cuenta abierta en un banco a la que también tenía acceso ella y abriera una nueva con la que sólo él podía actuar.

17 oct 2012

Teah Wimberly


Marzo de 2010

Una alumna de 16 años de una escuela secundaria del sur de Florida fue condenada a 25 años de cárcel por el asesinato de otra estudiante, a la que disparó por un amor no correspondido, informó una fuente judicial. Teah Wimberly compareció en un tribunal de Fort Lauderdale (norte de Miami) ante el juez encargado del caso, John Murphy, quién le impuso una condena de 25 años de cárcel, como así había solicitado la Fiscalía.  

En diciembre pasado, un gran jurado había declarado a Wimbley culpable de asesinato en segundo grado por disparar y matar a su amiga y compañera de clase Amanda Collette, de 15 años, en un pasillo del centro escolar Dillard High School, en la ciudad de Fort Lauderdale. 

Al parecer, Wimberly, despechada por no ser correspondida sentimentalmente, abrió fuego contra Collette, quien fue encontrada inconsciente en el suelo de un pasillo próximo al aula de ordenadores del colegio. Está arrepentida La adolescente leyó en el tribunal una carta en la que pidió perdón a la madre de Collette y a toda su familia por el asesinato cometido. 

"Siento inmensa e intensamente lo que he hecho a su maravillosa hija", dijo. Expreso su pesar por el crimen cometido y aseguró: "Nunca me perdonaré lo que he hecho y no espero que me perdonen". El abogado de Wimberly explicó que su defendida, de acuerdo con el diagnóstico de un psiquiatra, padece una grave trastorno mental y que, la víspera de cometer el asesinato, se había ocasionado más de noventa cortes en el brazo con una cuchilla de afeitar.

16 oct 2012

Amelia Elizabeth Dyer


Amelia Elizabeth Dyer nació en el año 1829 en una pequeña aldea cercana a la localidad inglesa de Bristol, en el seno de una familia relativamente acomodada. Su padre era un maestro zapatero con una pequeña fortuna, algo que permitió a Amelia poder acudir a una escuela y obtener cierto grado de formación; algo que en aquella época no era demasiado usual para la hija de una familia no nobiliaria. 

Amelia Elizabeth Dyer Parece ser que incluso llegó a desarrollar una gran afición por la literatura en general, y por la poesía en particular. Su madre contrajo el tifus cuando la joven Amelia contaba con unos diez u once años, lo que la llevó a ser testigo de sus violentos ataques. La niña se vio obligada a cuidar de su madre hasta la juerte de ésta, acaecida en 1844. Dichas atenciones afectaron a Amelie de un modo traumático, y tal vez fuese esto lo que le hizo decantarse por aprender algo de enfermería. 

Posteriormente a la muerte de su madre, entró al servicio de un médico que la instruyó brevemente en las nociones básicas. Más tarde entró en contacto con una partera, gracias a quien descubrió que existía una forma de ganarse la vida bastante cómoda; se trataba de alojar a las madres solteras hasta el momento de dar a luz. En la era victoriana estaba muy mal visto que una mujer concibiese sin estar casada, lo que implicó que mucha gente se lucrase atendiendo a esas mujeres en sus casas y posteriormente cuidando de los niños. Amelie fue una de ellas. En estas “casas de acogida” lo cierto es que morían gran cantidad de criaturas; en numerosas ocasiones se achacaban a la debilidad de los bebés, aunque hoy en día sabemos que los opiáceos con los que los sedaban para que no molestasen fueron la mayor causa de mortandad indirecta. Al estar drogados, los niños no sentían necesidad de comer, lo que los llevaba a la muerte por malnutrición en un breve período. 

Sin embargo, la peculiaridad del caso de Amelia fue que por un pago y una cierta cantidad de ropa, les aseguraba a sus “clientas” que se haría cargo del bebé como si fuese suyo, ya que ella y su marido no podían tener descendencia. Aunque no se sabe con exactitud cuando se casó, numerosas investigaciones han concluído que cuando empezó a hacerse cargo de las criaturas ya estaba de hecho separada. Transcurrida una temporada, las autopridades empezaron a sospechar que a esta “cuidadora de bebés” le morían muchos niños, con lo que decidieron investigar si los óbitos se debían a causas naturales o no. Un hombre -cuyo nombre no ha trascendido- llegó a casa de Amelia y le dijo estar muy preocupado puesto que su hija había sido violada y, como médico, se había dado cuenta de que se encontraba en estado. Amelie no dudó en decirle que ella se haría cargo del bebé en cuanto naciese. Sin embargo, aquella historia era falsa. Aquel hombre había sido enviado por las autoridades para que entrase dentro de la casa de la “niñera” y comprobase las condiciones en las que eran mantenidos los niños. 

Cuando finalmente terminó la entrevista, el médico fue inmediatamente a comisaría a denunciar que lo que había visto era tremendo: niños a punto de morir de inanición completamente sedados con un producto muy común en aquellas épocas, el “Cordial de Godfrey”, un potente opiáceo. Amelia fue arrestada y, en vez de ser condenada a prisión o incluso a pena de muerte, finalmente fue condenada a seis meses de trabajos forzados, aparentemente tras la intercesión de su propio padre y de varios compañeros de gremio. Una vez cumplida la pena, Amelia volvió a su casa e intentó comenzar de nuevo a “cuidar” bebés. Sin embargo, su condena la había cambiado, y cuando volvió a la calle lo hizo abusando del alcohol y del “Cordial de Godfrey”. En el año 1890 se encontraba cuidando del hijo ilegítimo de una institutriz. Un dia esta fue a ver a su hijo y, cuando lo observó, se dio cuenta de que aquel bebé no presentaba una marca de nacimiento que ella le había visto en su cadera derecha. La institutriz se llevó inmediatamente a aquel niño y, venciendo sus reticencias, denunció el caso a las autoridades. Cuando la policía llegó a casa de Amelia, ésta fingió sentirse mal y al entrar en el lavabo, se bebió dos botellas de láudano en un claro intento de suicidio. Sin embargo, su alcoholismo le había brindado cierta resistencia física, lo que contribuyó a un pronto restablecimiento. La condenaron a dos años de internamiento en una institución mental. 

Una vez fuera, retomó sus actividades junto a una mujer que había conocido en el centro de internamiento, Jane Smith. Nuevamente, comenzaron a recaer sobre ella sospechas, con lo que realizó mudanzas de domicilio y ciudad con una alta frecuencia para despistar. En el año 1896, se encontraba en Reading, de nuevo en una “casa de acogida” junto a su socia, a la hija y al yerno de ésta . Al mismo tiempo, una joven y popular camarera había dado a luz un niño ilegítimo. Apesadumbrada, Evelina Marmon -así se llamaba la camarera- puso un anuncio en varios periódicos buscando una familia de acogida. Cuando compró a la tarde siguiente el periódico para ver si su anuncio había sido publicado, se topó con que justo al lado había otro que rezaba: Pareja casada sin descendencia adoptaría niño sano, para darle un agradable trato. 10 £ Respondió al anuncio y concertó una cita con la mujer que ofrecía la casa; se trataba de la hija de Jane Smith. Tras hablar durante unas horas, Evelina se convenció de que eran una buena familia para su pequeña Doris, con lo que se la entregó junto con una caja de ropa para la pequeña y las diez libras para ayudar en su manutención.

A los pocos días recibió una carta en la que se le decía que la niña estaba estupendamente. Ella respondió entusiasmada, feliz de que su pequeña tuviese una familia, e intentando concertar otra cita para ver su evolución. No recibió respuesta. Y tampoco volvió a ver a la niña. En lugar de volver a la casa de Reading, Jane llevó a la niña a Londres, donde Amelia la esperaba. Una vez con la niña en su poder, Amelia le hizo dos heridas en el cuello y le ató una cinta de costura al cuello, aunque no muy fuerte; esto debió causar una lenta agonía. Al día siguiente, Amelia llegó con otro niño y, al no encontrar mós cinta, desató la que había en torno al pequeño cadáver de Doris y procedió del mimo modo que el dia anterior. Una vez que el pequeño también falleció, los metió en una bolsa de lona junto a unos ladrillos y los arrojó al Támesis.

 El 30 de Marzo de 1896, un barquero encontró un bulto en el Río Támesis; en dicho paquete se encontraba un cadáver que fue identificado como el de Helena Fry, una niña que habían dejado al cuidado de una tal “Señora Thomas”. La policía acudió inmediatamente al domicilio de ésta y descunrieron que en realidad la sra. Thomas no existía: se trataba de Amelia Dyer. En la inspección de la casa notaron un fortísimo olor a descomposición, si bien no se encontró ningún resto humano. Sin embargo, sí se encontraron papeletas de empeño, trozos de conta con restos de sangre y numerosos telegramas acordando adopciones. Incluso encontraron un contrarto de arrendamiento de una casa: Amelia estaba apunto de judarse a Somerset. Amelia fue arrestada y acusada de asesinato. 

Mientras esperaba el juicio, los investigadores comenzaron a dragar el Támesis, encontrando otros seis cuerpos de niños en tan sólo dos días. El 22 de Mayo Amelia se confesó culpable del asesinato de Doris Marmon. Cuando sus allegados empezaron a testificar, las autoridades se dieron cuenta de que Amelia no había sido descubierta en numerosas ocasiones debido a cuestones de azar simplemente. En las tres semanas que permaneció esperando el veredicto, escribió una estremecedora declaración de culpabilidad que ocupó cinco cuadernillos. Cuando el dia anterior al fin del juicio un alguacil le preguntó si quería confesar algo, ella le entregó los cuadernillos y le preguntó a su vez: ¿Acaso esto no le parece suficiente? El jurado tardó cuatro minutos escasos en encontrarla culpable y sentenciarla a muerte. Amelia Elizabeth Dyer fue ahorcada en la cárcel de Newgate el miércoles 10 de Junio de 1896.

Según las estimaciones oficiales, sus crímenes totales estarían en un mínimo de 247 y un máximo de 400, superando incluso a la condesa Erzsébet Bathory

Marie Madeleine d’Aubray


Marie Madeleine d’Aubray, marquesa de Brinvillier-La-Motte, nació el 22 de julio de 1630. Era la mayor de cinco hijos que tuvo Antoine Dreux d’Aubray, señor de Offémont y de Villiers, Consejero de Estado, Preboste y Vizconde de París y Teniente Civil de París. Perdió la virginidad a los siete años con uno de sus propios hermanos. Tenía mucho amor propio y una naturaleza ardiente y apasionada. 

En el año 1651 se casó con Antoine Cobelin de Brinvilliers, barón de Nocerar, aportando al matrimonio una dote de doscientas mil libras, reuniendo entre ambos una gran fortuna. El marqués de Brinvilliers tenía amistad íntima con un capitán de caballería llamado Godin de Sainte Croîx, bastardo de una buena familia de Gascuña. Pronto fue el amante de Marie Madeleine lo que al parecer consentía el marido que a su vez tenía otras amantes. Pero para el padre de Marie Madeleine fue demasiado, se enfureció y consiguió que Sainte Croix fuese detenido y encerrado en La Bastilla el 19 de marzo de 1663. 

Fue al parecer en La Bastilla donde Sainte Croix aprendió todo lo relativo a la preparación de venenos con un tal Exili o Eggidi o Gilles, gentil hombre italiano que estuvo al servicio de la reina Cristina de Suecia. Cuando logró salir libre de la prisión, enseñó a su vez aquellos conocimientos a su amante. Poco tiempo después Exili fue deportado pero de alguna manera se escapó o regresó a París alojándose precisamente en la propia casa de Sainte Croix. Exili había aprendido a su vez la química de los venenos de un conocido químico de la época, el suizo Cristophe Glaser, establecido en París, autor de un célebre “Tratado de Química”, boticario del rey, y descubridor del sulfato de potasa que llevó su nombre. 

La Brinvilliers volvió con su amante apenas salido de la cárcel y se despertó en ella un profundo odio contra su padre responsable de la prisión de Sainte Croix. Tal fue su odio que decidió fríamente vengarse acabando con su vida y a la vez apropiarse así de la fortuna paterna. La Brinvilliers comenzó a visitar a los pobres y desvalidos de los hospitales a los que llevaba dulces, vino, galletas y otros regalos y pronto aquellos que atendía con tanto cariño aparente, morían. 

Hizo una diversión y un ensayo con el envenenamiento de los enfermos de los hospitales, observando el efecto de las sustancias que les administraba. Según las investigaciones de la época, envenenó también a varios criados “para ensayar”. Una vez que probó lo que llamaba “la receta de Glaser”, comprobando la impotencia de los médicos para descubrir las trazas del veneno en el cadáver, cuando estuvo segura del efecto, decidió el envenenamiento de su padre. 

El 13 de junio de 1666, Antoine Dreux d’Aubray, que hacía varios meses sufría extrañas molestias, decidió marchar a sus tierras de Offrémont, a escasas leguas de Compiêgne, rogando a su hija que le acompañase y pasara con él y sus nietos dos o tres semanas. Desde la llegada de la marquesa de Brinvilliers junto a su padre, el mal de éste empeoró, presentándose grandes vómitos cada vez más violentos, teniendo que ser trasladado a París para ser atendido por otros médicos. Su hija le acompañó. Marie Madeleine confesaría más tarde que había administrado veneno a su padre veintiocho, o tal vez treinta veces, bien con sus propias manos, biena a través de los lacayos. El envenenamiento duró ocho meses, al cabo de los cuales Antoine Dreux d’Aubray murió en París el 10 de septiembre de 1666. 

La condesa de Brinvillers envenenando a su padre, según un grabado de la época La autopsia mostró según los médicos que la muerte fue por “causas naturales”. Sin embargo corrió el rumor de que había sido envenenado. Una vez que se libró de su padre que era el crítico de su conducta licenciosa, Marie Madeleine ya no tuvo freno a sus pasiones y tuvo varios amantes a la vez, entre ellos un primo suyo de quien tuvo un hijo además de los que tenía de su marido y dos que tuvo de su amante Sainte Croix. 

Luego se enamoró del preceptor de sus hijos, un joven llamado Briancourt, bachiller en teología. Sus devaneos no le impedían sentir celos de su primer amante Sainte Croix que andaba con otras mujeres y de su propio marido que tampoco perdía el tiempo, especialmente con una joven la Srta. Dufay a quien la Brinvilliers pensó apuñalar. Mientras tanto, de la herencia paterna, le correspondió una parte que pronto dilapidó. A sus hermanos les había quedado sin embargo la mayor parte de la herencia. No vaciló en enviar a dos sujetos que le recomendó su amante para que asesinaran a su hermano mayor cuando viajaba en coche a Orleans, pero fracasaron en su intento. Como le urgía el dinero, se decidió a ensayar de nuevo el veneno. Para ello en 1669, consiguió hacer entrar como lacayo a un sujeto llamado La Chaussée en casa de su hermano Antoine. 

El lacayo usó una dosis tan fuerte de veneno que el Teniente Civil se dio cuenta. Pero La Chaussée hábilmente se excusó diciendo que serían restos de una medicina que tomaba y rápidamente tiró el líquido al fuego. Hubo un segundo intento el 6 de abril de 1670, por medio de un pastel del que comieron algunos de la familia sintiéndose enfermos. Antoine fue quien más sufrió. La Chaussée le atendía solícito y en cada bebida que tomaba le ponía más veneno. Los sufrimientos de Antoine eran cada vez mayores. La Brinvilliers mientras tanto confesó al preceptor de sus hijos y amante de turno, Briancourt, que estaba tratando de envenenar a su hermano. El martirio de Antoine duró tres meses, vomitando continuamente, adelgazando, secándose poco a poco y muriendo por fin el 17 de junio de 1670. El otro hermano murió tres meses después y en la autopsia realizada por los cirujanos Duvaux y Duprès y el boticario Gavart, se pudo comprobar que había sido envenenado. 

No sólo no pareció nadie sospechar de La Chaussée, sino que su difunto amo le dejó en su testamento “cien escudos por sus leales servicios”. Esta increíble Madame de Brinvilliers, como se sabría más tarde, intentó envenenar a su propia hija mayor porque “le parecía tonta”, aunque luego se arrepintió y le dio leche como contraveneno. Pero sus cómplices le exigían cada vez más dinero, teniendo que someterse a sus chantajes. Sainte Croix tenía guardados en una arqueta unos frascos de veneno y treinta y cuatro cartas de Marie Madeleine que la comprometían en los crímenes de sus familiares. Ella, al ver que su amante retenía las cartas comprometedoras, pensó en suicidarse usando sus mismos venenos. Como se envanecía de hazañas que no podía callar, una vez dijo a uno de sus criados que tenía en una botella que le mostró algo con qué vengarse de sus enemigos y que en aquella misma botella había bastantes sucesiones. Cuando fue sometida a proceso por sus crímenes aquella palabra se haría famosa y al veneno se le llamaría “polvos de sucesión”. En 1673, cansada al parecer de su señora de compañía, Mademoiselle de Villeray, la envenenó también. En sus confidencias a Briancourt, fue revelándole todos sus crímenes y le contó cómo había despreciado a sus hermanos a los que había envenenado. Quedaban aún vivas su hermana Therèse d’Aubray y su cuñada Marie-Therèse Mangot, la viuda de Antoine, que le reprochaban su conducta viciosa. Briancourt escribió a ambas avisándoles que tuvieran cuidado pues se pretendía envenenarlas. 

La Brinvilliers preparó una trampa a Briancourt a quien primero dio un veneno, que no le produjo al parecer el efecto deseado y luego encargó a Sainte Croix que le mandase apuñalar; cosa que también fracasó. Un tercer intento hubo al parecer pues Briancourt cuenta que un día alguien a quien no pudo ver le disparó dos tiros que no dieron en el blanco. Mientras tanto, el marido de la Brinvilliers, el marqués consentidor fue también objeto de las “atenciones” de su mujer que en varias ocasiones recibió varias dosis de veneno de mano de la envenenadora. Pero arrepentida más tarde, le cuidaba y le administraba un contraveneno. El pobre marqués no hacía más que tomar triaca magna y orvietan que por entonces se creía que eran potentes fármacos y por lo tanto preventivos del envenenamiento. Briancourt por su parte logró escapar de aquel enrarecido ambiente retirándose en un convento. 

Pero un acontecimiento imprevisto iba a tener lugar, el que serviría para descubrir los crímenes: la muerte de Sainte Croix en su misterioso laboratorio de la plaza Maubert, donde practicaba la alquimia tratando de hallar la piedra filosofal. Al parecer algunas emanaciones de las sustancias tóxicas que manipulaba y que respiró al romperse la máscara de vidrio que utilizaba, fueron las causantes de su final. Cuando Madame de Brinvilliers se enteró, su primer pensamiento fue: “¡La arqueta en la que están guardadas mis cartas comprometedoras!” y trató por diversos medios de obtenerlas sin conseguirlo. Sainte Croix había dejado un papel escrito al que puso por cabecera “mi confesión”. 

El comisario Picard se hizo cargo de las investigaciones el 8 de agosto de 1672 con el sargento Creuillebois. Éstos, en el registro realizado hallaron la arqueta con las cartas comprometedoras de las que deducirían toda la horrible historia de los crímenes, a pesar de que Sainte Croix en su confesión rogaba que la arqueta sellada se devolviese a Mme. de Brinvilliers por no contener nada de particular. Pero desobedeciendo aquel deseo, el comisario leyó las cartas y un documento por el que Mme. de Brinvilliers se comprometía a pagar a Sainte Croix treinta mil libras y las botellas conteniendo los venenos. El 22 de agosto el Teniente Civil citó a Mme. de Brinvilliers para examinar los escritos hallados, pero ésta envió a su procurador y huyó a Inglaterra. La Chaussée fue detenido. La viuda de Antoine presentó una denuncia contra los dos por el envenenamiento de su marido. La Chaussée, sometido a tortura, confesó ampliamente y fue condenado a muerte el 24 de mayo de 1673. Fue desmembrado en una rueda hasta que murió. La marquesa, por entonces, vivía miserablemente en Londres.

Hasta el mismo Luis XIV se interesó mucho por el proceso, puesto que implicaba a la alta nobleza. Quiso que la investigación se llevase adelante hasta sus últimas consecuencias y que todos los cómplices por alto que fuese su linaje fuesen descubiertos y condenados. Se solicitó la extradición de la Brinvilliers a Inglaterra y el rey de aquel país la concedió. Aunque tardó en conceder los deseos de Luis XIV, y para entonces Marie Madeleine ya había huido a los Países Bajos. Su marido, el desconcertante marqués de Brinvilliers se había instalado tranquilamente con sus hijos en la finca y castillo de su suegro, del que Luis XIV le ordenó salir y dejar todo aquello a la viuda de su hermano. 

El 25 de marzo de 1676 la marquesa de Brinvilliers fue por fin detenida en Lieja en el convento en que se había refugiado. La detención es un capítulo más rocambolesco aún en la historia de esta familia. El capitán Degrez, disfrazado de abad, consiguió interesar a Mme. de Brinvilliers en una cita amorosa, y ésta cuando esperaba una aventura galante más, se encontró con un oficial de policía. M. Degrez y dos arqueros que la detuvieron pocos momentos antes de que las tropas españolas entrasen en Lieja. La marquesa de Brinvilliers llevaba consigo en el momento de ser detenida una confesión escrita de todos sus crímenes que sería más tarde publicada por Armand Fouquier en su obra “Las Causas Célebres”. Conducida a Maestricht, fue encerrada el 29 de mayo en la prisión de la ciudad. Intentó suicidarse tomando fragmentos de vidrio molido de un vaso que había roto, y además tragó alfileres, pero todo en vano. No murió de aquel intento. Un tercer intento de suicidio fue más horrible todavía, introduciéndose un bastón por la vagina. Curada de todos aquellos intentos trató de comprar a uno de sus guardias para escapar de la prisión, matar al policía Degrez al que odiaba y al criado que la atendía, robar la caja donde Degrez guardaba su confesión escrita, coger caballos y huir. Todo en vano.

Fue trasladada a París y encerrada en la Conciergeríe el 26 de abril. Desde allí escribió cartas a sus amistades que uno de los guardianes prometía entregar, cuando en realidad eran entregadas a los magistrados. Comenzó el proceso contra esta increíble mujer el 29 de abril de 1676. Ella negó con obstinación todos los cargos y pruebas, incluso sus confesiones. Se la acusó de asesinatos, de sodomía y de incesto. Briancourt compareció ante el Tribunal haciendo un detallado relato de la vida de su ex-amante. Briancourt entre sollozos se dirigió a ella en el curso del último careo exclamando: “Os advertí muchas veces señora de vuestros desórdenes, de vuestra crueldad y que vuestros crímenes os perderían” a lo que ella respondió: “Siempre habéis sido un cobarde Briancourt, y ahora tampoco tenéis valor. Lloráis”. Durante todo el proceso no se descompuso el rostro de Marie Madeleine. Siguió negando todo. Conservó siempre su mente clara y una mirada dura en sus ojos azules.

Los esfuerzos extraordinarios del abogado defensor M. Mivelle fueron inútiles. El Presidente del Tribunal anunció que le enviaría una persona de gran virtud que la consolaría en sus últimos momentos y trataría de salvar su alma, el abate Edmond Pirot, teólogo y profesor de la Sorbona, conocido en toda Europa por sus discusiones con Leibnitz. El abate Pirot ha contado el último día de Mme. de Brinvilliers minuto a minuto en dos volúmenes que constituyen un verdadero monumento literario. Consiguió con su bondad y su habilidad convertir en cera aquella roca dura. Ella le contó todos los pormenores de su vida, con una sangre fría que dejó asombrado al abate. Escribió una carta a su marido desde la prisión pidiéndole perdón por toda la ignominia que había hecho caer sobre la familia y especialmente sobre él y sus hijos y lloró amargamente ante las palabras que le dirigió el buen sacerdote, para estimular su arrepentimiento. Le habló de sus hijos a los que decía amar tiernamente y que no había querido verlos para que no les quedase una imagen amarga de su madre. 

El 16 de julio de 1676 se leyó la sentencia: “La Corte ha declarado a la dicha d’Aubray de Brinvilliers culpable de haber envenenado a su padre M. Dreux d’Aubray y haber hecho envenenar a sus dos hermanos y atentado contra la vida de su hermana (no se habla de más muertes ni de sus ensayos). Por ello se la condena a presentarse en la puerta principal de la iglesia de Notre Dame de París, con los pies desnudos, la cuerda al cuello, manteniendo en sus manos una antorcha ardiente de 2 libras de peso y allí de rodillas declarar que por venganza y para apoderarse de sus bienes envenenó a su padre, a sus dos hermanos y atentó contra la vida de su hermana, de todo lo cual se arrepiente y pide perdón a Dios, al Rey y a la Justicia. Y en la plaza de la Grève de esta villa le cortarán la cabeza en el cadalso levantado en la dicha plaza. Luego su cuerpo será quemado y las cenizas aventadas…” 

Después de la lectura de la sentencia, la llevaron a la sala de torturas. Al entrar dijo: “Señores, es inútil eso. Yo diré todo sin olvidar un detalle. Negué todo durante el juicio porque así creía defenderme y no creí estar obligada a confesar nada. Se me ha convencido de lo contrario y os aseguro que si hubiese hablado hace tres semanas con la persona que me habéis enviado ayer, haría tres semanas que sabríais toda la verdad”. Después, levantando la voz hizo una declaración de todos sus crímenes. En cuanto a la composición de los venenos que usaba, sólo sabía que llevaban arsénico, vitriolo y veneno de sapo.

El único antídoto que ella conocía era la leche. Como cómplices sólo tuvo a Sainte Croix y los lacayos. Los jueces consideraron que había hablado sinceramente, pero la tortura era exigida por el reglamento y así se la sometió a la tortura del agua, la más cruel que se aplicaba por entonces en París. Madame Brinvilliers siendo torturada Se hacía beber enormes cantidades de agua al condenado, lo que producía una gran dilatación del estómago e intestinos y con ello horribles dolores. Pirot con sus palabras había doblegado aquel carácter de hierro y entregado a los jueces a la condenada sumisa y resignada. Pero la tortura cambió su actitud que se transformó de nuevo en odio a todo y a todos. Pero pasado el mal rato, el P. Pirot con su voz amable y bondadosa la hizo volver a su anterior estado de paz interna. Permaneció unos instantes de rodillas ante el altar de la capilla para marchar luego al suplicio, descalza, con la camisa de los condenados, en una mano el cirio de los penitentes y en la otra un crucifijo. 

Al salir de la Conciergeríe fue subida a una carreta muy estrecha donde apenas podían permanecer la condenada, el verdugo y el P. Pirot. La carreta avanzaba hacia la plaza de la Grève. Las calles estaban llenas de gentes curiosas que iban a presenciar el ajusticiamiento. Un dibujante, Le Brun, le hizo un dibujo que hoy se expone en el Museo del Louvre de París con el N. 853 a lápiz rojo y negro, considerado como una obra de arte. Se ve en él la silueta del abate Pirot detrás de la condenada. La gente la insultaba al paso aunque otros la compadecían. Subió al cadalso con entereza y dijo al sacerdote: “No os vayáis antes de que mi cabeza haya caído. Me lo habéis prometido. Os ruego me perdonéis el tiempo que os he quitado… Os ruego que digáis un De Profundis en el momento de mi muerte y mañana una misa. Rogad a Dios por mí”. A lo que contestó Pirot: “Haré lo que me pedís”. Y cuenta en su estremecedora obra el abate Pirot: “Se arrodilló seguidamente sobre el cadalso con la cara vuelta hacia el Sena. No estaba asustada. Sufrió pacientemente cuanto le hizo el verdugo para prepararla, cortándole los cabellos, haciéndole mover la cabeza en distintas formas, incluso a veces con rudeza. 

Ella se sometió a esta vergüenza pública con paciencia. Se dejó atar las manos como si le hubiesen puesto brazaletes de oro y se dejó poner la cuerda al cuello como si hubiese sido un collar de perlas”. Luego dijo: “Quisiera que me quemaran viva para hacer mi sacrificio más meritorio”. El abate Pirot cantó la Salve y el pueblo le acompañó. Entonces dijo a la condenada que le iba a dar la absolución: “Renovad vuestra contrición”, Y le dio la absolución, pronunciando las palabras sacramentales porque el tiempo apremiaba. 

La cara de Mme. de Brinvilliers irradiaba esperanza y alegría, serenidad y la ternura del arrepentimiento bien diferente de aquello que debió sentir cuando eliminaba a sus familiares. Sonó un golpe sordo. La cuchilla hizo su trabajo tan limpiamente que por un instante la cabeza parecía que no quería separarse del cuerpo. “Señor, dijo el verdugo al abate, ¿no os parece que ha sido un bello golpe? Yo me encomiendo siempre a Dios en estas ocasiones. 

Le haré decir seis misas a esta señora”. El cuerpo fue llevado a la pira, donde las llamas pronto la consumieron. Después las cenizas fueron dispersadas, pero el pueblo, siempre imprevisible, se acercó al lugar para llevarse los restos calcinados.

Anna Maria Zwanziger


Nacida como Anna Schönleben- nació el 7 de Agosto de 1760 en Nuremberg (Alemania). No se sabe nada a cerca de su infancia y primera juventud, aunque trascendió que se había casado con un hombre que era alcohólico. Se quedó viuda en el año 1800, a los cuarenta años, cuando su marido murió a consecuencia de su afición a la bebida, posiblemente por cirrosis. 

No obstante, antes de morir su marido dilapidó la herencia que Anna había aportado al matrimonio ya que quedó huérfana antes de casarse, dejándola prácticamente en la indigencia. Intentó trabajar en una fábrica de juguetes cercana a su domicilio, aunque la acabaron rechazando tras dos semanas puesto que era más lenta que las niñas que podían trabajar por la mitad de sueldo. 

Entonces, comenzó a pedir trabajo en el servicio doméstico con la esperanza de, tal vez, encontrar un nuevo marido. Su primer trabajo en este aspecto fue en la casa de un juez, el juez Glaser. El juez Glasser en aquel momento necesitaba a alguien en su casa puesto que se hallaba separado de su mujer, aunque en la época que Anna comenzó a trabajar en su casa estaban iniciando conversaciones para solucionar sus problemas. 

En un intento porque esa reconciliación no llegase, Anna echaba pequeñas dosis de arsénico en el té que le preparaba a ella cuando venía a conversar con su marido. Unas visitas más tarde, la mujer del juez comenzó a sentirse enferma y moriría posteriormente en su propia casa entre grandes dolores estomacales. No obstante, el juez Glasser se sintió muy dolido por esta muerte y decidió no volver a casarse, para desgracia de Anna Maria. 

Tras intentar que reconsiderase su idea, Anna acabó suplicándole que se casase con ella, a lo que el juez Glasser no sólo no accedió, si no que decidió despedirla. Como había tratado con varios jueces a lo largo de su estancia en la casa de Glasser, acudió a casa de otro juez a pedirle trabajo. 

El juez Grohmann la aceptó, en parte porque le daba pena ya que había trabado cierta amistad con ella en su anterior trabajo y sabía de su penuria económica, y en parte porque no estaba satisfecho con su actual sirvienta, a quien despidió inmediatamente. 

Anna Maria se alegró sobremanera, puesto que el juez Grohmann estaba soltero a la sazón. Sin embargo, poco después de su entrada en aquella casa, Anna vería truncadas sus esperanzas cuando el señor Grohmann le anunció que contraería matrimonio el verano siguiente. Despechada, esa misma noche le sirvió a su patrón un plato de sopa cargado de arsénico; el juez moriría agónicamente horas después. 

También intentó envenenar a los dos jardineros de la propiedad con quien estaba enemistada, aunque éstos correrían mejor suerte que su señor. Tras quedarse nuevamente sin trabajo, decidió visitar a otro juez, el juez Gebhard, quien estaba muy a menudo en casa de su compañero Grohmann y quien simpatizaba con Anna Maria. 

Decidió contratarla por descargar algo de trabajo a su ama de llaves, quien ya se estaba haciendo muy mayor (se cree que en aquella época contaba con unos 85 años) y llevaba toda su vida trabajando para la familia Gebhard. Nuevamente, la esposa de su jefe copmenzó a tener graves problemas de salud de forma sorprendente, y fallecería tan sólo diez días después de la llegada de Anna a la casa. 

El juez Gebhard comenzó entonces a pensar que era demasiada coincidencia que en cada casa en la que Anna Maria empezaba a trabajar comenzasen a su vez a producirse muertes. Poco después de la muerte de la señora de la casa dos sirvientes empezaron a tener problemas de salud similares, e incluso el hijo pequeño del juez mostró síntomas similares. 

Los empleados sobrevivieron, aunque el niño murió una noche tras haber merendado una única galleta; galleta preparada por Anna Maria y que estaba “aliñada” con arsénico. Examinando los restos de comida de la servidumbre, el juez notó la presencia de arsénico. Cuando fue a hablar con Anna Maria ésta ya había desaparecido. Como precaución, antes de avisar a la policía y poner a Anna en busca y captura, el juez examinó los alimentos de la despensa. 

El tiempo demostró que eso fue un acierto: Anna había dejado arsénico tanto en la sal como en el azúcar, lo que hubiese causado más envenenamientos aún estando ella ausente. Tras una búsqueda complicada por toda Alemania fue apresada en Octubre del año 1809. En los interrogatorios (que se extendieron a lo largo de varios meses) Anna Maria confesó su culpabilidad y relató con asombrosa calma todas las muertes y envenenamientos que había causado. Fue condenada a muerte. Finalmente, el 17 de Septiembre de 1811 fue conducida hasta la guillotina. Antes de ser decapitada el verdugo le preguntó si quería decir las últimas palabras. 

Ella no mostró arrepentimiento, diciendo que volvería a hacerlo sin dudarlo y que era una suerte que la guillotinasen porque probablemente nunca hubiese dejado de emplear a su “mejor amigo” que es como llamaba al arsénico.

Kate Bender


La familia Bender era una familia compuesta por un matrimonio (John y Marli) y sus dos hijos, Kate y John. Eran de origen alemán y llegaron a Estados unidos en torno a 1870. Se establecieron en el condado de Labette (en Kansas), lugar donde abrieron una pequeña tienda de comestibles y una posada. Cartel ofreciendo una recompensa por la captura de la familia Como John (el patriarca) no fue capaz de aprender inglés correctamente, necesitaba a su hija para poder llevar los negocios. 

Pronto la joven Kate, una muchacha muy guapa y con gran don de gentes, se proclamó curandera y medium. Una vez cerraban la tienda, la joven Kate atendía a los clientes en el salón de su casa. Dicha habitación estaba dividida al medio por una gran cortina, que era el lugar donde la joven ejercía de “intermediaria con los muertos”. Cada vez que llegaba un cliente rico, lo pasaban inmediatamente a esa habitación, a veces en detrimento de la gente que podía llevar horas esperando su turno. Mientras Kate distraía a los clientes, John o su hijo se acercaban sigilosamente por la espalda de la víctima y de un martillazo acababan con su vida. Posteriormente degollaban metódicamente a cada víctima para asegurarse de su óbito. 

Una vez asegurados de que el “cliente” estaba muerto, lo enviaban al sótano a través de una trampilla camuflada en el suelo, donde más tarde desnudarían el cadáver, se apropiarían de todo lo que tuviese el mínimo valor y luego lo enterrarían, generalmente en el jadín. En la primavera de 1873 llegó un cliente bastante acaudalado a la posada. Era el doctor William York, quien se encontraba de viaje desde el cuartel de Fort Scott hacia su casa. Le había dicho a su hermano que lo más probable es que parase en esa posada a descansar, ya que le habían hablado bien de ella. Sin embargo, nadie volvió a ver al doctor York. Intrigado por su desaparición, el hermano del doctor, el coronel Edmund York se presentó en la posada la tarde del día 4 de Mayo de 1873. 

Una vez allí, les preguntó si habían visto a su hermano, pregunta a la que la familia Bender al completo respondió diciendo que no. Como era tarde, el coronel decidió quedarse allí esa noche. Se encontraba fumando con su pipa en el salón después de cenar cuando de repente observó una cajita de oro que le resultaba vagamente familiar. La abrió y se encontró con las fotos de su cuñada y su sobrina. Inmediatamente salió de la posada para regresar al día siguiente con el alguacil y varios militares, pero encontraron el lugar vacío; los Bender habían huído. 

Comenzaron entonces a registrar la propiedad y se encontraron con doce montículos entre unos arbustos. En aquel luigar había al menos doce cuerpos. Por supuesto, el hermano de Edmund también estaba; de hecho, estaba sepultado cabeza abajo y con los pies casi a la vista. No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió con la familia Bender. Uno de los grupos de búsqueda que se organizaron (aprovechando el rango militar de Edmund York) dijo haberlos encontrado. 

Según narra el documento, fusilaron al matrimonio y al hijo, mientras que a Kate la quemaron viva. De todos modos, la búsqueda prosiguió durante casi cincuenta años, hasta la muerte del coronel York, y se ofrecían recompensas por su captura.

 Se detenía a toda pareja de mujeres que viajasen solas, aunque nunca se supo que se hallase a Kate y a su madre. Incluso se llegó a enviar a dos mujeres desde Detroit acusadas de ser ellas; sin embargo, nunca fueron juzgadas.

Mary Lee Orsini


11 de agosto de 2003

Mary "Lee" Orsini, la mujer de North Little Rock que estaba cumpliendo cadena perpetua por el asesinato en 1982 de Alice McArthur de Little Rock, murió de un aparente ataque al corazón la madrugada del lunes, el Departamento de Correcciones portavoz Dina Tyler confirmado. 

Estaba a menos de una semana de su cumpleaños 56. Orsini, una reclusa de la Unidad del departamento McPherson cerca de Newport, se quejó de dolores en el pecho aproximadamente a 1:45 am.

En la enfermería de la prisión, un ECG se realizó y se le dio la nitroglicerina, dijo Tyler. Cuando sus síntomas empeoraron, fue llevada a un hospital de Newport, donde los médicos de urgencias declaró muerta a las 3:49 am .

La autopsia se llevará a cabo por la Oficina del Médico Forense del estado. Tyler dijo Orsini no tenía antecedentes de enfermedades del corazón. 

Alice McArthur era la esposa de un abogado llamado William C. "Bill" McArthur, que había representado a Orsini en una investigación sobre la muerte a tiros en 1981 de su esposo, Ron Orsini. 

Alice McArthur fue muerta a tiros en su casa Pleasant Valley 2 de julio de 1982 por Eugene "Yankee" Hall y Larry McClendon, quien se hizo pasar por repartidores floristería. 

El 2 de julio de 1982, por la tarde, Alice fue encontrada muerta a tiros en su casa del oeste de Little Rock. Esa tarde, cerca de las 4:20 pm, un vecino vio un automóvil sin placas en la entrada de la víctima. Observó a un hombre negro, llevando flores, era Larry McClendon, uno de los cómplices. Entonces vio que el conductor del coche, un hombre de raza blanca, sal del coche y caminar hacia la puerta. El hombre blanco era Eugene "Yankee" Hall, el otro cómplice.

Orsini fue declarada culpable de contratar a Hall y McClendon, para asesinar a Alice,  fue declarada culpable del asesinato de su marido también.

Stacey R. Wallace Castor


30 de Enero de 2009

Stacey Castor una mujer de 41 años de edad y residente en Syracuse (Nueva York) está siendo enjuiciada por las muertes de dos ex esposos e intento de asesinato contra una hija suya. 

La acusada niega los cargos, pero si el jurado la declara culpable enfrenta dos cadenas perpetuas consecutivas. Los fiscales dijeron al jurado que el caso es digno de una de las mejores películas de terror de Hollywood. Castor, según los fiscales, envenenó a David Castor y Michael Wallace con una veneno tóxico que presuntamente ella misma hizo mezclando etileno glicol, alcohol y pastillas. El veneno, similar al cianuro, es uno de los más rápidos y mortíferos en los humanos. David fue hallado muerto el 25 de agosto del 2005 y fu acusada por la muerte de Michael en septiembre del 2007. 

Los fiscales sugieren que ella también trató de matar a su hija Ashley Wallace de dándole otra mezcla con vodka y una sobredosis de medicamentos recetados. Está acusada de asesinatos en segundo grado e intento de homicidio, lo que le sumaría otros 25 años a una posible sentencia de por vida en la cárcel. Ella se defendió en la corte diciendo que la muerte de su primer esposo fue un “suicidio” y la del segundo de un “ataque al corazón”, pero los acusadores sostienen que pruebas forenses comprobaron que se trató de muertes por envenenamiento. El veneno utilizado supuestamente por la mujer es usado por los fabricantes de anti congelantes y es una sustancia química altamente tóxica. 

Después que los médicos diagnosticaron que Wallace falleció de un ataque cardíaco, fiscales del condado Cayuga, exhumaron sus restos para un segundo peritaje forense y hallaron el veneno en su sangre y médula, determinando que había muerto por la ingestión de etinglelicol. -¿Mataste a David Castor por intoxicación con anti congelante?, le preguntó a la mujer su abogado defensor Charles Keller. -Absolutamente no”, respondió la acusada, agregando sin emoción que “amaba” profundamente al difunto. 

La misma respuesta la dio cuando el mismo abogado la interrogó acerca de la muerte de Wallace y el intento de asesinato contra su hija. La hija testificó ante el jurado que después de la exhumación de los restos de su padre, la madre la invitó a beber para que celebraran la entrada de la muchacha a la universidad. Al denegar que tratara de matar a la hija la señora Castor dijo que sufrió un ataque de histeria cuando se enteró que su vástago quería “suicidarse”. 

 El juicio prosigue hoy viernes en la Corte Suprema de Syracuse al Norte del estado de Nueva York.

Sharon Lynn Douglas Nelson


Sharon Lynn Fuller Douglas Nelson Harrelson es una viuda negra que se caso con muchos hombres, pero solo amo a uno. 

El matrimonio para Sharon era una salida. Una forma de salir de la casa de los padres que era una "prisión" religiosa, ya que creció en un estricto hogar Adventista del Séptimo Día y odiaba cada minuto de vivir ahí, ya que eran largas jornadas charlando con señoras de la iglesia. 

Ella se casó con Michael "Mike" Fuller. Mike era un joven ministro de la iglesia Adventista del Séptimo Día, por lo que Sharon, en cierto sentido, su vida como esposa no es muy diferente a la de su infancia, siendo hija de un ministro. 

El matrimonio era también un medio para un fin de Sharon. Un medio para autos nuevos joyas, y una casa en la montaña con valor de $ 100.000 y 2 hijos En poco tiempo Sharon estuvo involucrado en los "asuntos intensos", una vez con un miembro de la congregación de su marido en Carolina del Norte, dando lugar a que su familia se mudara a Colorado. 

La medida, sin embargo, hacen muy poco para frenar los deseos de la carne, Sharon se divorciaron Mike, pero directamente cae en los brazos y termina casada con el Dr. Perry Nelson, un optometrista en Rocky Ford, Colorado. 

En poco tiempo, este segundo matrimonio también se producen dos niños, pero la madre de ahora cuatro hijos, todavía no podía controlar sus deseos ninfimanos, y termino con otro hombre llamado Gary Starr Adams, quien era un ignorante, típico campesino de Colorado, de aspecto tosco, fue el único hombre que realmente amo.. y es indiscutible que su amor fue devuelto incondicionalmente. 

Pero Gary no pudo proporcionar Sharon el estilo de vida que ella quería. 

Él no tenía influencia o dinero, así que Gary tuvo que conformarse con ser sólo un amante, secreto y de lejos. El Dr Perry estaba harto de Sharon, pero ella no iba a desaparecer en silencio y con las manos vacias, los rumores de divorcio nacieron, Sharon convenció a su amante para matar a su marido. De esta manera, ella podría mantener a los niños y el dinero, y podían estar juntos. Gary fue quien asesino al Dr. Nelson, y Sharon quedó con el dinero y los niños. Pero Gary siguió siendo sólo una cama caliente para Sharon. 

Entonces conoció y se casó con el bombero Glen Harrelson. Además de la garantía financiera que ofreció Sharon, realizó también un seguro de vida considerable. Así que cuando este matrimonio comenzó a deteriorarse al igual que los otros, Sharon llamó a su amante de la montaña una vez más para "rescatarla" 

Esta vez, sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado y lo que se supone que se vea como una muerte accidental fue declarado legítimamente un homicidio. Sharon sabía que estaba en problemas. 

Sentada en un Pizza Hut en Denver, Sharon se había citado con Gary, pero los detectives de homicidios no eran idiotas. Después de algunos meses de investigación, fue atrapada y condenada, su posible libertad condicional podría ser en 2029. 

Gary Adams actualmente se encuentra en una cárcel de Colorado. El no será elegible para libertad condicional hasta que cumpla 87.

Tiana Browne


Tiana Browne, tenía 15 años, cuando fue arrestada usando los tenis que le quitó a su prima luego de propinarle 49 puñaladas en el cuello con cuchillo de la cocina. Shannon Braithwaite, de 16 años, era una estudiante en la Escuela de Vanguard a quien le encantaba bailar, fue encontrada en un charco de sangre por su madre después de que la señora regresara de la iglesia, las había dejado solas. 

La tía de Tiana, la había "adoptado", por que era una adolescente llena de problemas, pero no salio bien y le pidió a la madre de Tiana que se hiciera cargo de ella, ya que la tía no podía controlarla. 

Browne, quien enfrenta cargos por homicidio en segundo grado, confeso el crimen y también le quitó el celular, una cámara y un MP3 a la víctima. 

 Fue condenada a cadena perpetua en 2008, tiempo después el Juez declaro Nulo el juicio por que el testigo clave, tenía antecedentes penales.

Helen Patricia Moore



En mayo de 1979, en los suburbios del oeste de Sydney, de 17 años, Helen Patricia Moore asesino sofocando a Suzanne McIntosh, su prima de 16 meses a quien cuidaba, Helen era su niñera. La muerte de Suzanne, la dictaminaron como muerte súbita. 

En enero de 1980, Moore intentó sofocar otro niño, 12 meses de edad Vaughan Nicholas, que tenia a su cargo, ella lo dio por muerto y volvió al sillo a ver la televisión tranquilamente. Un rato más tarde, el bebé empezó a llorar, ella llamó a la ambulancia y el niño se recuperó por completo. 

A pesar de este último incidente sospechoso, los puestos de trabajo de niñera seguían llegando y en 01 de febrero 1980 Helen termino sofocado a un pequeño de dos años llamado Aaron Crocker, con una almohada, una vez más no terminar el trabajo correctamente. Pero Aaron sobrevivió pero quedó ciego y paralizado y murió varios años más tarde, como resultado del ataque. Unas semanas más tarde el 24 de febrero de 1980, Rachel de 2 años murió mientras estaba bajo el cuidado de Helen Moore. 

En marzo de 1980, el hermanito de siete años de edad de Helen Peter fue encontrado muerto en el fondo de la escalera en la casa familiar, sólo entonces su madre Jesse logro darse cuenta de que algo pasaba. Llamó a la policía y toda la historia salió, logrando la confesión de Helen de los asesinatos de los otros niños.  

El juez le dictamino cadena perpetua, pero 13 años más tarde apelo, y en 1993 Helen fue dejada en libertad.

15 oct 2012

Susana Manzano de Bustamante

Una mujer argentina mató a su hija de 17 años porque creía que estaba poseída por el demonio y fue capturada cuando se dirigía a una capilla junto a un menor al que consideraba "un enviado de Dios". 

El caso de Susana Manzano y su hija Jorgelina Bustamante conmocionó a la ciudad de Necochea, a unos 500 kilómetros de Buenos Aires, en la costa atlántica, y provocó también la detención de una parapsicóloga como presunta instigadora, informó hoy un diario local. 

Según el matutino de Necochea Ecos diarios, la parapsicóloga es sospechosa de "ejercicio ilegal de la medicina, usurpación de títulos e instigación al delito". El crimen ocurrió el pasado viernes, pero no trascendió hasta hoy, cuando los medios locales publicaron los macabros detalles de lo que la policía encontró en la humilde casa de la familia. 

Antes, habían detenido en la calle a una mujer que caminaba cubierta solo por una bata y una colcha ensangrentadas, acompañada por un niño y que parecía tener sus facultades mentales trastornadas. Cuando fue detenida, la mujer dijo que se dirigía a un templo cercano a entregar al párroco los ojos de su hija para que los bendijera, pero, según Ecos Diarios, no los tenía consigo, porque los perdió en el camino. En la cocina de la vivienda familiar los agentes encontraron en medio de un charco de sangre el cadáver de Jorgelina, con una soga en el cuello, sin globos oculares, un hierro insertado en la vagina y la cara y la cabeza destrozadas a golpes, además de señales de puñaladas y golpes por todo el cuerpo. 

 Según Ecos Diarios, la policía cree que el crimen de Jorgelina fue consecuencia de un ritual de purificación, pues en la casa se hallaron fotos rotas y otros elementos que se utilizan en estos casos, como una cantidad importante de algodón. La madre relató a la policía que la víctima "estaba poseída por el demonio" y que el menor que la acompañaba, de 10 años, era un "enviado de Dios". 

 El padre de la joven asesinada no se encontraba en casa cuando se produjo el crimen, pues trabaja en otra ciudad durante la semana, pero si estaba la abuela paterna de Jorgelina. Desde el mismo momento en que se conoció el hecho, la investigación se orientó hacia un posible "delirio místico". En ese contexto se detuvo como sospechosa a una parapsicóloga a la que Susana Manzano visitaba periódicamente, identificada por Ecos Diarios como Marita Nazar.