27 oct 2011

Marilyn Plantz

Las autoridades del estado de Oklahoma han ejecutado a una mujer que hace 13 años asesinó a su marido para cobrar su seguro de vida. Marilyn Kay Plantz, de 40 años y madre de dos niños, es la segunda mujer a quien este año se aplica la pena de muerte en ese estado.

La mujer recibió una inyección letal en la Penitenciaría-Estado de McAlester, ha explicado un portavoz oficial. La primera mujer ejecutada este año en Oklahoma fue Wanda Jean Allen, ejecutada el pasado 11 de enero por el asesinato de su amante, otra mujer, durante una pelea. Plantz fue declarada culpable de planear el asesinato de su marido, que fue llevado a cabo por su amante, William Clifford Bryson, y un cómplice. Por este delito, Bryson fue ejecutado en junio del año pasado y su cómplice fue condenado a cadena perpetua. Atada a una camilla y poco antes de ser inyectada en un brazo, la mujer agradeció la presencia de siete testigos, entre ellos tres primos suyos. «Quiero decir que amo a toda mi familia, especialmente a Trina y Chris [sus dos hijos]», aseguró. 

 Durante el juicio, las autoridades señalaron que Marilyn Plantz esperaba cobrar 300.000 dólares del seguro de vida de su marido, quien había sido asesinado por Bryson y su cómplice en el interior de un vehículo al que posteriormente prendieron fuego. Fuentes judiciales han indicado que la pena de muerte fue decidida después de que los miembros del jurado establecieran que el asesinato había sido cometido por remuneración y ejecutado con extrema crueldad. En lo que va de año se han llevado a cabo 11 ejecuciones en el estado de Oklahoma y en este mes se espera se aplique la pena de muerte a otras dos personas.

25 oct 2011

Aurora Rodríguez Carballeira


La mañana del sábado 9 de junio de 1933, Aurora Rodríguez Carballeira se acercó al dormitorio de su hija donde ella dormía y se detuvo en frente de ella durante unos segundos para observarla. Seguidamente con la frialdad de un asesino sin escrúpulos le disparó dos veces en la cabeza, otra en el corazón y la última en el pecho. Cuatro disparos hicieron falta para asegurarse de que su hija estaba muerta. Terminado su “proyecto” se dirigió a la comisaría donde se entregó.

Aurora Rodríguez Carballeira era la tercera hija de un matrimonio acomodado. Apenas estudio durante su juventud. Sin embargo cuando se quedó sola en casa comenzó una carrera cultural sin precedentes. Durante un periodo de su vida vivió con su hermana que había sido madre soltera. Crió al niño de esta como si fuera suyo. Le enseñó a tocar el piano y llegó a convertirse en el “Mozart español”, el celebre Pepito Arriola. Sin embargo, su hermana se llevó al niño y ella se sintió sola. Fue entonces cuando decidió tener un hijo. Eligió a un hombre, un marino de 35 años con el que tuvo unos “20 encuentros” hasta cerciorarse de quedar embarazada. Cuando esto ocurrió abandonó al marino. Durante la gestación se sometió a una dieta nutritiva rigurosa, a ejercicios calisténicos y ponía el reloj despertador a cada hora para cambiar de postura mientras dormía, para no perturbar el desarrollo del feto.

A su hija la llamó Hildegart. A los tres años sabe leer, a los diez habla alemán, inglés y francés. Concebida como experiencia científica, la niña carece de infancia. Se dedica al estudio constante, con dos temas prioritarios: la filosofía racionalista y todo lo relacionado con el sexo. Su madre piensa que es la única forma de que no caiga en la trampa que esteriliza el talento de muchas mujeres. A los 13 años acaba el Bachillerato, a los 17 se licencia en Derecho y comienza la carrera de Medicina. Alcanza prestigio internacional en el campo de la sexología y siente ansias de independencia y libertad, por lo que se enfrenta a su madre. Hildegart era una chica “poco agraciada”, pero pronto comenzó a arreglarse, a vestirse elegante y fue entonces cuando los hombres ya no solo la veían como una chica inteligente sino como una chica atractiva. Empezó a salir con hombres, a cartearse con ellos y a salir del hogar familiar. A su madre todo esto no le gustaba, estaba viendo que su hija se estaba apartando de su “proyecto” la amenazó con suicidarse sino cambiaba, pero Hildegart no le hizo caso. Aurora Rodríguez fue condenada a 26 años, ocho meses y un día de prisión. Pero no cumplió su castigo: la mañana del 18 de julio de 1936 desapareció de la cárcel (se ignora si se fugó o la liberaron), y no volvió a saberse nada más de ella.

23 oct 2011

Las hermanas diabólicas


Gabriela Vásquez, de 21 años, asesinó a su padre a puñaladas “para liberarlo del demonio” e intentó hacer lo mismo con su hermana de 29, quien también participaba del exorcismo. El sangriento episodio, ocurrido en una casa de Villa Urquiza, parece escapado de un film de terror.

La escena que los policías presenciaron cerca del mediodía del lunes 27 de marzo de 2000 en la vivienda de Manuela Pedraza 5873, casi esquina Ceretti, fue tan o más escalofriante que cualquiera de las que puede verse en El exorcista (1973), la película de William Friedkin basada en el best-seller de William Peter Blatty.

Luego de concurrir al lugar ante una denuncia de los vecinos por ruidos molestos y alertados por los alaridos provenientes del interior, los agentes de la Comisaría 49ª rompieron el cristal esmerilado de la puerta de entrada y fueron testigos del momento exacto en que el dueño de casa era apuñalado repetidamente en la cara por su hija menor.

Cuando por fin pudieron derribar la puerta e ingresar se encontraron con un cuadro espantoso: el cuerpo sin vida de Juan Carlos Vásquez (50) yacía en el living sobre un charco de sangre tras haber recibido más de cien tajos en todo su cuerpo. A su lado estaban sus hijas Gabriela (29), muy herida, y Silvina (21), quien aún tenía en su mano el cuchillo Tramontina que había utilizado para consumar su propósito y con el que también pretendía matar a su hermana. Las chicas, que al igual que el padre estaban desnudas y bañadas en sangre, se hallaban en estado de trance y con la mirada extraviada.

“¿Qué quieren? Esto no es real, váyanse”, les gritó Silvina a los policías con voz ronca, casi de hombre. “El diablo estaba en papá. Mamita, mamita [la madre había fallecido años antes], ahora papito se va a volver bueno”, continuó profiriendo. La joven tenía tanta fuerza que hizo falta toda la brigada para controlarla.

Uno de los uniformados dijo que al cuerpo le habían sacado los ojos y que había signos de canibalismo, de hecho vieron a las dos hermanas escupir pedazos de la cara que le habían arrancado al padre a mordiscones. La víctima tenía además cortes esotéricos sobre su torso, consistentes un círculo que encerraba un triángulo.

Ese signo de purificación le fue realizado mientras estaba con vida, es decir que Juan Carlos Vásquez lo consintió. Silvina lo agredió mientras estaba de pie y así lo muestran los rastros de sangre emanada hacia abajo. La autopsia reveló que las cuchilladas más violentas fueron hacia su cabeza y cuello y que la mayoría de ellas eran en forma de cruz.

Las heridas que le provocaron la muerte fueron especialmente las producidas en el cuello y la cara: Silvina decía que por allí se había “metido el muñeco”. La creencia de que Satanás entra por la cara la habría llevado a tajear más tarde el rostro de su hermana. Otro de los policías señaló que había sangre por todos lados, hasta en el techo, y que escuchó hablar a un hombre (se refería a la voz gutural de Silvina), aunque la única persona de sexo masculino yacía inerte en el piso.

Las hermanas fueron detenidas e internadas en el Hospital Pirovano, a donde ingresaron con convulsiones. Gabriela dio un nombre falso y dijo que tenía 45 años, mientras Silvina pronunciaba frases incomprensibles en un acento que algunos interpretaron como portugués.

Las sospechas de una relación incestuosa son ratificadas por numerosos testimonios de vecinos. Esta hipótesis adquiere fuerza debido a que en el pene de Vásquez fueron hallados restos de semen. Los forenses dijeron que podía ser causado por el proceso de la muerte o por una relación sexual no acreditada.

“Suponiendo que Vásquez haya abusado sexualmente de Gabriela, Silvina no podía aceptar a su padre como el responsable de tal acto: todo era culpa del Diablo, que se había posesionado de él para luego invadir el cuerpo de su hermana -afirma la psicóloga Isabel Monzón-.

Con su delirio, la joven podría estar hablando de un diabólico padre que cometía abuso incestuoso contra Gabriela y, tal vez, también contra ella misma”

19 oct 2011

Jane Toppan


Nacida en Boston en 1854 (su nombre original era Nora Kelly), su madre murió cuando era aún una niña pequeña y su padre, un sastre, fue internado en un hospital psiquiátrico por tratar de coser los párpados de Nora. Pasó un breve tiempo en un orfanato y después se fue a vivir con la familia Toppan, quienes le cambiaron el nombre a Jane aunque jamás la adoptaron formalmente. Creció resentida con su madre adoptiva, quien era abusiva con ella y odiaba a su hermanastra Elizabeth, la consentida de la familia. A pesar de esto, llevó una vida más o menos normal hasta que, siendo una mujer joven, fue abandonada por su prometido, lo que le produjo una crisis nerviosa tras la cual trató infructuosamente de cometer suicidio.

En 1885 entró a la escuela de enfermería donde solía obtener excelentes notas, aunque algunos se sorprendieron por su excesivo interés en las autopsias. También comenzó a experimentar con los efectos de la morfina y de la atropina en los pacientes e, incluso, fue recomendada para trabajar en el prestigioso Massachusetts General Hospital. Eventualmente, fue dada de baja después de que dos pacientes murieron misteriosamente mientras se encontraban bajo su cuidado aunque otras fuentes mencionan que fueron varias docenas.

Tras este breve traspié, comenzó a trabajar como enfermera privada con cierto éxito, a pesar de algunas quejas de sus empleadores por pequeños robos. Aún así, era considerada una enfermera tierna y sensible quien regularmente se hacía cargo de los ancianos enfermos de las familias acomodadas de Boston. Sin embargo, demasiados pacientes morían bajo sus cuidados cuando les administraba sus “pócimas especiales”. A lo largo de dos décadas Jane acumuló un número incontable de víctimas que sucumbieron a sus mortíferos cocteles de morfina. Se dice que fueron 31 muertes, pero en realidad el número pudo haber sido mucho mayor.

Jane no solamente mataba pacientes. En 1895 mató a sus caseros y en 1899 a su hermanastra Elizabeth, a quien le administró una dosis letal de estricnina la cual, como se sabe, produce una muerte espantosa, con terribles dolores y convulsiones.

En 1901, Toppan se hizo cargo de el anciano Alden Davis y se instaló en su casa. Mató a la esposa y a Alden Davis, así como a dos de sus hijas. Luego regresó a su ciudad natal y comenzó a cortejar al viudo de su hermanastra (a quien Jane había matado) y asesino a la hermana de éste. Luego envenenó a su pretendido para poder hacerse cargo de él y devolverle la salud. Incluso, se envenenó a sí misma con el objeto de provocar la lástima de el pobre hombre. Sin embargo, el engaño no funcionó y fue expulsada de la casa.

Para entonces, las sospechas en torno a esta mujer habían crecido considerablemente y los sobrevivientes de la familia Davis pidieron un examen toxicológico de la hija menor del difunto Alden Davis. El examen, como es lógico suponer, demostró que ésta había muerto de una dosis letal de atropina y morfina.

Finalmente, Jane Toppan fue arrestada el 29 de Octubre de 1901.

Estando bajo custodia, Jane confesó haber cometido 31 asesinatos aunque se piensa que un número más realista sería entre 70 y 100. En el juicio, llevado a cabo en 1902, los médicos declararon que Jane Toppan había nacido con una “débil condición mental”. Estando en la corte, Jane dijo: “Esa es mi ambición. Matar más gente (más gente indefensa) que cualquier otro hombre o mujer que haya existido jamás”.

A pesar de todo esto, fue hallada no culpable por razón de insania (locura) y fue enviada al asilo de Tauton, en Massachusetts en donde pasó el resto de su vida hasta que murió, en Agosto de 1938 a la edad de 84 años.

Aunque los trabajadores del hospital la recuerdan como una anciana callada y tranquila, aún tenía fantasías homicidas. Algunas de las cuidadoras recuerdan haberla oído decir: “Traiga algo de morfina, querida, y vayamos al pabellón. Usted y yo nos divertiremos muchísimo viéndolos morir”

17 oct 2011

Remedios Sánchez Sánchez



Condenada a 144 años y 7 meses de prisión a Remedios Sánchez Sánchez, conocida como "la Reme", por el asesinato de tres ancianas, la tentativa de asesinato de otras cinco, siete delitos de robo con violencia y uno de hurto.

La corte condeno también a Remedios Sánchez, de 50 años, a pagar indemnizaciones que oscilan entre 19.000 y 120.000 euros a las víctimas o a sus familias, mientras le absuelve de otro delito de asesinato en grado de tentativa cuya autoría no se considera probada. Los hechos ocurrieron entre el 10 de junio y el 3 de julio del año 2006 en Barcelona, España cuando en menos de un mes Remedios Sánchez cometió todos sus ataques y asesinatos, que fueron "especialmente violentos y contra ancianas que no podían defenderse", y a las que intentaba asfixiar o estrangular con diversas prendas. El tribunal indica que los delitos juzgados merecen "una gran repulsa social" porque "todas las víctimas eran ancianas, especialmente vulnerables, por las limitaciones físicas y psíquicas propias de su edad" -una de ellas tenía 96 años-, razón por la que fueron elegidas por Sánchez, que "aprovechó la bondad e ingenuidad de las mismas para acceder a sus domicilios y realizar los hechos".

La Sala entiende que Remedios Sánchez "asumió conscientemente que podía causar la muerte de las tres ancianas, con los agresivos ataques que desarrolló", y que "conocía el peligro concreto que creó con su conducta para la vida de las víctimas, a pesar de lo cual ejecutó la acción, aceptando la producción del resultado".

Los jueces condenan a "la Reme" basándose en las abundantes pruebas presentadas contra ella, tanto con el reconocimiento de testigos como por los objetos y joyas robadas halladas en su poder. El tribunal la condena por delitos de asesinato o tentativa de asesinato al apreciar que la acusada "buscó deliberadamente a sus víctimas y planeo sus agresiones con el fin de eliminar cualquier defensa y asegurar la ejecución de su propósito", lo que configura la circunstancia agravante de la alevosía.

Por contra, el tribunal descarta que sufra ninguna enfermedad mental ni trastorno de la personalidad y subraya que los peritos pusieron de manifiesto que Remedios Sánchez presenta una inteligencia dentro de la normalidad sin ninguna alteración psíquica. La Sala ni siquiera aprecia la existencia de una ludopatía, pese a que la procesada, tras alguno de los crímenes, acudió sin más tardanza a gastarse el dinero en bingos o salas de juego.

Lo único que apreciaron los peritos fue "algunos rasgos de su personalidad negativos, como la dureza emocional, la impulsividad y la dificultada para asumir su responsabilidad", que no pueden considerarse como un trastorno de la personalidad.

7 oct 2011

Samira Jassam


Una mujer sospechosa de reclutar a más de 80 mujeres terroristas suicidas ha confesado que ella organizó las violaciones, para luego convencerlas de que el martirio era la única forma de escapar de la vergüenza y redimirse. En el islam la violación es una de las mayores vergüenzas que puede sufrir una mujer, cuando una de las víctimas reporta la gresión sexual es repudiada y en muchas ocasiones incluso castigada, recibiendo latigazos por haber provocado el asalto.
Samira Jassam también conocida como Um al-Mumenin, que significa “la madre de los creyentes”, de 51 años de edad, fue arrestada el 21 de enero por la policía iraquí tras confesar haber organizado emboscadas a mujeres con el fin de que estas fueran violadas, los ataques se cuentan por decenas, afirmó el Mayor General Qassim Atta.
En un vídeo Samira Jassam hizo una confesión, en la que explicaba cómo las preparaba mentalmente para las operaciones de martirio, explicandolas que la única forma de evitar la vergüenza y redimir su culpa era dando su vida por la Yihad (guerra santa), después las mandaba con terroristas que proveían a las mujeres con los explosivos necesarios para inmolarse. Finalmente la madre de los creyentes llevaba a estas mujeres a los lugares donde estaban sus objetivos.
Samira confesó su responsabilidad por estas acciones, y confirmó que 28 intentos fueron preparados en la base de los terroristas, supuestamente ella está vinculada al grupo insurgente Ansar al-Sunnah.
Dos de los ataques de los que Samira Jassam ha admitido ser responsable en un video confesión tuvieron lugar en la provincia de Diyala, en el centro de Iraq, zona que es considerada una de las más peligrosas del país. Los reportes militares de la prensa asociada de EE.UU. muestran cifras que indican que por lo menos 36 mujeres terroristas suicidas intentaron o llevaron a cabo 32 ataques el año pasado. Con frecuencia las mujeres pueden pasar por los puestos de control militar sin ser revisadas, esto hace que sea más fácil para ellas ocultar explosivos bajo sus ropas tradicionales.
Tras ser capturada por la policía de Iraq, Samira confiesa sin remordimiento sus acciones, que por sus creencias religiosas son justificables por el Corán. Ahora es madre de sus colegas en una cárcel de Iraq ya que sus víctimas son mártires por la causa de Alá, mientras espera el juicio en su contra.

1 oct 2011

Susan Smith


Susan Smith nació en Union (Carolina del Sur, Estados Unidos) el 26 de septiembre de 1971, como Susan Leigh Vaughan. Su padre biológico se suicidó de un disparo cuando Susan tenía siete años. Además su padrastro, un acaudalado hombre de negocios de Union, la había acosado sexualmente cuando ella tenía dieciséis años. Susan intentó suicidarse a los trece años. No lo consiguió y volvió a tratar a los dieciocho.
Tenía diecinueve años cuando se casó con David, de veinte, gerente de la tienda local Winn-Dixie. Para 1994, la joven pareja había tenido dos hijos: Michael, de tres años y Alex, de catorce meses.
Por un tiempo el matrimonio pareció ser exitoso, pero antes de mucho tiempo las discusiones acerca de las infidelidades de uno y de otro sirvieron para colocarlos cerca del punto de ruptura. Finalmente, David se mudó y se estableció en su propio apartamento. Pero su deseo siempre era irse "de este maldito pueblo", solía decir. Su anhelo era dejar la pobreza y las costumbres pueblerinas. Quería una gran vida.
En octubre de 1994, su nombre fue noticia y hasta el presidente Bill Clinton se solidarizó con ella, porque se creía que sus dos pequeños hijos habían sido secuestrados. Mientras miles de voluntarios rastreaban una amplia zona, la rubia y atractiva Susan, de 26 años, clamaba por Alexander (14 meses) y Michael (3 años). "Hijitos, tienen que ser fuertes. Mamita los quiere mucho y pronto estaremos juntos otra vez", decía llorando frente a las cámaras de TV.
Según su relato, un joven negro la obligó a parar en la ruta y se llevó a sus hijos en el auto anunciando que pediría un rescate. Fueron diez días que conmovieron a EE.UU. La tevé repetía videos familiares con los nenes jugando con Susan y su marido, de quien estaba separada.
Pero el misterio terminó cuando la Policía local hizo un anuncio que estremeció a todos. Ante la presión de los investigadores Susan confesó que ella había llevado a sus dos hijos en el coche, les ajustó el cinturón de seguridad y después empujó el auto por una pendiente hasta que se hundió en el lago John D. Long. ¿El motivo? Susan quería cumplir su sueño de vivir la buena vida y se relacionó con el millonario del pueblo, Tom Findlay. Pero un día el hombre terminó la relación. Su argumento para la ruptura fue que no tenía interés en criar a los dos hijos que ella había tenido en un matrimonio anterior. "No quiero chicos dando vueltas", le dijo. Entonces, ella decidió matarlos.
La transformación de Susan Smith en nueve meses de prisión fue radical, al menos en su apariencia externa. La joven atractiva que pedía al país por televisión que le ayudara a encontrar a sus hijos, apareció en el juzgado pálida, obesa y mordiéndose las uñas. El vídeo de la reconstrucción de los hechos conmocionó a todos los presentes en el juicio. La cámara de vídeo instalada en el asiento trasero por la misma Susan reproducía con dramática lentitud el horror.
Al principio, el joven fiscal de Union pensó que sí, al igual que la mayoría de sus convecinos, dolidos por la traición de Susan. Pero un buen abogado, célebre defensor de la lucha contra la pena de muerte, y el paso del tiempo, fueron apagando las pasiones desatadas en un primer momento y terminaron decantando la cuestión hacia su «molino». El pasado 28 de julio, en apenas dos horas y media, un jurado de habitantes de Union -sus vecinos- decidió que Susan Smith no debía morir. Su sentencia fue la de cadena perpetua.
Dave Smith, el padre de Michael y de Alex, al que toda América vió, durante meses, hundido, anegado en lágrimas y roto por el dolor, había pedido que Susan fuese condenada a muerte y se declaró decepcionado por el veredicto. Su libro (Mi vida con Susan Smith) ocupa, ahora mismo, la segunda plaza de los best-sellers del New York Times.