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22 mar 2014

Erandy Lizeth Gutierrez



21 de Marzo, Sinaloa, México

Erandy Lizeth era alumna de la preparatoria Guamúchil de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y fue quien asesino brutalmente a puñaladas a su “amiga” Anel Báez la noche del miércoles en el interior de su domicilio, en el fraccionamiento Las Fuentes.

“Pueda que parezca muy calmada, pero en mi cabeza, te he matado al menos tres veces”, es un tuit que fue redactado por  Erandy Elizabeth, jóven de 16 años que esta semana ha sido noticia roja nacional luego de ser identificada como la asesina de la que fuera su mejor amiga, Anel Báez, a quien mató nada más de 60 cuchilladas, luego de que no perdonará la difusión de unas fotos al parecer desnuda.

Los detalles del caso comienzan a emerger, luego de que el Procurador General de Justicia del Estado de Sinaloa, Marco Antonio Higuera Gómez informó que en su declaración ministerial la adolescente detenida confesó que los motivos para quitarle la vida a su “amiga” fueron por la supuesta filtración de unas fotografías que se tomaron cuando estaban en secundaria.

El procurador Higuera indicó que la relación entre la víctima y la presunta responsable tenía tiempo que estaba rota, después de haber sido muy amigas. El problema afloró cuando uno de los compañeros de ambas en la prepa hizo el comentario que tenía en su poder algunas fotografías comprometedoras de la joven.
En redes sociales consta que Erandy no superó el resentimiento por la forma en que sus fotografías fueron divulgadas y desde hace tiempo su mente comenzó a maquinar la manera de vengarse.
A través de su cuenta de Twitter el 23 de febrero señala en un comentario, “Pueda que parezca muy calmada, pero en mi cabeza, te he matado al menos tres veces”. En otro de sus tuits publicado el 8 de marzo Erandy Elizabeth hace el comentario: “No digo nada, pero en mi mente ya te mate cruelmente”.

También fue en las redes sociales donde momentos después del crimen expuso su presunta culpabilidad al escribir: “soy una pendeja”, y luego publicar: “dios mío que hice”. De nada sirvió aquel mensaje que en 2012 Anel le compartió vía Facebook donde le manifestaba todo su amor y cariño y agradecía a dios por todos los momentos felices que pasaba con quien consideraba más que una amiga, una hermana. 

Fue la tarde del miércoles 19 de marzo, cuando Erandy cometió su venganza, sabiendo que su víctima estaría sola en su domicilio, por lo que acudió a visitarla con el propósito de “platicar con ella” llevando en sus manos un par de raspados. La víctima se sorprende por la visita ya que tenía tiempo que no la visitaba.
No obstante Anel abrió la puerta de su casa y la invitó a pasar. Como en los viejos tiempos le dijo que subieran a charlar a su recámara en el segundo piso. Tras conversar un rato con su víctima, Erandy le dijo que iría al baño, el cual se encuentra localizado en la planta baja, pero se dirigió a la cocina donde tomó un cuchillo.
Erandy regresó a la habitación con el cuchillo escondido entre sus ropas y aprovechando que Anel estaba acostada viendo la televisión la sorprendió por la espalda y la agredió en más de 60 ocasiones hasta dejarla sin vida, luego pretendió limpiar las manchas de sangre y se retiró del lugar.

La adolescente asesina fue detenida cuando tuvo la ocurrencia de acudir al funera de su ex mejor amiga. Cientos de personas llegaro a la conocida funeraria de la ciudad de Guamúchil para despedirse de Anel.

Amigos, familiares, maestros y compañeros de escuela, nadie podía dar crédito que aquella joven tan bella y llena de sueños estuviera dormida dentro de un féretro.
Entre la multitud que se dio cita llegó una joven con apariencia extraña. Iba acompañada de su mamá. La joven llegó con la cabeza agachada, con su pelo largo y negro cubriéndole gran parte del rostro. Llevaba una blusa manga larga, la cual le cubría casi todas las manos. Al entrar a la capilla esta joven y su mamá se sentaron cerca del ataúd donde reposaban los restos mortales de Anel.

Esa misteriosa jovencita, llamada Erandy Elizabeth, de 16 años de edad, continuaba con la cabeza agachada, de la misma manera en la que entró. Muchos las miraban y decían: “era amiga de Anel”. Lo que la mayoría desconocía era que se trataba de la persona que le había quitado la vida a Anel.

Los testigos argumentaron que el tiempo que pasó en la capilla mantuvo un rostro perturbado, con la mirada perdida y siempre con la cabeza agachada. Aquellas mangas largas de su blusa cubrían evidencias del crimen contra quien fuera su amiga. En los brazos de Erandy había marcas de forcejeos y cortadas.

La mamá de Erandy se levantó por un momento, se dirigió a donde yacía el féretro. Observó por unos instantes el cuerpo de Anel. Erandy no se levantó para ver por última vez a la que fuera su ‘amiga’.


Momentos después las autoridades investigadoras detuvieron de la manera más sigilosa a Erandy Elizabeth mientras se desarrollaba la misa de cuerpo presente. Habían logrado localizar a la asesina.


15 mar 2014

María Teresa Landa: "Miss México"



María Teresa Landa Ríos nació el 15 de octubre de 1910 en Tlalpan, en la Ciudad de México (México). De clase media, siempre fue independiente e inclinada al estudio. En aquellos días la sociedad mexicana seguía viendo a la mujer como guardiana del hogar y las buenas costumbres. De ellas se esperaba sumisión, lealtad y que se alejaran de tendencias extranjeras raras como el feminismo, del que María Teresa era partidaria, el cual no sólo promovía la igualdad de derechos, incitando a la mujer a trabajar fuera de casa, sino que le pedía al hombre participar en las labores del hogar. Rafael de Landa, el padre, tenía lecherías, un negocio venturoso en la ciudad que para entonces contaba con alrededor de un millón de habitantes. La madre, Débora Ríos, era ama de casa. La familia vivía en la calle de Correo Mayor, en una discreta casa con un balcón que se convertiría en el lugar propicio para que la chica recibiera serenatas. El padre quería que María Teresa fuera monja, pero ella se negó.

La chica amaba la lectura, pasión que la acompañaría toda la vida. Estudió la secundaria en la Escuela Central, en San Cosme, y después acudió a la Escuela Normal de Maestros, donde se sensibilizó por la importancia del magisterio, el cual ejerció hasta su muerte. Después entró a la Escuela de Odontología de la Universidad Nacional, donde "mi mayor anhelo era buscarme una situación independiente, pero una independencia absoluta en todos los órdenes: económica y espiritual, de tal suerte que nunca hubiera tolerado sujetarme a las formas ridículas del noviazgo". María Teresa era alta y esbelta, de piel “más blanca que la leche, con dos enormes y hermosos ojos oscuros enmarcados en evidentes ojeras que atravesaban el alma. Tenía una belleza inquietante y nunca pasaba desapercibida, pero sobre todo era poseedora de las más preciadas afectaciones de la época: palidez rotunda y un indispensable dejo de tristeza. Siempre fui una chica triste", dijo alguna vez.

El general Moisés Vidal Corro era un militar curtido en la Revolución Mexicana. No eran pocas las batallas que había librado, sobre todo en la tierra caliente que tanto conocía por haber nacido en Cosamaloapan, Veracruz, en 1893. De carácter fuerte, su opinión era clara: la mujer en su casa. Así lo vio María Teresa Herrejón, una mujer originaria del mismo pueblo, cuando se casó con él en 1924. Tuvieron dos hijas. Una vez reubicado en la Ciudad de México, al general se le borró de la mente su familia, dejando incluso de enviarles dinero. Una tarde, acompañó a un amigo al funeral de un familiar, a quien el militar no conocía. Se había mostrado renuente a hacerlo, pero era un día soleado de marzo y finalmente accedió. 

No sospechaba que aquel favor cambiaría su vida para siempre. El velorio fue en la calle Correo Mayor nº 119, donde Vidal quedó impresionado al ver a aquella hermosura diecisiete años menor que él. La abordó apenas tuvo oportunidad, conversaron. Él no sabía nada de la obra de Honoré de Balzac o acerca de la Ilustración, menos de la difunta, doña Asunción Tamayo, la entrañable abuela de la niña. Pese a ello, se sintió subyugado. "Moisés era un individuo que sin ser alto, no parecía bajo de cuerpo; sus facciones no eran burdas, su boca finamente recortada y el color tostado de su cara me agradaron. Un caballero, pero sin cultivo en su educación”. 

A la semana del velorio, las visitas del militar comenzaron a volverse frecuentes. Los padres reprobaron la relación, no sólo por la marcada diferencia de edades y la discrepancia de clase, sino porque para ellos era un hombre vulgar, que le cortaría las alas a su hija. Pero Vidal era obstinado y seductor, hasta que consiguió lo que buscaba: María Teresa estaba enamorada. Ella intentaba amoldarse a su carácter, y él, para corresponderle, se quedaba hasta las tres de la madrugada al pie de la ventana de su novia. También le demostraba su amor escribiéndole deficientes poemas. Eran de calidad mediocre, pero expresaban la pasión que la joven despertaba en el militar. Como era obvio, jamás le dijo que estaba casado y que tenía dos hijos.


El 28 de abril de 1928, el periódico Excélsior abrió una convocatoria para un certamen de belleza cuya ganadora representaría a México en Galveston, Texas (Estados Unidos). Los amigos universitarios de María Teresa querían que concursara, pero ella se negó. La sorpresa vino cuando su fotografía apareció en primera plana: sus compañeros habían mandado la foto a escondidas.

El periódico invitó a las concursantes a una sesión de fotos y entrevista en el balneario "Jardines Esther" María Teresa no sólo aceptó la invitación, sino que posó en traje de baño. "No encontraba aquello inmoral, porque entonces numerosas señoritas y aún señoras hacían a un lado los prejuicios”. A la semana siguiente los amigos volvieron a aparecer, esta vez felices. María Teresa había ganado: era “Miss México”. Su padre, al enterarse y ver las fotos, le dejó de hablar; su madre sufrió en silencio y al general Vidal no había quien lo calmase.

Comenzó así el ajetreo que conllevaba ser reina de belleza: de la mañana a la noche había desayunos, comidas, cenas, fiestas, tés, visitas al modista, entrevistas y sesiones fotográficas. Después de todo, se trataba de la oportunidad de representar a México en Estados Unidos, lo que hasta el general, aún a regañadientes, vio como patriótico.

El 29 de mayo de 1928 partió la comitiva. María Teresa no ganó el concurso, pero luego del evento recibió muchas ofertas de trabajo, como el contrato que le ofreció una compañía de cine por trescientos dólares a la semana. Ella lo rechazó. "Moisés me exigió juramento de que regresaría al país para casarme con él... y yo se lo cumplí".

Para entonces, los celos enloquecían a Vidal. A María Teresa todo el día la abordaban periodistas, fotógrafos y galanes furtivos. Sin embargo, el general aprovechó el vértigo de la situación para adecuarse a las necesidades de la nueva diva; y sin quererlo, María Teresa se hizo dependiente de la compañía y los halagos de Moisés. El 22 de septiembre de 1928, se casaron sin el consentimiento de los padres y a escondidas. En el juzgado se presentaron identificaciones falsas (ella era menor de edad) y testigos comprados; la prisa del general por hacerla suya era tal que ni siquiera dejó terminar al juez. María Teresa, sin familia ni amigos que la acompañaran en tan especial fecha, vestía "una faldita beige, sweater del mismo color. Al firmar estaba yo casada: todo mi albedrío estaba en sus manos". Los padres, impotentes, cedieron y sólo se calmaron cuando el general aceptó casarse por la Iglesia el 1 de octubre. El padre de María Teresa le dijo a un amigo: “Que Dios nos ayude. Se están casando Venus y Marte”.

Después vinieron tiempos de notoria pasión entre ellos. Al poco tiempo, los cónyuges viajaron a Veracruz, donde el general Vidal debía combatir el movimiento de José Gonzalo Escobar. Un hermano del general, que era sacerdote, volvió a bendecir la unión y se congratuló de que Moisés se casara con "la mujer ideal". En julio de 1929 Vidal recibió la orden de regresar a la ciudad de México. Los esposos se alegraron. La pareja instaló el domicilio conyugal en casa de los padres de María Teresa. Hombre celoso, Moisés aseguraba así que cuando él saliera, ella no se quedase sola. Ejercitante de sus prejuicios y sus obsesiones, Vidal le prohibió terminantemente a su mujer que hojeara el periódico. “Una señora decente no tenía por qué enterarse de los crímenes y demás indecencias que llenan las páginas de los diarios”, afirmaba. María Teresa no quería pelear respondiendo que no aceptaba la orden y acató la prohibición de dientes para fuera. Era una mujer curiosa del mundo y leía los periódicos a escondidas.


Pero, sin saberlo, alguien que los había visto juntos en Veracruz fue a avisarle de la situación a la primera esposa del general, quien montó en cólera y decidió tomar acciones contra su infiel cónyuge. La mujer recurrió a un abogado y demandó a su esposo. Demandado, Vidal buscó a su consorte. El viernes 23 de agosto le pidió perdón, le ofreció el pago de una pensión, le suplicó que retirara los cargos y la convenció de que aceptara el divorcio voluntario. Le prometió que al día siguiente iría a ver a sus hijas, a quienes llevaría caramelos y chocolates. La visita prometida no llegó ni el sábado 24. El domingo 25 de agosto de 1929, los padres de María Teresa salieron muy temprano: su madre de compras al mercado de La Merced y su padre a atender la lechería de su propiedad. 

Al levantarse, Moisés Vidal llevó a la sala un libro, una cajetilla de cigarrillos y su pistola Smith & Wesson que tenía cacha de concha. Puso el arma sobre una mesita y se puso a leer los periódicos. María Teresa se levantó media hora después que su esposo. Mientras bebía una taza de chocolate, enfundada en una bata de seda azul, le dijo a su esposo, quien leía distraídamente: "Pasé mala noche". Luego, "sin un asomo de desconfianza, y como por vía de entretenimiento, tomé el ejemplar de La Prensa, diario que todas la mañanas examinaba, aunque rápidamente, para enterarme de lo más sobresaliente". Fue cuando leyó un titular que le espantó la modorra: "Miss México a las puertas de la cárcel". La nota los acusaba de adulterio, pues el general seguía casado con la mujer de Veracruz que además se llamaba como ella: "María Teresa Herrejón de Vidal ha presentado ante el Ministerio Público una acusación en contra de su marido, el general Moisés Vidal Corro, por el delito de bigamia, solicitando la detención del acusado", celebraba la nota.

María Teresa lo enfrentó. El general no respondía nada. En ese momento regresó la madre del mercado y escuchó el pleito conyugal. Ante el silencio, María Teresa ya no pudo más: "Fuera de mí, cegada por una onda roja, y ensordecidos mis oídos, sólo acerté a descubrir sobre la mesilla de centro aquella pistola con la que tantas veces le viera tirar. Como autómata la tomé en mis manos y enérgica le dije: ‘¡No puedo resistir más, yo me mato!’" María Teresa se apuntó a la sien. Asustado, su marido intentó incorporarse del sillón. “¡No te me acerques porque te disparo!”, ­rugió María Teresa. “¡Por favor, mi vida, deja esa pistola!”, le ­imploró Vidal. Trató de detenerla; ella se sintió amenazada y giró la Smith & Wesson calibre .44 hacia él. Celosa, iracunda, furiosa, le disparó al general. Seis balazos penetraron en su cuerpo; cuando las balas de acabaron, María Teresa se dio cuenta de lo que había hecho. Entonces intentó darse un tiro, pero no había balas ya. El cuerpo de Vidal sangraba profusamente. María Teresa se arrodilló ante ese cuerpo que amaba a pesar de todo, abrazó a su amado y lo besó. Su bata se tiñó de rojo. Ahora era el padre de la asesina el que llegaba a la casa. Su esposa lloraba a gritos. Su yerno yacía sangrante. Se horrorizó al percatarse del orificio en el pómulo del general. Su hija, con una prenda azul y roja cubriéndole el hermosísimo cuerpo, arrodillada ante el hombre, gritaba enloquecida: “¡Perdóname, mi amor! ¿Qué he hecho? ¡Auxilio! ¡Te amo! ¡No te mueras! ¡Por Dios, no te mueras!” Todavía intentaron padre e hija llegar a un hospital para salvar al general. Pero ya estaba muerto.

El escándalo no se hizo esperar. No sólo porque se veía mal que una mujer le diera de balazos al marido, sino porque se trataba de un general revolucionario y además lo había matado la mujer más bella del país, la que representó a México en suelo estadounidense. Tras pasar por el Ministerio Público, con un interrogatorio a cargo del abogado Pelayo Talamantes, María Teresa, de tan sólo diecinueve años, fue trasladada a las mazmorras del inmueble que en tiempos del virreinato fuera el convento de Belén, dedicado originalmente a recolectar "arrepentidas del sacerdocio sexual", pero que desde 1863 funcionaba como la Cárcel Pública General.

La cárcel de Belén era un gigantesco caldo de insalubridad donde vivían hacinados homicidas, ladrones, violadores y presos políticos. "No había camas ni catres, se dormía en el suelo o sobre cartones o petates que les procuraban sus familiares; andaban en harapos, semidesnudos, pues la prisión no dotaba de vestimenta. La alimentación era miserable y si los presos no tenían trasto para recibir comida, ésta les era arrojada sobre el sombrero”.

Pese a su arranque de ira, para cuando se cerraron las puertas de la cárcel, a María Teresa lo que menos le importaba era su destino; había asesinado al amor de su vida y seguía sin explicarse por qué. La psicóloga Rebeca Monroy señalaría que el proceso de María Teresa Landa era único en la medida en que su delito partió del honor ofendido, y no necesariamente por maltrato físico, psicológico o condiciones de miseria.

Los periódicos anunciaban: “¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡CONOZCA A LA AUTOVIUDA!” Mientras tanto, ella declaraba: "En nada encuentro consuelo. Este malestar habré de pasarlo toda mi vida. En la prisión o con libertad será lo mismo".

A finales de noviembre, María Teresa recibió a su abogado defensor, el licenciado José María Lozano, apodado “El Príncipe de la Palabra" por su elocuente desenvoltura ante el jurado.
El 15 de diciembre de 1929, medio millón de personas siguieron el juicio por la radio. Se colocaron transmisores en la calle de Humboldt y en Avenida Juárez para que los transeúntes lo escucharan. La aglomeración en las calles aledañas a la cárcel era enorme, y entre el dramatismo del evento, los vendedores de comida abundaban.

En esa época, en México los delitos se juzgaban mediante procesos en los que participaban jurados populares; el inculpado tenía la garantía de que sería enjuiciado "breve y públicamente por un jurado imparcial, compuesto de vecinos honrados”.

Este sistema funcionaba así: en el mes de enero de cada año, se publicaba una lista con dos mil nombres de personas aptas para el ejercicio. De ahí se sacaban treinta para cada juicio y tanto el reo como el abogado defensor tenían derecho a rechazar seis nombres por cada parte de los designados al azar, hasta conformar un jurado definitivo de nueve personas y tres suplentes.
Sin embargo, los juicios abiertos al público se fueron convirtiendo en espectáculos de tipo circense, con oratoria leguleya que influía en la decisión del jurado. Con el tiempo, los juicios por jurado fueron descartados. El caso de María Teresa Landa “Miss México” fue el último proceso con un jurado popular en México.

Cuando llegó el momento del juicio a “Miss México”, la sala estaba a reventar. Hacía un calor sofocante entre olores a sudor, perfume y comida que la gente había llevado por si aquello se alargaba. Desde que María Teresa entró vestida de luto, con su hermosura conmovedora aunque desencajada, el jurado se rindió a sus pies.

El juicio duró solamente un día y nadie se movió. El fiscal la llamaba "asesina" y pedía no dejarse deslumbrar por la belleza de “aquella Viuda Negra". Varios testigos aseveraron que María Teresa y el general pasaban horas encerrados en un cuarto de la calle de Chile antes de casarse. Entre los declarantes, una joven llamada Consuelo Flores afirmó que esos encierros le eran remunerados a la joven por su novio.

Consciente de que el jurado estaba fascinado por la acusada, el fiscal Luis Corona pidió, desechando la mínima caballerosidad, que el veredicto no se viera influenciado por la seda de las medias ni por el rimel de las pestañas de la beldad. No había duda: esa asesina, ­como la llamó sin piedad­, era culpable. Además, el acusador ilustró “la indecencia de la acusada, una mujer sin entrañas equiparable a Lucrecia, Cleopatra y Salomé” mostrando tres fotografías: en la primera, María Teresa aparecía recostada en una cama, con el pecho descubierto, fumando sensualmente; en la segunda, un gatito se aproxima a la fumadora, y en la tercera, el felino, hechizado, se recostaba entre los blancos pechos.

En otra foto, aparecía totalmente desnuda, de pie y recargada en un árbol. Todavía más: el representante del Ministerio Público mencionó, exagerando, que la uxoricida “se había exhibido desnuda” en el concurso de belleza, y remató su actuación leyendo una carta en la que una compañera de estudios de la Escuela de Odontología se dirigía a la procesada "con palabras de hombre", celebrando "el gozo de sus besos". Un rumor recorrió la sala.

Lozano, el abogado defensor, llamó a declarar a un testigo clave: el autor teatral Teodocio Montalbán. Este contó que preparaba una obra sobre el caso, para lo cual se había allegado datos interesantes. Al entrevistarla, la testigo Consuelo Flores le reveló que había declarado contra la acusada a petición de los hermanos del general y motivada por los celos, pues María Teresa le arrebató el amor de Moisés Vidal: las citas amorosas de la calle de Chile eran una mentira. Un clamor cimbró la sala. El fiscal pidió que se desestimara la declaración, pues el testigo no sólo era adicto a la cocaína sino, lo peor, familiar de la desvergonzada tiple Celia Montalbán. El acusador arremetió contra la inmoralidad de la asesina y solicitó la condena a la pena capital.

Llegó el turno final de Lozano, el elocuente defensor que en un discurso que duró cinco horas, según mencionó un periódico de la época, "elogió la civilización occidental, en especial la cultura francesa; rememoró crímenes célebres, sobre todo pasionales; se refirió autoelogiosamente a su militancia huertista y a su próxima jubilación, y aterrizó caracterizando a su defendida como la víctima que disparó, en defensa de sus ilusiones, contra quien le infligió deshonor y duelo, movida por una fuerza moral irresistible ante el temor fundado de un mal inminente”.

Al final del día, María Teresa tomó la palabra y con el corazón en la mano dijo: "El jurado sabrá comprender cómo los imperativos de mi destino me llevaron al arrebato de locura en que destruí, con el hombre a quien amaba con delirio, mi felicidad". Esas palabras bastaron. La gente rompió en estrepitoso aplauso y el jurado la absolvió de inmediato. La lectura del fallo fue recibida por una ovación sin fin.

La absuelta fue sacada de la sala en hombros, vitoreada por la multitud. El asesinato cometido se interpretó por la prensa, el público y los jueces no sólo como un merecido castigo contra la bigamia que la había deshonrado, sino como una reprobación pública contra las costumbres inmorales de las elites políticas y militares. Cuando le preguntaron si estaba arrepentida, replicó: “¡Quién sabe! Prefiero cultivar con sublime amor el recuerdo de Moisés ya muerto, que haberle odiado en vida por destrozarme lo más caro en todo ser humano... ¡el corazón!"

María Teresa Landa sobrevivió a su esposo 63 años. Nunca volvió a casarse. Ejerció como profesora de Historia en la Preparatoria Uno hasta su muerte, acaecida el 4 de marzo de 1992 en una casa de la colonia San Rafael, en la Ciudad de México. Uno de sus alumnos fue Octavio Paz, escritor y Premio Nobel. Otros fueron los periodistas Jacobo Zabludovsky y Luis de la Barreda Solórzano.

Este último escribió: “¡Ah, la maestra María Teresa Landa, la incomparable maestra María Teresa Landa! Entonces yo no sabía nada de la historia que casi cuarenta años antes le había tocado protagonizar. Ella era para mí la gran profesora de Historia Universal. 

No la veía más que así, y eso era suficiente para que me tuviera alelado. Era un privilegio ser su alumno. Yo ni siquiera me había preguntado por su estado civil ni acerca de su pasado (…) (Un día) estábamos en su casa. Conversábamos de mujeres destacadas de vidas difíciles y lugares prominentes en la historia. El tema nos apasionaba. Mi bombardeo de preguntas recibía respuestas que eran piezas narrativas o ensayísticas de arte mayor. En un momento le dije que cómo podía saber tanto. Sonrió un instante antes de ponerse seria, dar un trago a su whisky y mirarme a los ojos abismalmente: ‘¿Sabe, De la Barreda? Hay algo en mi vida que ni usted ni sus compañeros de clase se imaginan. ¿Quiere oírlo?’

Tomado de Escrito con sangre

29 nov 2013

Johana Cortés



Un macabro hecho ocurrió la tarde del miércoles pasado (27 de nov) en Ovalle, Chile, luego que una mujer identificada como Johana Cortés Olivares, de 31 años, degollara a una joven al interior de una tienda departamental. El hecho ocurrió cuando la agresora fingió ser una clienta y llegó hasta el segundo piso de la tienda en búsqueda de la víctima, Nicole Rojas Varas, de 19 años, a la que sorprendió por la espalda para propinarle un certero corte en el cuello, frente a todo el público que había en el lugar. Tras el ataque Nicole Rojas fue auxiliada por sus compañeros.

"Yo no podía sacar mi mano de su cuello, porque era mucha la presión de sangre que salía de su cuello", comentó Freddy, un colega de la víctima, quien fue traslada hasta el hospital San Juan de Dios de La Serena, donde permanece en estado de gravedad. 

En tanto, Johana Cortés huyó del lugar tras el ataque, siendo detenida por personal de Carabineros horas más tarde. El capitán Manuel Arenas señaló que, "tras una intensa búsqueda, se logró dar con el paradero del domicilio de los familiares de la agresora, quienes señalaron dónde se encontraba Cortes". Un jefe policial indicó que las investigaciones preliminares señalan el móvil del crimen sería de carácter pasional, ya que la imputada tendría celos de una supuesta relación amorosa que existiría entre su pareja y Rojas. 

El padre de la víctima, Luis Rojas, precisó que su hija era constantemente amenazada mediante mensajes de texto que llegaban a su celular. Mientas que, Fernando Castillo, padre de la detenida, pidió disculpas a la familia de Nicole. Se espera que Johana Cortés sea formalizada por homicidio frustrado, siempre y cuando, la víctima sobreviva al ataque.

29 jun 2013

Catalina Kieu



29 junio 2013


Una mujer del sur de California ha sido condenada a cadena perpetua por cortar el pene de su entonces marido y tirarlo en un triturador de basura. La mujer podrá acceder a la libertad condicional después de siete años, según dijeron las autoridades. Catalina Kieu, de 50 años, de Garden Grove, California, y su marido estaban en trámites de divorcio en el momento del incidente en julio 2011. La pareja se casó en diciembre de 2009, pero en mayo de 2011 el marido solicitó el divorcio, que le fue concedido en agosto de 2011, según documentos de la corte del Condado de Orange. Kieu echó somníferos en la cena de su marido después de haber mantenido una discusión por un amigo, dijo la oficina del fiscal del condado de Orange, en un comunicado el viernes. 

Cuando el marido se fue a dormir, Kieu ató las piernas y los brazos a las cuatro esquinas de la cama, y ​​cuando despertó, ella le bajó los pantalones y le cortó el pene con un cuchillo, según le acusaron los fiscales. Kieu luego arrojó el pene cortado al triturador de basuras y lo encendió. Kieu luego llamó al 911 alertándoles de que su marido estaba sangrando, y fue llevado al hospital para una cirugía de emergencia, dijeron las autoridades. El nombre de la víctima no se ha hecho público porque es víctima de la violencia conyugal, dijo la policía. El ex marido, de 60 años, describió lo ocurrido en una impactante declaración durante la sesión del viernes, según un comunicado de la oficina del fiscal. "Esta persona me privó ferozmente de una parte de mi vida y de mi identidad sexual", dijo el ex marido a la corte. "Esto fue una violación cruel y calculada del cuerpo y la mente de una persona. Ahora lucho por salir adelante. Ella ha arrancado mi identidad como hombre. Ella ha provocado dudas en mi creencia en el bien. Ella ha traicionado mi confianza en las personas", aseguró su ex marido. 

El 29 de abril, un jurado condenó a Kieu de tortura,de mutilación agravada, y una alegación para el uso personal de un cuchillo, dijeron los fiscales.

Kieu es originaria de Vietnam donde recibe el nombre de Que Anh Tran, según los documentos de la corte. Ella y su ex marido no tenía hijos. Durante el juicio, el abogado de Kieu dijo que sufría problemas de salud mental, como la depresión, y el abogado argumentó que no debería ser declarado culpable, dijo la oficina del fiscal. 

El caso del Condado de Orange recordó al que en 1993 conmocioó al país. Fue el ataque contra John Wayne Bobbitt por su entonces esposa, Lorena, que le cortó el pene con un cuchillo de cocina de 8 pulgadas mientras dormía. Lorena Bobbitt luego se alejó, lanzando el pene por la ventana del coche. El órgano genital fue finalmente encontrado y se pudo unir quirúrgicamente. Lorena Bobbitt fue hallado inocente por razones de demencia. Durante su testimonio, ella llorando describió su vida en manos de su marido como una serie de abusos. En otro caso, John Wayne Bobbitt fue absuelto de agredir sexualmente a su esposa. Más tarde se convirtió en actor porno.

20 mar 2013

Mariana Rosales Vera


19 de Marzo, 2013

Ix­ta­pa­lu­ca, Estado de México.- Lue­go de mi­nu­cio­sos tra­ba­jos de in­ves­ti­ga­ción y de in­te­li­gen­cia, ele­men­tos de la Policía Mi­nis­te­rial del Es­ta­do de Mé­xi­co acla­ra­ron los ase­si­na­tos que se co­me­tie­ron en días pa­sa­dos con­tra 4 in­te­gran­tes de una fa­mi­lia, un ma­tri­mo­nio y sus dos me­no­res hi­jos de 10 y 15 años de edad, que pre­sun­ta­men­te ha­bían si­do sa­ca­dos de su do­mi­ci­lio de ma­ne­ra vio­len­ta por un co­man­dan­do de va­rios su­je­tos ar­ma­dos.

El au­tor in­te­lec­tual y ma­te­rial del múl­ti­ple ho­mi­ci­dio que fue iden­ti­fi­ca­do co­mo Jor­ge Lu­na Ro­me­ro, de 23 años de edad y que re­sul­tó ser yer­no del ma­tri­mo­nio muer­to fue de­te­ni­do por ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial jun­to con Ma­ria­na Ro­sa­les Ve­ra, de 19 años, hi­ja de los oc­ci­sos que in­di­rec­ta­men­te se con­vir­tió en su cóm­pli­ce, pues no se atre­vió a de­nun­ciar a su ama­sio y guar­dó si­len­cio, pe­se al bru­tal ase­si­na­to que es­te de­se­qui­li­bra­do su­je­to co­me­tió con­tra sus pa­dres y sus dos me­no­res her­ma­nos.

Los po­li­cías mi­nis­te­ria­les tam­bién de­tu­vie­ron a la se­ño­ra Rey­na Mi­ran­da Ro­me­ro, de 50 años de edad, ma­dre del pre­sun­to ho­mi­ci­da y a su pri­mo Jo­sé An­to­nio Me­lén­dez Lu­na, de­bi­do a que las in­ves­ti­ga­cio­nes que se rea­li­za­ron es­ta­ble­cie­ron que estos le ayu­da­ron a des­ha­cer­se de los ca­dá­ve­res, los detenidos fue­ron des­cu­bier­tos cuan­do ya se da­ban a la fu­ga al Es­ta­do de Ve­ra­cruz, don­de pre­ten­dían es­con­der­se en la ca­sa de unos ami­gos pa­ra eva­dir la ac­ción de la jus­ti­cia. Es­te la­men­ta­ble ca­so que­dó al des­cu­bier­to la no­che del pa­sa­do 8 de mar­zo, des­pués de que fa­mi­lia­res del se­ñor Ro­ge­lio Ro­sa­les Vi­lla, de 47 años de edad, se pre­sen­ta­ron en las ins­ta­la­cio­nes del cen­tro de jus­ti­cia de Ix­ta­pa­lu­ca pa­ra pe­dir el au­xi­lio de ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial, pues afir­ma­ban que un co­man­do de va­rios su­je­tos ar­ma­dos lle­ga­ron al do­mi­ci­lio del se­ñor Ro­ge­lio, ubi­ca­do en la Co­lo­nia Jor­ge Ji­mé­nez Can­tú y a pun­ta de pis­to­la se lo lle­va­ron con rum­bo des­co­no­ci­do jun­to con su es­po­sa y sus dos me­no­res hi­jos.

Cuan­do los ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial ini­cia­ron de lle­no con los tra­ba­jos de in­ves­ti­ga­ción pa­ra en­con­trar a los fa­mi­lia­res, al siguiente día, el 9 mar­zo, fue lo­ca­li­za­do en un pa­ra­je del po­bla­do de Río Frío, a un cos­ta­do de la Au­to­pis­ta Mé­xi­co-Pue­bla, a la al­tu­ra del ki­ló­me­tro 27, el cuer­po sin vi­da de uno de los menores que había sido secuestrado con sus padres, el ni­ño fue identificado como Alán, de 10 años de edad, a quien sus ver­du­gos es­tran­gu­la­ron. Dos días des­pués, el 11 de mar­zo, muy cer­ca de es­te lu­gar, a un ki­ló­me­tro de dis­tan­cia, fue­ron en­con­tra­dos los ca­dá­ve­res del se­ñor Ro­ge­lio Ro­sa­les Vi­lla y el de su hi­jo Adrián, de 15 años de edad; las au­to­ri­da­des po­li­cia­cas in­for­ma­ron que a es­te jo­ven­ci­to sus ver­du­gos lo ha­bían ase­si­na­do bru­tal­men­te a gol­pes y que a su pa­dre lo de­go­lla­ron. Al otro día, el 12 de mar­zo, las au­to­ri­da­des po­li­cia­cas fi­nal­men­te en­con­tra­ron muer­ta ca­si en la mis­ma zo­na a la se­ño­ra Adria­na Ve­ra Cor­tés, es­po­sa y ma­dre de los oc­ci­sos, a quien los pre­sun­tos ho­mi­ci­das tam­bién de­go­lla­ron.

En ese mo­men­to, los ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial con­si­de­ra­ron que por la for­ma en que los in­te­gran­tes de es­ta fa­mi­lia fue­ron ase­si­na­dos po­si­ble­men­te se ha­bía da­do una bru­tal ven­gan­za de in­te­gran­tes del cri­men or­ga­ni­za­do di­ri­gi­da al pa­dre de fa­mi­lia. Sin em­bar­go, con­for­me avan­za­ron los tra­ba­jos po­li­cia­cos, tam­bién se ma­ne­jó un ro­bo o una ven­gan­za de ti­po pa­sio­nal co­mo po­si­ble mó­vil del múl­ti­ple ho­mi­ci­dio, pues po­li­cías mi­nis­te­ria­les re­ve­la­ron que se­gún ver­sio­nes de fa­mi­lia­res de los oc­ci­sos, el se­ñor Ro­ge­lio aca­ba­ba de ob­te­ner un prés­ta­mo por 150,000 pe­sos pa­ra pa­gar al­gu­nas deu­das que te­nía y se pen­só que pu­do ser víc­ti­ma de un asal­to, aun­que tam­bién se su­po que se en­te­ró que su es­po­sa lo en­ga­ña­ba con otro hom­bre y no se des­car­tó que su su­pues­to ri­val en amo­res lo man­da­ra ase­si­nar jun­to con sus hi­jos pa­ra vi­vir li­bre­men­te su amor.

Es­tas po­si­bles lí­neas de in­ves­ti­ga­ción fue­ron tra­ba­ja­das am­plia­men­te, aun­que gra­cias a la sa­ga­ci­dad de los mi­nis­te­ria­les ca­da una de ellas fue des­car­ta­da has­ta que lle­ga­ron al fon­do del asun­to cuan­do se en­te­ra­ron que una hi­ja de los oc­ci­sos ha­bía que­da­do vi­va y que di­cha mu­jer pe­se a la tra­ge­dia an­da­ba muy cam­pan­te y no se le veía preo­cu­pa­da. Cons­cien­tes de que es­ta jo­ven po­día te­ner al­gu­na re­la­ción en los ase­si­na­tos de sus fa­mi­lia­res o sa­bía al­go, los mi­nis­te­ria­les se tras­la­da­ron a su do­mi­ci­lio pa­ra in­te­rro­gar­la y al so­me­ter­la a una se­rie de cues­tio­na­mien­tos se mos­tró su­ma­men­te ner­vio­sa y ca­yó en cons­tan­tes con­tra­dic­cio­nes y aun­que en ese mo­men­to se man­tu­vo en su po­si­ción de afir­mar que no sa­bía na­da, pos­te­rior­men­te to­do que­dó al des­cu­bier­to, cuan­do los mi­nis­te­ria­les la in­ter­cep­ta­ron y de­tu­vie­ron jus­to en el mo­men­to en que se da­ba a la fu­ga con su ama­sio, la ma­dre de és­te y un pri­mo, pues sa­bían que ya ha­bían si­do des­cu­bier­tos. Al ser tras­la­da­dos a las ins­ta­la­cio­nes del cen­tro de jus­ti­cia lo­cal y una vez que fue­ron so­me­ti­dos a un in­te­rro­ga­to­rio por se­pa­ra­do, los de­te­ni­dos con­fe­sa­ron to­do. 


 Agencias

12 mar 2013

Jennifer Mee

Octubre de 2010

 Jennifer Mee saltó a la fama en EEUU hace tres años por culpa de un prolongado ataque de hipo, que entonces duraba seis semanas. 

La joven Mee, de 16 años en aquella fecha, fue bautizada como “la niña del hipo”, apodo sobradamente justificado después de ver esta entrevista en la que, entre hip y hip explica su dolencia, a las cámaras de TV. Mee ha vuelto a ser noticia en su país de origen, la joven robó a punta de pistola y posteriormente asesinó a un hombre de 22 años en su ciudad natal, San Petersburgo, Florida. Jennifer Mee, de 19 años, convenció a Shannon Griffith para que acudiera a una casa abandonada, donde esperaban sus cómplices, dos hombres de raza negra, igual que la víctima. Mee actuó como cebo para atraer a Griffith, al que, según la CNN, conoció en una red social.

Los malhechores pretendían quitar a la víctima los 50 o 60 dólares que llevaba encima pero éste se resistió, se inició una pelea y finalmente le dispararon hasta matarle, según han reconocido ante la policía los tres detenidos. Tras sus 15 minutos de gloria por el prolongado ataque de hipo, Jennifer tuvo algún que otro encontronazo con la autoridad, aunque nada grave. En una entrevista con una emisora de radio, la madre de Jennifer achaca al famoso hipo el cambio que operó en su hija: “Aquello fue la maldición del hipo”, dice la dolida madre.

Justina Morley y el asesinato de Jason Sweeney



 El 30 de Mayo de 2003 en el barrio de Fhistown, Filadelfia, Justina Morley de 15 años de edad invitó a Jason Sweeney de 16 años de edad a una cita. Sweeney ancioso de imprecionar a su nueva novia cobró su ultimo cheque de pago de 500 dolares, que se habia ganado trabajando en la construcción con su padre, sin embargo, los adolencentes no fueron a cenar o a ver una peliculas.

La forma en que Sweeney fue asesinado, la edad de los adolescentes implicados, y la aparente indiferencia de los responsables llamó la atención a nivel nacional. En lugar de eso, Justina llevo a Jason a una zona aislada en la que tres personas lo atacaron, Edward "Eddi" Batzia de 16 años y los hermanos Domingo Coia de 17 años y Nicolas Coia de 16 años, Morley mantenía relaciones sexuales con Nicholas Coia y Edward Batzig Jr.

Justina Morley dijo que después de que ella comenzó a fumar marihuana a los 10 años, ella también comenzó a tomar píldoras de prescripción y cocaína, su madre , dijo que su hija comenzó a cortar sus muñecas a la edad de 10. Ella también fue hospitalizada por amenaza de suicidio y automutilación en 2002.  Fue admitida una vez al Hospital y comenzó a cortar las muñecas, las rodillas y los muslos, tomando pastillas y mostrando un poema suicidio, que ella había escrito, a la puerta. Morley dijo a su madre que se suicidaría si no la sacara del hospital. Su madre la llevó a cabo, va en contra del consejo del hospital.

También se observó que fue expulsado del octavo grado, que repitió en Santo Nombre de Jesús Escuela Católica en lugar de la escuela pública que asistía. Un psiquiatra contratado por el equipo de la defensa, William Russell, dijo que la razón por la que comenzó la actividad sexual a una edad más temprana "fue un intento de validación de autoestima".

Ella testificó que había tenido relaciones sexuales con ambos Nicholas Coia y Batzig a cambio de heroína tan sólo unos días antes de que asesinó a Sweeney, los chicos golpearon en la cabeza y la cara con un hacha, un martillo y un ladrillo, dijo la policía. El adolescente, que había cobrado su cheque de pago de sólo el trabajo de construcción que trabajó con su padre, fue golpeado tan severamente que era irreconocible, dijo la policía.

Justina Morley se declaró culpable de asesinato en tercer grado a cambio de su testimonio y fue sentenciado a 17 1/2 a 35 años en prisión, Dominic Coia, Coia Nicolás y Batzig Edward en mayo de 2005, fueron condenados a cadena perpetua sin libertad condicional por homicidio, además de 22 1/2 a 45 años por conspiración, robo y posesión de arma del crimen. Ninguno de los adolescentes mostró ningún remordimiento por el asesinato

10 mar 2013

Morgan Leppert


Morgan Leppert tenía 15 años, lloró cuando ella fue sentenciada a cadena perpetua por el asesinato de un hombre sin manos de 66 años de edad, el año pasado para que pudiera escapar con su novio. Su plan era robar  el camión James Thomas Stewart y conducir hacia el atardecer, pero los fiscales dicen que el robo se volvió a asesinato 

La familia de Stewart, quien nació sin manos y asesinado en su casa rural, dio testimonio emocional durante la audiencia. "Todas las noches cuando me voy a dormir, rezo para que todo esto sea una pesadilla extraña grande", dijo el hermano de Stewart, Mike Stewart, según noticias de la acción 47. 

Un jurado del condado de Flagler Leppert condenado el mes pasado de asesinato en primer grado, pero el estado no pedirá la pena de muerte a causa de su edad. Su novio, de 23 años de edad, Toby Lowry, previamente se declaró culpable para evitar la pena de muerte.

7 mar 2013

Diane Michelle Zamora

Diane Zamora y su prometido, David Graham, tenía un futuro brillante por delante de ellos. Novios en la escuela, la pareja se había conocido en 1991 como voluntarios de la Patrulla Civil Aérea de Texas. 

Ella era una estudiante de cuadro de honor con destino a Annapolis, y él era una estrella del atletismo con un nombramiento en la Academia de la Fuerza Aérea. 

Pero sus ambiciones para servir a su país se descarriló el 4 de diciembre de 1995, cuando un granjero descubrió el cuerpo de Adrianne Jones, un miembro estudiante de segundo año, miembro del equipo de atletismo de la escuela,  brutalmente golpeado y le habían disparado en la cabeza. 

Después de nueve meses de callejones sin salida, los investigadores dieron un consejo de uno de sus compañeros de Annapolis. Según el informante, Diane había admitido que ella y David había asesinado a Adrianne después de que David le había confesado que había tenido relaciones sexuales con la chica.

En septiembre de 1996, ambos Zamora y Graham fueron detenidos por el asesinato. Dado juicios separados, los jóvenes amantes se enfrentaron entre sí y dijo que el asesinato había sido la otra idea. Ni la defensa funcionó. Ambos fueron declarados culpables y condenados a cadena perpetua.

17 feb 2013

María Reyes García-Pellón


La española María Reyes mató a su esposo, el ex basquetbolista estadounidense Matthew White, por ver fotos de jóvenes desnudas. El crimen conmocionó a sus allegados. 

La ciudadana española María Reyes García-Pellón está detenida en el estado de Pensilvania, Estados Unidos, acusada del asesinato de su marido, el ex jugador de baloncesto Matthew White. 

 Según fuentes de la Policía, García-Pellón apuñaló a su marido en la cama mientras dormía la madrugada del lunes tras haberle sorprendido viendo pornografía. El crimen se cometió en la vivienda de la pareja en Nether Providence, una localidad del condado de Delaware en Pensilvania. Según los documentos del caso enviados al tribunal, en la madrugada del lunes García-Pellón, de 52 años, esperó a que White, de 55, se durmiera y lo apuñaló mortalmente en el cuello. Horas después, la mujer fue a casa de unos amigos y les contó lo sucedido. "Lo sorprendí viendo pornografía, a niñas jóvenes. Amo a los niños. Tuve que hacerlo", dijo a la policía García-Pellón al ser detenida y acusada de asesinato. La española trabajaba como profesora de apoyo en una escuela primaria de Nether Providence. 

 De acuerdo con un portavoz de la oficina del fiscal del condado de Delaware, la investigación preliminar indica que García-Pellón descubrió a su marido viendo fotos de mujeres jóvenes desnudas, pero no halló indicios de pornografía infantil. White fue jugador de baloncesto en el equipo de la Universidad de Pensilvania entre 1976 y 1979, pero desarrolló su carrera profesional en España. Jugó en varios equipos españoles de la ACB, entre ellos el Miñón de Valladolid, ciudad donde conoció a su esposa, el Club Náutico de Tenerife, el Cacaolat Granollers y el Gijón Baloncesto. La pareja tiene 2 hijos en edad universitaria y los vecinos, que han definido a García-Pellón como una persona "muy dulce", se han declarado consternados por el crimen.

15 feb 2013

Penny Bjorkland

Penny Bjorkland mata a August Norry. 

Rosemarie Diane "Penny" Bjorkland de 18 años, era la típica "chica de al lado". Cabello rubio, ojos azules, y pecosa, tenía la manía de comerse las uñas.

El 1 de febrero de 1959, Penny salió de su casa con un revólver calibre 38, robado el mes anterior de la casa de un amigo, metida en la cintura de sus pantalones. 

Ella estaba caminando sin rumbo por un camino en las colinas de Daly City, cerca de San Francisco cuando el paisajista y su padrastro August Norry se detuvo y le preguntó si quería un aventon.

Penny le dio las gracias, sacó la pistola y disparó seis tiros contra él a quemarropa. A continuación, volver a cargar el arma y volvió a tirar otros seis disparos en su cuerpo. Luego lo hizo de nuevo. Penny sacó cuerpo Norry de fuera y se fue en su auto. La policía estaba desconcertada cuando el cadáver fue descubierto al día siguiente, más aún cuando un muchacho testificó que había visto a una chica rubia pecosa conducir el coche de Norry lejos de las colinas.

Las balas recuperadas del cuerpo eran distintivas "wadcutters", utilizados principalmente para prácticas de tiro. Las balas se remontan a la tienda de armas venían, y el dueño recordó venderlos a Bjorkland.

La policía la arrestó en su casa en Daly City, y le confesó a la mañana siguiente. Cuando se le preguntó por qué lo hacía, Penny respondió: "Desde hace aproximadamente un año o año y medio he tenido el impulso de matar a alguien.

Admito que el motivo parece una locura, pero yo quería saber si una persona podría cometer un delito como este y no se preocupe por la policía en busca de ella o la tienen en su conciencia. " Cuando se despertó el día primero de febrero se dijo: "Hoy es el día en que va a matar a alguien". Cerca del final de la entrevista de la policía declaró: "Me he sentido mejor desde que lo mataron". Ella  reias en el juicio hasta que el juez la sentenció a cadena perpetua. Estaba sorprendido por el veredicto y dijo: "Yo soy infeliz".

14 feb 2013

Karen Severson y Laura Doyle



Karen Severson y Missy Avila vivían en la misma calle en Arleta, California, una comunidad suburbana ubicada en el Valle de San Fernando. Se conocieron cuando tenían ocho años de edad y crecieron juntas. Las dos niñas, a quienes unía una gran amistad, eran distintas en muchos sentidos. Karen llegó a ser una adolescente obesa, mientras que Missy, cuya estatura no superaba los 1,5 metros, tenía una pequeña figura y un hermoso rostro saludable. A Missy le iba bien en la escuela. Karen reprobaba. 

En cuanto a los chicos, Missy podía escoger. A la edad de 17 años ya había tenido varios novios. Karen había tenido pocos novios y envidiaba la popularidad de Missy. Cuando logró conquistar a uno de los chicos de la localidad, quedó embarazada. Abandonó los estudios y dio a luz a una niña. 

Decidió quedarse con la pequeña, pese a que el papá negaba cualquier responsabilidad. Durante todo este turbulento período, la buena amiga de Karen, Missy, estuvo constantemente a su lado, ofreciéndole apoyo y compañía, mientras que los demás no eran tan bondadosos con ella. 

 El primero de octubre de 1985, Missy salió de casa con una amiga, Laura Doyle. Le dijo a su madre que querían ir en auto hasta Stonehurst Park. Las muchachas salieron muy animadas, riendo y bromeando. Alrededor de las seis, Laura llamó a la casa de los Avila y preguntó por Missy. Se sorprendió cuando le dijeron que Missy no había regresado. De hecho, la señora Avila pensaba que su hija aún estaba con Laura. Ella le explicó que habían conducido a Stonehurst Park, donde Missy había visto a tres jóvenes que dijo conocer; los chicos estaban en un Camaro azul. Laura la dejó y aprovechó la oportunidad para ir a llenar el tanque de gasolina en una estación cercana. 

Cuando regresó, Missy se había ido. Laura se sintió un poco decepcionada, pero pensó que Missy, simplemente, se había ido con sus amigos. También le indicó a la señora Avila que ella no conocía a los muchachos; le pidió que le dijera a Missy que la llamara cuando volviera a casa. Missy nunca regresó a casa esa tarde ni ninguna otra. La señora Avila notificó la desaparición de su hija a la policía. Durante tres días, los amigos y familiares de Missy buscaron frenéticamente en sus mentes cualquier pista que ayudara a la policía a encontrar a la desaparecida joven. Laura no tenía idea de cómo era el aspecto de los jóvenes y, pese a repetidos interrogatorios, sólo pudo decir que el auto era un Camaro azul. No recordaba el número de la matrícula. 

 El 4 de octubre, dos excursionistas que recorrían los bosques cercanos a la carretera Big Tujunga encontraron el cadáver de la diminuta Missy Avila en un arroyo de no más de 20 centímetros de profundidad. Un gran tronco había sido colocado sobre su espalda. Por el estado del rostro de la víctima, los detectives determinaron que su cabeza había sido presionada contra las piedritas que cubrían el fondo del riachuelo. El tronco probablemente fue puesto sobre el cuerpo para asegurar que la joven muriera. Comenzó la cacería de los tres muchachos del Camaro azul. 

Laura fue interrogada nuevamente, pero no pudo agregar nada a su declaración original. A la gran amiga de Missy, Karen, el asesinato le resultó particularmente difícil. Mientras las semanas se convertían en meses y no surgían pistas sobre el o los asesinos, Karen organizaba grupos de discusión entre los familiares y amigos de Missy en un esfuerzo por hurgar en sus recuerdos y encontrar alguna palabra o frase que Missy pudiera haber dicho que ayudara a resolver el enigma en torno a la chica. En varias ocasiones viajó por la carretera Big Tujunga hasta el lugar del asesinato para buscar pistas que la policía pudiera haber obviado. Karen también fue un consuelo para la familia Avila. Aconsejaba a la señora Avila y visitaba la tumba de Missy varias veces por semana. 

Durante un tiempo, Karen se mudó a la casa de los Avila. Lentamente, las personas allegadas a Missy siguieron adelante con sus vidas. Laura consiguió un empleo como dependienta en una panadería. Karen tomó un curso para ser cosmetóloga, pero el recuerdo de la muerte de su amiga siempre estaba presente en su mente. La tragedia se convirtió en una obsesión para ella. 

En una ocasión responsabilizó del asesinato a uno de los ex novios de Missy y consiguió que un grupo de amigos de la chica lo golpearan. El joven, quien recibió una terrible paliza, debió abandonar la zona por su seguridad. Otra amiga de Missy, Eva Chirumbolo, se mudó de Arleta a Las Vegas. Ella y su novio consiguieron trabajo y comenzaron una nueva vida, lejos de la atmósfera sombría que los había envuelto en California después de la muerte de Missy. Pero Eva se sentía perturbada por el asesinato sin resolver. A menudo tenía pesadillas sobre Missy. La verdad es que conocía los detalles de la muerte de Missy, pero temía por su propia vida. Los tres años posteriores a la tragedia no habían sido fáciles para Eva. Le atormentaba el remordimiento por el terrible secreto que guardaba. Cuando se enteró de que su hermano había cometido suicidio, la terrible noticia pareció tener un efecto catalizador. Eva Chirumbolo fue a la policía y contó su fantástica historia. Eva le dijo a los detectives que ella, Laura Doyle, Karen Severson y Missy habían ido por la carretera Big Tujunga en dos autos; Eva y Laura estaban en el auto que iba adelante, mientras que Missy y Karen se encontraban en el otro. 

 Una vez en las montañas, las muchachas salieron de los vehículos. Se acercaron a Missy y todo el resentimiento acumulado brotó. Karen le dijo a Missy que había sentido celos de ella toda su vida y, de hecho, la odiaba. Eva observaba mientras Laura le reprochaba a Missy por robarle sus novios. Missy lloraba, incapaz de comprender cómo sus amigas se habían puesto en su contra. Karen empujó a Missy al arroyo. Eva ya no pudo aguantar más y corrió de regreso a los autos. Mientras corría escuchó un grito espantoso y desesperado. Pocos momentos después, Karen fue con ella y le dijo que esperara. 

Regresó al río para ayudar a cubrir el cadáver de Missy con el tronco. Mientras descendían de la montaña, Laura le dijo a Eva que ella y Karen habían asesinado a Missy. Rió mientras le decía a Eva que había puesto fin a la vida de su amiga. Karen y Laura fueron arrestadas y acusadas del asesinato de Missy. La familia y los amigos de Missy no podían creer la noticia. Estas muchachas habían sido sus amigas más cercanas. La señora Avila se desmayó cuando le dijeron que Karen Severson, quien había sido su bastón de apoyo durante todos aquellos años, era sospechosa del asesinato de su hija. Después de ser arrestadas, las dos muchachas confesaron haber asesinado a Missy. 

Cada una intentó disminuir su participación, por lo que no se sabe quién mantuvo la cabeza de Missy debajo del agua. Las fotografías del cadáver indicaban que ambas jóvenes estaban involucradas; una agarró los pies de Missy, mientras que la otra sostuvo su cabeza. Laura Doyle y Karen Severson fueron encontradas culpables de homicidio no premeditado. Las dos fueron sentenciadas a cadena perpetua con un mínimo de 15 años de cárcel

Anna Jatobá


El 29 de marzo de 2008 la niña Isabella Nardoni, de 5 años, fue encontrada caída en la entrada del edificio donde vivía su padre, en un distrito de clase media en São Paulo. Había sido arrojada desde la sexta planta. 

La niña todavía estaba viva, con marcas de golpes y estrangulamiento, pero murió antes de llegar al hospital. El caso policial que más conmovió a Brasil en los últimos años finalmente llegó a su fin. En la madrugada de este sábado un juez ha leído la condena decidida por un jurado popular. El padre y la madrastra de Isabella fueron considerados culpables por el asesinato. 

Alexandre Nardoni, de 36 años, tendrá que cumplir 31 años, 1 mes y 10 días de prisión. Anna Carolina Jatobá, de 26 años, por su parte, recibió una sentencia de 26 años y 8 meses. En Brasil no se aplican la pena de muerte ni la cadena perpetua. Los principales canales de televisión del país transmitieron en directo la lectura de la sentencia. En las afueras del tribunal una multitud conmemoró la condena con gritos y fuegos artificiales. 

La fachada de la casa de los padres de Alexandre Nardoni ha amanecido con pintadas. Se leían frases de protesta como "Paz, Isabella" y "31 años es poco". El juicio arrancó el lunes pasado. A lo largo de cinco días un jurado popular escuchó las deposiciones de los testigos y los argumentos de la defensa y de la acusación. A lo largo de cinco días los brasileños revivieron el trauma nacional provocado por ese crimen cometido hace dos años. Cada día las televisoras mostraron en directo el traslado de los reos por la mañana de la prisión al tribunal y por la noche del tribunal a la prisión. 

Alexandre Nardoni y Anna Carolina se decían inocentes. Según su versión, un ladrón entró en el piso y mató a Isabella mientras la pareja regresaba al estacionamiento del edificio para recoger a sus dos hijos menores que habían quedado dormidos en el coche. La familia había acabado de llegar de una fiesta. Los jurados no creyeron en la historia contada por el padre y la madrastra, puesto que nunca se encontró ningún rastro del presunto ladrón. Según la acusación, el asesinato fue cometido por la pareja porque la mujer tenía celos de la niña, hija de una relación anterior de Nardoni. 

Isabella vivía con su madre y visitaba al padre cada dos fines de semana. Las pruebas encontradas por la policía ayudaron a demostrar que Isabella fue golpeada dentro del coche hasta desangrar y que luego, en el piso, fue estrangulada por la madrastra. Creyendo que la niña estaba muerta, el padre cortó la malla de protección de la ventana de una de las habitaciones y la arrojó todavía viva desde la sexta planta. 

Se encontraron vestigios de sangre en el coche y en el piso, un pañal con gotas de la sangre de la niña recién lavado, marcas de la malla de protección en la camiseta del padre y huellas suyas en la cama que queda al lado de la ventana desde donde Isabella fue lanzada. En más de una ocasión, antes de que fueran detenidos, Nardoni y Anna Carolina casi fueron linchados por personas indignadas con el asesinato de la niña. 

En los mes después del homicidio, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva pidió cuidado a los brasileños: "Se habla del caso Isabella las 24 horas del día. Lo que me parece grave es que, aunque sea inocente, la pareja ya fue condenada". 

La madre de Isabella, la bancaria Ana Carolina Oliveira, de 25 años, ha dicho estar aliviada. "Se hizo justicia. Sin embargo, mi hija nunca regresará".

14 nov 2012

Rosa Enma Copete Gascón

Una mujer de 34 años telefoneó esta mañana al servicio de emergencias de Oviedo y confesó haber matado a su marido. Cuando la policía acudió al domicilio familiar, en la calle Vetusta de la localidad asturiana, encontró el cuerpo sin vida ensangrentado del hombre, de 36 años. Entre tanto, la presunta asesina se había suicidado, lanzándose en su coche por un acantilado en el Cabo de Peñas. 

Rosa Enma Copete Gascón llamó al 091 alrededor de las nueve de la mañana y nada se sabe de lo que hizo hasta lanzarse en su Renault Laguna por un precipicio en el municipio asturiano de Gozón. 

La policía tuvo que rescatar con ayuda con un helicóptero el cadáver de la mujer de entre los restos del automóvil, completamente destrozado. Horas antes habían encontrado el cuerpo sin vida de su marido, Eduardo García Álvarez, en el tercero izquierda del número 33 de la calle Vetusta. Según han informado sus compañeros de trabajo a la agencia de noticias Efe, la víctima, natural de Cangas de Narcea, era el presidente de la cooperativa Radio Taxi Principado. 

Según esas fuentes, la pareja siguió en la tarde de ayer el Gran Premio de Fórmula 1 de Canadá junto a dos compañeros de trabajo de García Álvarez y sus esposas; luego fueron a una discoteca de Oviedo, donde permanecieron hasta las cinco de la mañana. 

Varios vecinos de la pareja han dicho que les escucharon discutir en ocasiones, pero taxistas que les conocían, consultados por Efe, han negado que tuvieran desavenencias serias y han comentado que pensaban mudarse en breve a un piso que habían comprado en La Fresneda.

8 nov 2012

Sofía Bassi


La pintora veracruzana, Sofía Bassi, adquirió fama en poco tiempo, misma que quedó sepultada con un asesinato que presuntamente cometió; aunque el hecho no ha quedado del todo claro. Existen decenas de artistas que en su tiempo, lograron hacer grandes cosas y que hoy en día, sabemos muy poco de ellos. Una de esas personas es Sofía Bassi, quien en los años 60 gozaba de cierto prestigio en el mundo de la pintura, pero que un terrible delito la marginó por completo de esta élite, obligándola a vivir prácticamente en una especie de exilio. 


 Su nombre real era Sofía Celorio Mendoza y nació el 13 de julio de 1913, en Ciudad Mendoza, Veracruz. Aunque siendo joven sintió cierta inclinación por los idiomas y filosofía, carreras que cursó, sin imaginarse que encontraría el éxito en otro tipo de actividad. 



Contrajo matrimonio en dos ocasiones. De su primera unión nacieron Hadelin y Claire Diericx; mientras que del segundo con el doctor de ascendencia italiana, Jean Franco Bassi, procreó a Franco. 



La nueva familia se trasladó al puerto de Acapulco para formar ahí su hogar. Viviendo en la playa, Sofía entró en contacto con la naturaleza, era una mujer de paz, a la cual le gustaba vestir de blanco, practicar yoga en el jardín de su casa y por las tardes, darle rienda suelta a una de sus mayores hobbies: pintar. 



El talento con el caballete y el pincel lo descubrió ya siendo una mujer madura, exactamente en el año de 1964. Siempre se dice que nunca es tarde, así que Bassi logró el éxito siendo una mujer madura, ganándose el respeto de artistas famosos y de la gente de la alta sociedad, con ese surrealismo que caracterizó a todas sus obras. 



Para los conocedores de este arte, las obras de Sofía Bassi resultaban únicas, pues combinaba a la perfección elementos poéticos con excelentes técnicas, algo que parecía increíble que pudiera hacer una persona que fue autodidacta.



Desafortunadamente, la fama y el éxito tan sólo le duró un par de años, luego de que se viera involucrada en un delito que la mandó por un unos años a la cárcel a cumplir con su condena. Su hija Claire había contraído matrimonio con el conde italiano Cesare D' Acquarone y en la mañana del 2 de enero de 1966, apareció el cuerpo de este hombre flotando sobre la alberca de la residencia localizada en el fraccionamiento de Las Brisas. Fue la propia Bassi quien llamó a la policía para informarles de la tragedia. 



La versión oficial encontró culpable a la pintora, quien dijo haberle disparado accidentalmente, luego de que su yerno le pidiera ir a su recámara por un arma calibre 32, pues quería enseñarle algunas técnicas de caza y que al regresar al área de la alberca, la accionó sin querer. Dicha versión no coincidía con las pruebas, pues el cuerpo de D' Acquarone tenía cinco disparos, así que se manejó la versión del asesinato, mismo que pudo cometer la propia Claire, al enterarse que su marido abusaba sexualmente de su hermano menor. 



Claire pudo aprovechar que todos dormían para perpetrar el crimen y su madre, al descubrirla, prefirió echarse la culpa. Sofía Bassi fue condenada a once años de prisión, de los cuales sólo cumplió cinco, gracias a la presión ejercida por otros artistas y los medios de comunicación, que usaron como pretexto la imagen corrupta que tenía en ese entonces el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. 



Gracias a su amistad con personas de poder, Sofía cumplió su condena en la enfermería, en lugar de una celda con las demás presas; podía recibir visitas sin problemas e ingresar materiales para seguir pintando, además de airé acondicionado, teléfono y televisión. 



Un año antes de ser liberada, cuatro de sus amigos y pintores, José Luis Cuevas, Alberto Gironella, Rafael Coronel y Francisco Corzas, ingresaron a su celda para plasmar un mural como signo de protesta ante la condena de Bassi, la cual consideraban injusta. Tras salir de la cárcel en 1971, Sofía Bassi vivió alejada de los reflectores y llevó una vida discreta. 



Falleció el 11 de septiembre de 1998 de un paro cardiaco, como consecuencia de una larga enfermedad que le aquejaba. Sofía escribió un libro titulado "Bassi... prohibido pronunciar su nombre", en donde daba su versión de lo sucedido con el conde D' Acquarone.

Beth Ann Carpenter

Es la única información que he podido encontrar ..............

Beth Carpenter siempre fue una chica lista, recibiéndose de abogada internacional en una prestigiosa universidad. Kim, su hermana era por el contrario una jovencita revoltosa y siempre al margen de la moral; precisamente, uno de sus tantos maridos, Anson Clinton, resultó asesinado, hecho que puso a las hermanitas Carpenter a huir dentro y fuera de su país…

16 oct 2012

Kate Bender


La familia Bender era una familia compuesta por un matrimonio (John y Marli) y sus dos hijos, Kate y John. Eran de origen alemán y llegaron a Estados unidos en torno a 1870. Se establecieron en el condado de Labette (en Kansas), lugar donde abrieron una pequeña tienda de comestibles y una posada. Cartel ofreciendo una recompensa por la captura de la familia Como John (el patriarca) no fue capaz de aprender inglés correctamente, necesitaba a su hija para poder llevar los negocios. 

Pronto la joven Kate, una muchacha muy guapa y con gran don de gentes, se proclamó curandera y medium. Una vez cerraban la tienda, la joven Kate atendía a los clientes en el salón de su casa. Dicha habitación estaba dividida al medio por una gran cortina, que era el lugar donde la joven ejercía de “intermediaria con los muertos”. Cada vez que llegaba un cliente rico, lo pasaban inmediatamente a esa habitación, a veces en detrimento de la gente que podía llevar horas esperando su turno. Mientras Kate distraía a los clientes, John o su hijo se acercaban sigilosamente por la espalda de la víctima y de un martillazo acababan con su vida. Posteriormente degollaban metódicamente a cada víctima para asegurarse de su óbito. 

Una vez asegurados de que el “cliente” estaba muerto, lo enviaban al sótano a través de una trampilla camuflada en el suelo, donde más tarde desnudarían el cadáver, se apropiarían de todo lo que tuviese el mínimo valor y luego lo enterrarían, generalmente en el jadín. En la primavera de 1873 llegó un cliente bastante acaudalado a la posada. Era el doctor William York, quien se encontraba de viaje desde el cuartel de Fort Scott hacia su casa. Le había dicho a su hermano que lo más probable es que parase en esa posada a descansar, ya que le habían hablado bien de ella. Sin embargo, nadie volvió a ver al doctor York. Intrigado por su desaparición, el hermano del doctor, el coronel Edmund York se presentó en la posada la tarde del día 4 de Mayo de 1873. 

Una vez allí, les preguntó si habían visto a su hermano, pregunta a la que la familia Bender al completo respondió diciendo que no. Como era tarde, el coronel decidió quedarse allí esa noche. Se encontraba fumando con su pipa en el salón después de cenar cuando de repente observó una cajita de oro que le resultaba vagamente familiar. La abrió y se encontró con las fotos de su cuñada y su sobrina. Inmediatamente salió de la posada para regresar al día siguiente con el alguacil y varios militares, pero encontraron el lugar vacío; los Bender habían huído. 

Comenzaron entonces a registrar la propiedad y se encontraron con doce montículos entre unos arbustos. En aquel luigar había al menos doce cuerpos. Por supuesto, el hermano de Edmund también estaba; de hecho, estaba sepultado cabeza abajo y con los pies casi a la vista. No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió con la familia Bender. Uno de los grupos de búsqueda que se organizaron (aprovechando el rango militar de Edmund York) dijo haberlos encontrado. 

Según narra el documento, fusilaron al matrimonio y al hijo, mientras que a Kate la quemaron viva. De todos modos, la búsqueda prosiguió durante casi cincuenta años, hasta la muerte del coronel York, y se ofrecían recompensas por su captura.

 Se detenía a toda pareja de mujeres que viajasen solas, aunque nunca se supo que se hallase a Kate y a su madre. Incluso se llegó a enviar a dos mujeres desde Detroit acusadas de ser ellas; sin embargo, nunca fueron juzgadas.