19 abr 2012

Daphne Wright


Abril de 2007

El jurado teniendo en cuenta el destino de Daphne Wright, la encontró culpable de asesinato en primer grado, homicidio doloso y el secuestro de Darlene VanderGiesen.

Fiscal Estatal del Condado de Minnehaha Dave Nelson dio la vuelta para dar a los padres de la víctima, un gesto sombrío. Su madre, Dee VanderGiesen, sonrió ligeramente.

Uno por uno, los miembros de la familia y amigos VanderGiesen desfilaron Nelson y sus asistentes, abrazándolos, agitando sus manos.

El veredicto de hoy se produjo después de unas ocho horas de deliberaciones.

Wright se enfrenta ahora a la posibilidad de muerte por inyección. Si fuera condenado a muerte, ella sería la primera mujer en el corredor de la muerte de Dakota del Sur.

Testimonio en la fase de sentencia podría comenzar tan pronto como el lunes.

Los miembros del jurado a 11 mujeres y un hombre - comenzó sus deliberaciones a las 5 pm del miércoles, luego se retiró para pasar la noche alrededor de las 9:30 pm Se reanuda sus deliberaciones alrededor de las 9 horas de esta mañana.

Wright, de 43 años, fue acusado de secuestro y los cargos de asesinato premeditado para el 01 de febrero 2006, la muerte de 42 años de edad, Darlene VanderGiesen.

Después de la lectura del veredicto, los jurados fueron sacados de la coutroom para los abogados y el juez podría discutir qué será lo próximo.

Pero tuvieron que pasar varios minutos para que el jurado para regresar a la sala del tribunal cuando se le cite.

"La razón de la demora es de algunos de los miembros del jurado están tratando de componer y lo que les está dando unos minutos para hacer eso", dijo el juez Brad Zell en la corte.

En cuatro horas de argumentos de cierre del miércoles, el Estado pidió a los miembros del jurado que usar el sentido común, y la defensa solicitaron que se enfocara en lo que no se sabe sobre la muerte de la mujer.

Nelson reconstruido una gran cantidad de evidencia física y circunstancial para contar su teoría de los hechos.

Molesto por los intentos de supuestos Darlene VanderGiesen para "destruir" su relación lésbica, Wright estableció una reunión con la víctima la noche del 01 de febrero en el Pizza Hut en la calle 26 y la avenida Sycamore.

Wright alguna manera tiene VanderGiesen en su vehículo y más tarde ese día la mató a golpes en la cabeza y por asfixia con una bolsa de plástico bien apretados en el cuello, dijo Nelson.

El acusado esperó dos días para que llegue su cheque, compró una sierra de cadena y, a continuación, dijo Nelson, cortó el cuerpo de la víctima en cuatro trozos en el sótano de la parte demandada en el 1806 S. Avenida Phillips.

Abogados de la defensa de Wright se centró en la falta de evidencia directa de cualquiera de secuestro o asesinato premeditado.

Minnehaha Defensor Público del Condado Traci Smith dijo al jurado que los fiscales se basaban en pruebas desmembramiento tan fuerte es irrelevante, ya que se produjo después de la muerte de VanderGiesen.

"La evidencia que se presentó todo tiene que ver con lo que sucedió dos días más tarde - por lo menos dos días más tarde," dijo Smith. "Una vez una persona ha fallecido, el crimen está hecho".

Nelson respondió en su refutación de cierre que las pruebas del estado apoya firmemente la teoría del secuestro y asesinato premeditado.

"Son las circunstancias que rodean a todos los eventos que nos llevan a la conclusión ineludible", dijo, llamando a las pruebas "abrumadoras".

14 abr 2012

Romina Tejerina


Romina escuchó entre llantos la sentencia del tribunal que la condenó a 14 años de prisión por haber matado a cuchilladas a su hija recién nacida, a la que dijo haber concebido durante una violación.

En un fallo unánime, los tres jueces de la Sala II del fuero penal jujeño encontraron a la joven responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo y tuvieron en cuenta algunos atenuantes a la hora de dictar la sentencia.

Un secretario del tribunal leyó la parte resolutiva de la condena, pero los fundamentos de la sentencia se conocerán recién el 22 de junio próximo.

La fiscalía había reclamado la prisión perpetua, mientras que la defensa había solicitado la absolución de la joven.

Luego de conocido el veredicto, el abogado Fernando Molinas anunció que apelará de inmediato el fallo ante las instancias superiores de la justicia.

De todos modos, consideró "un adelanto" que el tribunal oral que juzgó a la joven, "después de tres años, reconoce circunstancias extraordinarias de atenuación" en el homicidio agravado por el vínculo de la beba recién nacida.

La estrategia de la defensa se había fundado en que la joven fue víctima de un brote psicótico derivado de la violación que dijo haber sufrido y que, en ese contexto psicológico, mató a su beba a cuchilladas poco después del alumbramiento, en febrero de 2003.

El dolor de los familiares

Una vez leído el fallo, familiares y amigos de Romina expresaron su repudio y denunciaron que los magistrados cometieron una injusticia.

"¿Por qué son tan crueles?", se preguntó entre llantos Elvira Baños, la madre de Romina, quien se quejó porque su hija será enviada a la prisión mientras "el violador sigue libre".

Por su parte, Mirta Tejerina, la hermana mayor de Romina expresó: "No la vamos a dejar caer, la vamos a seguir hasta las últimas consecuencias.

Añadió que con la sentencia "vuelven a criminalizar la pobreza".

El caso

La joven Romina Tejerina mató a puñaladas a su hija recién nacida el 23 de febrero de 2003.

Ese día dio a luz a la pequeña en el inodoro del baño de la casa, en la que vivía con otras dos hermanas, y luego puso a la criatura en una caja de cartón con tapa y le aplicó alrededor de veinte puñaladas.

Aún con vida, la bebé fue llevada al Hospital Guillermo Paterson, de San Pedro, ciudad donde vivía Romina, pero luego la pequeña fue trasladada al hospital Pablo Soria de San Salvador Jujuy, donde falleció el 25 de febrero a causa de una hemorragia masiva cerebral por heridas punzo penetrantes.

Marianne Nölle


Marianne Nōlle (nacida en 1938, en Colonia) fue una asesina en serie alemana, responsable de por lo menos 7 muertes (que fueron las únicas confirmadas).

Nōlle era una enfermera geriátrica en su natal Colonia, entre 1984 y 1992 mató a varios pacientes que estaban a su cargo, envenenándolos con Truxal (un medicamento psiquiátrico de uso restringido, empleado como antisicótico).

La policía cree que Marianne mató a 17 ancianos a su cuidado y lo intentó con por lo menos otros 18 más. Pero sólo se le pudieron comprobar 7 cargos de asesinato, por los que fue condenada a cadena perpetua en 1993. Ella jamás ha confesado su responsabilidad en los hechos.

Mary Surratt


Mary Elizabeth Jenkins Surratt(Mayo de 1820 o 1823 - 7 de julio de 1865) fue una propietaria de pensión americana que fue declarada culpable por participar en la conspiración para asesinar al presidente Abraham Lincoln. Condenada a muerte, fue ahorcada, convirtiéndose en la primera mujer ejecutada por el Gobierno federal de Estados Unidos. Fue la madre de John H. Surratt, Jr., que luego fue juzgado pero no fue condenado por el asesinato.

La pensión de Surratt, que ahora es un restaurante, ubicada en Chinatown de Washington, D.C.

Louis Weichmann se mudó a la pensión de Mary Surratt el 1 de noviembre de 1864. El 23 de diciembre de 1864, el Dr. Samuel Mudd presentó a John Surratt, Jr. a John Wilkes Booth. Booth reclutó a John Jr. para su conspiración para secuestrar a Abraham Lincoln.7 9 Los agentes de la Confederación comenzaron a visitar la pensión frecuentemente. Booth visitó la pensión muchas veces en los próximos meses, a veces a solicitud de Mary Surratt.

George Atzerodt y Lewis Powell abordaron la casa durante cortos períodos. Atzerodt, un amigo de John Jr. y Booth y un co-conspirador en la trama (como lo era en ese momento)para asesinar a Lincoln, visitó la pensión varias veces en los primeros dos meses de 1865.

Se quedó en la pensión de los Surratt en febrero de 1865 (no está claro si una o varias noches, ya que las fuentes difieren) pero él resultó ser un bebedor empedernido y Mary Surratt lo expulsó después de unos días.12 15 De todos modos, continuó visitando la pensión frecuentemente. Lewis Powell se hizo pasar por un predicador bautista y se alojó en la pensión durante tres días en marzo de 1865
David Herold también llamó a la casa varias veces.

Como parte del plan para secuestrar a Lincoln en marzo de 1865, John Surratt, Atzerodt, y el conspirador David Herold escondieron dos carabinas Spencer, municiones, y algunos otros artículos en la caberna de Surratt en Surrattsville.

El 11 de abril, Mary Surratt alquiló un coche y lo condujo a la taberna Surratt. Dijo que hizo un viaje para cobrar una deuda dee un antiguo vecino. Pero de acuerdo a su inquilino, John M. Lloyd, Surratt le dijo que tuviese "las armas de hierro" listas para ser recogidas. El 14 de abril, Mary Surratt dijo que una vez más visitaría la taberna de la familia en Surrattsville para cobrar una deuda. Poco después de que dejase la ciudad, Booth visitó la pensión y habló en privado con ella.

Él le dio un paquete (luego se encontró que tenía unos prismáticos) para que Lloyd lo recogiera esa tarde. Surratt lo hizo, y (de acuerdo a Lloyd) de nuevo le dijo a Lloyd que tenga "las armas de hierro" listas para ser recogidas.(Booth y Herold recogerían los rifles y prismáticos esa tarde mientras se iban a Washington después del asesinato de Lincoln). Lloyd reparó un muelle roto en el vagón de Surratt antes que ella se fuera.

Arresto y encarcelamiento

Lewis Powell, también conocido como Lewis Payne, el conspirador cuya llegada en la pensión de Surratt el 17 de abril convenció a muchos de la culpa de Mary Surratt.

Alrededor de las 2 a.m. del 15 de abril de 1865, miembros de la policía del Distrito de Columbia visitaron la pensión Surratt, buscando a John Wilkes Booth y John Surratt.

No está del todo claro la causa de que la policía fuera a la casa. La mayoría de los historiadores concluyen que el amigo de Weichmann, el empleado del Departamento de Guerra, Daniel Gleason, había alertado a las autoridades federales a la actividad de la Confederación centrada en la pensión Surratt, pero esto no explica porque apareció allí la policía del D.C., en lugar de agentes federales (El historiador Roy Chamlee, sin embargo, dice que hay evidencia dee que Gleason no comunicó a la policía de D.C. sus sospechas acerca de Weichmann hasta varios días después).28 En 45 minutos del ataque a Lincoln, el nombre de John Surrat, Jr. se había asociado con el ataque al Secretario del Estado, William H. Seward. La policía de D.C. como también la oficina del preboste tenían archivos en John Surratt, Jr., y sabían que él era un amigo cercano de Booth (Es posible que James L. Maddox, supervisor propietario en el Teatro Ford y un amigo de Booth, o el actor John Matthews - ambos de pudieron saber sobre el plan en atacar los oficiales gubernamentales - hubiesen mencionado en el nombre de Surratt). El historiador Otto Eisenschiml ha argumentado que el intento de David Herold de robar un caballo de John Fletcher quizás los pudo haber llevado a la pensión de Surratt, pero al menos otro estudioso ha llamado a esto incierto. Otras fuentes afirman que los testigos habían identificado a Booth como el atacante de Lincoln, y los detectives tenían información (una pista de un actor sin nombre, y un camarero) que unía a John Jr. a Booth. Mary Surratt mintió, y le dijo a los detectives que su hijo había estado en Canadá durante dos semanas. Tampoco reveló que ella había llevado un paquete a la taberna de Surrattsville a nombre de Booth horas antes.

El 17 de abril, un vecino de Surratt le dijo a las autoridades militares que él escuchó a uno de los funcionarios afroamericanos de Surratt que tres hombres habían ido a la casa en la noche del asesinato de Lincoln y que uno de ellos había mencionado a Booth en un teatro (el sirviente estaba equivocado en la fecha, ya que John Surratt, Jr. había estado en Elmira, Nueva York, en una misión de un general confederado).

Otras piezas de información también mencionaron la pensión como un lugar de encuentro clave de los posibles conspiradores. Tanto el Coronel Henry H. Wells, Provost Marshal (jefe de la policía militar) del Distrito de Columbia, o el General Christopher C. Augur, dijeron al Coronel Henry Steel Olcott que arrestara a todos en la casa. Los soldados federales visitaron la pensión Surrat de nuevo en la tarde del 17 de abril.

John Jr. no se pudo encontrar, pero después de una búsqueda de la casa, los agentes encontraron en la habitación de Mary una fotografía de Booth (escondida detrás de otra fotografía), fotos de líderes de la Confederación (incluyendo a Jefferson Davis), una pistola, un molde para hacer balas, y cápsulas fulminantes. Mientras Mary Surratt estaba siendo arrestada por conspiración para asesinar a Lincoln, Lewis Powell apareció en su puerta (disfrazado).40 41 42 Aunque Surratt negó conocerlo, Powell fue arrestado y luego identificado como el hombre que había intentado asesinar al Secretario de Estado, William Seward.

Después de su arresto, Mary Surratt fue mantenida en un anexo a la antigua Prisión del Capitolio antes de ser trasladada al Arsenal de Washington el 30 de abril.

Dos guardias armados se paraban frente a su puerta de su celda desde el comienzo de su encarcelamiento hasta su muerte, su celda, mientras que era más aireada que otras,estaba escasamente amueblada con un colchón de paja, una mesa, un lavabo, una silla y un cubo, la comida era servida cuatro veces al día, y consistía en la misma cosa cada vez: pan suave, sal de puerco, carne, o sopa de puerco, y café o agua.

Los otros conspiradores arrestados tenían sus cabezas envueltas en una bolsa de tela acolchonada para evitar un intento de suicidio.50 Las fuentes discrepan que Surratt fue obligada a vestir esto también. Aunque los otros tenían esposas de hierro en sus pies y tobillos, en ningún momento la señora Surratt fue esposada. (Rumores contrarios fueron planteados por periodistas en el juicio, que no podían ver a Surratt o que sólo "escucharon" el ruido metálico de cadenas en sus pies. Estos rumores fueron repetidamente investigados y negados).51 Ella comenzó a sufrir sangrado menstrual, y se debilitó durante su detención.Se le dio una mecedora, y permitía visitas de su hija, Anna. Ella y Lewis Powell recibieron la mayor atención de la prensa. Pero la prensa del Norte también fue muy crítica con Surratt en sus descripciones.

John Surratt, Jr. estaba en Elmira, Nueva York, en el momento del asesinato, llevando mensajes en nombre de un general confederado. Después de enterarse de la muerte de Lincoln, huyó a Montréal en Canadá.

Juicio

El juicio de los supuestos conspiradores comenzó el 9 de mayo. Se eligió un tribunal militar, en lugar de uno civil, porque al ser sus normas más indulgentes con las pruebas, pensaron los oficiales de gobierno, sería posible que la corte llegue al fondo de lo que se percibía por el público como una gran conspiración.57 Los ocho supuestos conspiradores fueron juzgados al mismo tiempo. El historiador Laurie Vergue ha comentado que, "Sólo en el caso del Dr. Samuel Alexander Mudd, hay tanta controversia como la culpa o inocencia de uno de los acusados."

El erudito del asesinato de Lincoln, Thomas Reed Turner dice que, de las ocho personas acusadas de planear asesinar a Lincoln, el caso contra Surratt sigue siendo "el más controvertido... en ese momento y desde entonces."

Una habitación en la esquina noreste del tercer piso del Arsenal fue convertida en sala del tribunal, y los prisioneros eran llevados a ella por una puerta que prevenía de pasar o ser acosados por los espectadores.59 Durante el juicio, a Surratt se le dieron consideraciones especiales debido a su enfermedad y género.

En la sala, se sentó aparte de los otros prisioneros. Las fuentes difieren sobre si un guardia armado se sentaba a su lado, como lo hicieron los demás prisioneros durante el juicio. Mientras que los otros llevaban esposas en las muñecas y tobillos, ella no.

También se le permitía un gorro, y un velo para ocultar su cara de los espectadores. Como su enfermedad se agravó durante el juicio, fue trasladada a una celda de prisión más grande y cómoda.

Surratt fue acusada de complicidad, ayuda, ocultamiento, asesoramiento y de albergar a sus co-acusados, el gobierno federal inicialmente trató de encontrar un abogado para Mary Surratt y los otros, pero casi ninguno estaba dispuesto a aceptar el trabajo por miedo a ser acusado de deslealtad a la Unión. Surratt retuvo a Reverdy Johnson, un respetado abogado y Senador de Estados Unidos, como su asesor legal. Un miembro de la comisión militar tratando a los conspiradores cuestionó el derecho de Johnson en defender a Surratt, ya que Johnson se había opuesto a la lealtad que requieren los juramentos de los votantes en las elecciones de 1864, después de mucha discusión, esta objeción fue retirada, pero el daño ya estaba hecho para la influencia de Johnson y no asistió a la mayor parte de las sesiones del tribunal, la mayoría de la defensa legal de Surratt fue presentada por dos abogados, Frederick Aiken y John Clampitt.

La estrategia de la fiscalía fue ligar a Surratt a la conspiración. La llegada de Powell a su pensión tres días después del asesinato del Presidente fue una evidencia crítica contra ella, argumentó el gobierno. La fiscalía presentó nueve testigos, pero la mayoría de sus casos se basaba en el testimonio de dos hombres - John M. Lloyd y Louis Weichmann. Lloyd testificó el 13 y 15 de mayo de 1865, en relación al ocultamiento de carabinas y otros suministros en la taberna en marzo, y las dos conversaciones que tuvo con la Sra. Surratt en que ella le dijo que tuviera "las armas de hierro" listas. El testimonio de Weichmann fue importante, ya que estableció una relación íntima entre Mary Surratt y los otros conspiradores. Weichamnn testificó el 16 y 19 de mayo, y dijo que él había vivido en la pensión desde noviembre de 1864. Él había visto o escuchado a John Jr. encontrándose y hablando con Atzerodt, Booth y Powell varias veces en los últimos cuatro meses y medio.Weichmann había llevado a la Sra. Surratt a la taberna Surrattsville el 11 y 14 de abril, confirmó que ella y Lloyd habían pasado demasiado tiempo en una conversación privada, testificó que él vio a Booth darle el paquete con los binoculares, y declaró que había llevado el paquete a Lloyd. Weichmann también testificó sobre los vínculos de la familia Surratt a la Confederación espía y los anillos de mensajería en el área, y sus relaciones con Atzerodt y Powell. También declaró sobre el encuentro del 23 de diciembre con Booth y John Jr. (que él también asistió) y su encuentro posterior con Booth en la habitación de éste en el Hotel National. Finalmente, él le dijo al tribunal militar sobre la excitación general en la pensión en marzo de 1864 después del intento fallido de secuestrar a Lincoln.

Otros testigos reforzaron el testimonio de Weichmann. Lodger Honora Fitzpatrick confirmó visitas por Atzerodt, Booth y Powell a la pensión. Emma Offut, la cuñada de Lloyd, testifió que ella vio (pero no escuchó) a Mary Surratt hablando durante largos períodos de tiempo con Lloyd el 11 y 14 de abril. Los agentes del gobierno testificaron sobre el arresto de Surratt, la llegada de Powell, y su negación de que ella conocía a Powell. El hecho que Powell buscó refugió en la pensión después de la muerte de Lincoln dejó una mala impresión en la inocencia de la Sra. Surratt. La negación de Surratt (o fracaso) de reconocerlo, pesaron en su contra. Los agentes también testificaron sobre su búsqueda en la casa, y la evidencia (las fotografías, las armas, etc.) descubiertas allí. El testimonio de Lloyd había sido el más importante para la acusación, ya que indicaba que Mary Surrat desempeñó un papel activo en la conspiración en los días antes de la muerte de Lincoln.72 La fiscalía apoyó sus argumentos el 22 de mayo.

La estrategia de la defensa fue impugnar el testimonio de los testigos claves de la fiscalía, Lloyd y Weichmann. Pero la defensa también quiso mostrar que Mary Surratt era leal a la Unión, que sus viajes a Surrattsville eran de una naturaleza inocente, y que ella no había estado consciente de los planes de Booth. Treinta y un testigos testificaron a su defensa. George H. Calvert testificó que él presionó a Surratt que pagara una deuda, Bennett Gwynn dijo que Surratt había solicitado el pago de John Nothey para satisfacer la deuda de Calvert, y Nothey estuvo de acuerdo que él recibiría una carta de Surratt pidiendo que él apareciera en la taberna el 11 de abril para pagar lo adeudado. Varios testigos impugnaron el personaje de Lloyd al testificar sobre su alcoholismo. Varios testigos dijeron que apareció completamente intoxicado el día de la muerte de Lincoln (14 de abril), lo que implica que no podía haber recordado con claridad lo que había sucedido ese día, Sin embargo, Lloyd había testificado que reparó un muelle roto en el vagón de Surratt, que rebatió estas afirmaciones, Augustus Howell, un agente de la Confederación, declaró que la visión de Surratt era pobre, y que Louis Weichmann era un testigo poco confiable ya que había tratado de convertirse en un espía confederado. (El fiscal intentó mostrar que Howell era un espía de la Confederación y no debía ser confiado) Anna Surratt declaró que era Weichmann quién había traído a Atzerodt a su pensión, que la fotografía de Booth era de ella (dada por su padre en 1862) y que ella también era dueña de las fotografías de los líderes políticos y militares de la Unión. Anna negó haber oído alguna discusión de actividades desleales o ideas en la pensión, y dijo que mientras Booth visitó la casa muchas veces, sus estadías eran siempre cortas. Anna explicó el fracaso de su madre al reconocer a Powell afirmando que ella tampoco podía ver, Honora Fitzpatrick fue llamado de vuelta al estrado y dio testimonio de la mala visión de Mary también. Un ex funcionario y ex esclavo, dijeron que la vista de Surratt fallaba, y que le había dado a soldados de la Unión comida. Varios testigos fueron llamados al final del caso de la defensa para declarar la lealtad de Mary Surratt con la Unión, su fe profunda Cristiana, y su amabilidad. Un número de curas Católicos fueron llamados al estrado para declarar sobre la fe de Surratt, buen carácter, y la incorruptibilidad. Retratar a Surratt como una buena mujer Cristiana incapaz de cometer los crímenes por los que fue acusada formó una gran parte de la estrategia de la defensa. Durante la refutación de la fiscalía, los abogados del gobierno llamaron a cuatro testigos (P.T. Ransford, John Ryan, Frank Stith, y James Young) al estrado, que declararon como el personaje intachable de Weichmann.

Johnson y Aiken presentaron los argumentos de cierre para la defensa. Johnson atacó la jurisdicción de un tribunal militar sobre los civiles. Aiken cuestionó la jurisdicción de la corte también. Pero él también reiteró que Lloyd y Weichmann eran testigos no fiables, y que la evidencia contra Mary Surratt era totalmente circunstancial. La única evidencia vinculando a Surratt a la conspiración de asesinar a Lincoln, dijo él, vino de Lloyd y Weichmann, y ningún hombre estaba diciendo la verdad (dijo él). (Dorothy Kunhardt ha escrito que hay evidencia que el último testimonio fue sobornado por el Secretario de Guerra, Edwin M. Stanton).

El juez abogado John Bingham presentó el alegato final a la fiscalía. El tribunal militar tenía competencia, dijo él, no sólo porque el propio tribunal había pronunciado al comienzo de los juicios que lo hizo pero sino porque estos eran crímentes cometidos en una zona militar, durante un tiempo de guerra, y contra oficiales de alto gobierno en llevar actividades de traición. Bingham apuntó que la pensión de Surratt fue allí en donde se planeó la conspiración, y que Atzerodt, Booth y Powell habían conocido a Surratt. Booth pagó por el alquiler del carro que llevó a Surratt a Surrattsville cada vez, y Bingham dijo que esto era evidencia que los viajes de Surratt fueron críticos para la conspiración. Bingham también dijo que el testimonio de Lloyd había sido corroborado por otros, y que su falta de voluntad para revelar el escondite de las armas en la taberna fue motivado por su relación de arrendatario servil de Surratt. Bingham concluyó reiterando el punto clave del gobierno: Powell había regresado a la casa de Surratt buscando por la Sra. Surratt, y sólo esto fue evidencia para su culpabilidad. Bingham también recalcó al tribunal que el cargo que una persona estaba acusada era irrelevante: Bajo la ley de conspiración, sí una persona lleva a cabo un crimen, todos los conspiradores son culpables del mismo crimen.

El juicio concluyó el 28 de junio de 1865.80 Surratt estaba tan enferma los últimos cuatro días del juicio que se le permitió quedarse en su celda. Ambos equipos legales parecieron tener fallas en sus casos, y excepto por Reverdy Johnson ningún equipo empleó abogados altamente cualificados. El caso del gobierno se vio obstaculizado por su incapacidad de llamar como testigo al hombre que compartió el transporte de Lloyd cuando él habló con Surratt (un individuo que pudo haber verificado la versión de la historia de Lloyd de las "armas de hierro"), o el Jefe de Policía Metropolitana A.C. Richards (cuya investigación había tenido más éxito en los primeros días de la investigación). El gobierno no investigó a fondo los encuentros de Booth con Surratt al mediodía o la tarde del asesinato. Lo más importante es que el gobierno había frustrado el intento de detener a John Surratt, Jr. El caso de la defensa, también tuvo un problema. La defensa nunca dio seguimiento a las inconsistencias en la cronología de Weichmann de la última visita de Mary en la taberna, que pudo haber determinado la fiabilidad de Weichmann.

El tribunal militar consideró la culpabilidad y condena el 29 y 30 de junio. La culpabilidad de Surrat fue la segunda a considerar, aparentemente porque su caso presentaba problemas de evidencia y fiabilidad de testigos. La sentencia fue dictada el 30 de junio.81 El tribunal militar encontró a Mary Surratt culpable en todos los cargos, menos dos. Una sentencia de muerte requería seis de nueve votos de los jueces. Surratt fue sentenciada a muerte, y la sentencia se anunció al público el 5 de julio.83 Cuando Powell se enteró de su sentencia, declaró que Mary Surratt era completamente inocente de todos los cargos.84 La noche antes de la ejecución, los curas de Surratt y Anna Surratt visitaron a Powell, y le suscitaron una fuerte declaración de la inocencia de Mary Surratt. Aunque esto fue entregado por el Capitán Christian Rath, quien estaba supervisando la ejecución, el testimonio de Powell no tuvo efectos en nadie con la autoridad para prevenir la muerte de Surratt.85 Pero George Atzerodt amargamente la condenó, implicándola incluso en la conspiración. Powell fue el único que declaró por cualquier conspirador al exonerar a Surratt.

Anna Surratt declaró repeditamente por la vida de su madre con el Juez Abogado Joseph Holt, pero él se negó a considerar clemencia. Ella también intentó ver al presidente Andrew Johnson varias veces para rogarle misericordia, pero no se le concedió permiso para verlo.

Cinco de los nueve jueces fimaron una carta pidiéndole al Presidente Andrew Johnson en darle a Surratt clemencia y conmutar su sentencia a vida en prisión, por su edad y género.86 El Juez Abogado Joseph Holt no llevó la recomendación al Presidente Johnson hasta el 5 de julio, dos días antes que Surratt y los otros fueran ahorcados. Johnson firmó la orden de ejecución, pero no firmó la orden de clemencia. Johnson luego dijo que él nunca vio la solicitud de clemencia; Holt dijo que se la mostró a Johnson, quién se negó a firmarla. Johnson, de acuerdo a Holt, dijo en la firma de la sentencia de muerte que ella había "mantenido el nido que eclosionó el huevo."

Familia sobreviviente y hogar

Anna Surratt se mudó de la casa en la calle H y vivió con amigos durante unos años, aislada de la sociedad. Se casó con William Tonry, un empleado del gobierno. Vivieron en la pobreza durante un tiempo después de él haber sido despedido de su trabajo, pero con el tiempo se convirtió en un profesor de química en Baltimore y la pareja se hizo algo rica. La cepa de la muerte de su madre dejó a Anna desequilibrada mentalmente, y sufrió de períodos de miedo extremo que llegaba a la locura. Murió en 1904. Después de la destitución de cargos en su contra, John Surratt, Jr. se casó y él y su familia vivieron en Baltimore cerca de su hermana, Anna. Isaac Surratt también regresó a Estados Unidos y vivió en Baltimore (nunca se casó). Murió en 1907. Isaac y Anna fueron enterrados al lado de su madre en Mt. Olivet Cemetery. John Jr. fue enterrado en Baltimore en 1916. En 1968, una nueva lápida con una placa de bronce fue reemplazada en la vieja lápida de Mary Surratt.

La pensión de Mary Surratt sigue en pie, y fue inscrita en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 2009.91 Los ciudadanos interesados en Mary Surratt formaron la Sociedad Surratt. La taberna Surrattsville y la casa son sitios históricos administrados por la Sociedad Surratt. El Arsenal de Washington es ahora Fort Lesley J. McNair. El edificio que conteía celdas y una sala, y la pared de ladrillo vista en la parte posterior de la horca, se han ido (el patio donde se produjo el ahorcamiento ahora es una pista de tenis).

Surratt fue interpretada por la actriz Virginia Gregg en el episodio de 1956 "The Mary Surratt Case", transmitido como parte de las series antológicas de NBC The Joseph Cotten Show.

Fue interpretada por Robin Wright en la película de 2011, The Conspirator (El conspirador, en algunos países hispanohablantes), que fue dirigida por Robert Redford.

Kimberly Hricko



Kimberly Hricko dijo a los investigadores que después de una cena romántica con su marido, la pareja regresó a su habitación de un motel, donde Stephen siguió bebiendo. Él comenzó a presionar a Kimberly para tener sexo. Ella no estaba dispuesta, se produjo una pelea y Kimberly se fue de ahí. Explicó que a su regreso al motel vio que salía humo de la habitación.

Los investigadores de incendios encontró una caja de cigarros en una mesita de noche junto a la cama donde Stephen hubiera estado durmiendo. Un puro faltaba causando a los investigadores a especular sobre si fumar con descuido fue la causa del incendio.

Investigadores de incendios provocados fueron llamados y recreado el daño en una academia de formación. Uno de los cigarros Stephen Hricko fue tomado de la escena del crimen para las pruebas forenses. El cigarro, cuando se coloca contra una almohada retardante a la llama del motel, seguía saliendo diciendo a los investigadores que "fumar sin cuidado" en realidad no fue la causa del fuego como se pensaba anteriormente.

Según Joe Gamble, un policía estatal de Maryland, detective de homicidios, durante una autopsia al cuerpo de Stephen Hricko, se determinó que la cabeza, los brazos y el torso sufrieron quemaduras graves. Sin embargo, no se encontró daño en los pulmones. Los investigadores dijeron que la falta de daño a los pulmones significaba que Steven Hricko no respiraba durante el incendio, lo que significa que ya estaba muerto cuando el fuego se estableció.

Contrariamente a la historia de Kimberly Hricko, ninguna evidencia de alcohol se encuentra en el cuerpo de Stephen Hricko, por lo tanto Kimberly estaba mintiendo cuando dijo que Esteban era, "borracho descuidado".

Las autoridades necesitan para probar que Kimberly Hricko, era la asesina, ellos recorrieron las tiendas del pueblo, tratando de averiguar de dónde provenía de los cigarros. Un empleado de la tienda les dijo que Kimberly había ido a comprar cigarros. El secretario dijo que recordaba a Kimberly porque era grosera y brusca con el dependiente

Los cigarros que Kim había comprado, fueron de la misma marca que los encontrados en la habitación del motel. La policía también confiscó armas de la tienda para su análisis. Para presentar su caso, las características de la marca del cigarro se compararon. Algunos fabricantes usan sus propios tintes y pigmentos que hacen cada uno sea único.

Cuando Kimberly fue confrontada sobre el cigarro y resultados de la autopsia, admitido ahora que ella compró los cigarros. Previamente negó haber hecho la compra.

Durante la entrevista, Kimberly Hricko actuó sorprendida por el hallazgo de autopsia y terminó abruptamente la entrevista pidiendo un abogado.

Kim quería el divorcio, Kim había estado teniendo una aventura amorosa y que iba a pasar mucho tiempo con su amante. Ella no estaba haciendo esfuerzos para salvar su matrimonio. Kim también se beneficiarían de $ 200,000 de un seguro de vida que Steven tenía.

Compañeros de trabajo Kimberly Hricko no creían que el fuego lño haya provocad su amante conjunto con Kim. Sin embargo, un médico dijo que se ofreció en tono de broma una gran suma de dinero para matar a Esteban, y bromeó diciendo que él pudiera volver lo puso a dormir para siempre.

La succinilcolina

Succinilcolina, una droga que para la persona media es difícil de obtener, es un fármaco paralizante que se utiliza en quirófanos de hospitales. Clasificado como un "relajante del muscular", cuando se administra en dosis suficientemente altas causa un paro cardíaco en las víctimas.

Las personas que trabajan en las unidades quirúrgicas de los hospitales tienen acceso a la droga letal, una opción algo común en los asesinos, ya que se metaboliza rápidamente en el cuerpo humano por lo que es prácticamente indetectable por los médicos forenses y los médicos forenses.

Pocos días después del incendio de un empleado del motel encontró una jeringa descarta de Kim en la hierba cerca del motel. La policía fue capaz de construir un caso circunstancial para llevar ante la justicia a Kimberly Hricko.

Para este día, los huéspedes del motel solicitan a menudo la habitación donde murió Stephen Hricko.

Janeth Córdova de Ramírez


Luego de 9 meses de audiencias de juicio, fue condenada a 29 años de prisión Janeth Córdova de Ramírez, conocida como la "Viuda Negra de Petare", quien planificó la muerte de su esposo para quedarse con una fortuna que ascendía a más de un millón de bolívares fuertes.


También fue condenada a 8 años de prisión Francis del Valle González, cómplice de Córdova, quien sirvió de señuelo para enamorar a Henry Ramírez, propietario de la red de tiendas "Suministros El Jefe", quien fue secuestrado el 5 de noviembre de 2007, para luego aparecer muerto, seis meses después, en la vía hacia El Hatillo.



La fiscal 30° del Área Metropolitana de Caracas (AMC), Raiza Sifontes, presentó los medios de prueba contra Córdova de Ramírez, por ser determinadora o autora intelectual en el delito de homicidio intencional calificado, cometido por motivos fútiles e innobles, en perjuicio de su esposo.



Por ese mismo delito, el citado Tribunal condenó a González, pero en grado de cómplice.



El Tribunal 26° de Juicio del AMC, admitió las pruebas presentadas por la Fiscalía y procedió a condenar a ambas mujeres, quienes cumplirán la pena en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Inof), en Los Teques, estado Miranda. Por este mismo hecho, fue condenado a 8 años Carlos Ávila Ruíz, quien admitió su responsabilidad por el delito de homicidio intencional calificado en grado de complicidad correspectiva.



De acuerdo con la investigación, el día del suceso Francis fue a buscar a Ramírez a su local, y lo trasladó a un apartamento en La Urbina, Petare, donde lo esperaban Ávila Ruiz y Jonathan Ortegano (se encuentra prófugo), quien mantenía una relación sentimental desde hacia tres años con Córdova.



Al principio la "Viuda Negra de Petare", quiso simular un secuestro y denunció el hecho ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, quienes luego de realizar las experticias necesarias dieron con los responsables del crimen de Henry Ramírez.

Valessa Robinson


Valessa Robinson, una muchacha de 15 años que vivía en un suburbio de clase media alta, estaba siendo acusada, junto a su enamorado y otro amigo, de haber matado a su madre y de huir luego con la tarjeta de credito y la minivan de la mamá. Después de una dramática persecución y un tiroteo en un solitario tramo de la autopista de Texas, los tres fueron arrestados.


La víctima, Vicki Robinson (49), era divorciada, trabajaba en bienes raíces, trataba de criar a sus dos hijas adolescentes y buscaba salir adelante en su nueva vida.



Durante años, ella y Valessa pasaron por las batallas propias de esa edad. Pero más tarde, Valessa se obsesionó con su nuevo enamorado y el conflicto entre ambas se agravó. Unos meses después, Vicki estaba muerta, su cuerpo 'había sido encontrado metido en un tacho de basura y Valessa y su enamorado estaban en prisión.



La policía pronto se centró su investigación en 15 años de edad, la señora Robinson, la hija de Valessa, que había desaparecido, también. La señora Robinson había estado luchando para mantener el control de su hija rebelde y estaba preocupado por su nuevo novio, Adam Davis. Davis, 19, recientemente había pasado seis meses en la cárcel por robo y allanamiento de morada.



Seis días después de la desaparición Vicki Robinson, Robinson y Valessa Davis Adam - junto con 19 años de edad, Jon Whispel - fueron detenidos tras una persecución a alta velocidad en la carretera interestatal 10 en Texas. Al día siguiente, el cuerpo de la señora Robinson fue encontrado en un cubo de basura en el bosque a pocos kilómetros de su casa.



Whispel llegado a un acuerdo con la fiscalía y se volvió contra sus amigos. Dijo que en la noche del asesinato, él, Valessa y Adán había tomado LSD. Mientras estaban sentados en un restaurante Denny está hablando acerca de qué hacer, Valessa pronto sugirió que matar a su madre. Dentro de la casa Robinson, Davis atacó a la señora Robinson y la apuñaló, Whispel dijo, y agregó que en un momento Valessa presionado a su madre.



Whispel se declaró culpable de asesinato en segundo grado y fue condenado a 25 años de prisión. El año pasado, Adam Davis fue declarado culpable de asesinato en primer grado y sentenciado a muerte.

13 abr 2012

Las Viudas Negras reciben 27 años de cárcel en DF


CIUDAD DE MÉXICO, 12 de abril.- Roxana Lizbeth Arredón Argüello, Emma Argüello Jurado y Leslie Madelin Arellanes Arredón; abuela, hija y nieta respectivamente; fueron sentenciadas a 27 años de prisión por el juez 69 penal por el homicidio de un joven, con el objetivo de cobrar diferentes seguros de vida.

Con un total de 32 millones de pesos en juego, las conocidas ‘viudas negras’ fueron condenadas por la muerte de Rubén Romero Escalante, además de ser obligadas a pagar 40 mil pesos de indemnización por daño material, también 3 mil 288 pesos por gastos funerarios y reparación del daño 165 mil 930 pesos.

Leslie Medelin se presentó en la Fiscalía como testigo de identidad, además dijo que conocía a Romero desde hace cinco años; dijo que fue su mejor amigo desde hace cinco años, lo tildó de una persona solitaria y pidió que le entregaran el cadáver para poder velarlo.

Pero las investigaciones de la PGJDF arrojaron un resultado diferente, Leslie fue la novia del occiso, era estudiante de la UNAM, su familia estaba al pendiente de su paradero y, lo más importante, contaba con cinco seguros que sumaban 32 millones de pesos.

El pasado 21 de agosto de 2009, fue hallado el cuerpo de Rubén Romero en las calles de Jacarandas y Pensamiento, en la Colonia Ciudad Jardín, delegación Coyoacán; el cadáver presentaba traumatismo craneoencefálico, alteraciones viscerales y laceraciones por diversos golpes.

5 abr 2012

Karla Rodriguez Hernandez

Al recordar los supuestos maltratos de que eran objeto tanto ella como su padre, llevaron a una joven a asesinar a su madre, al estrangularla con un cordón, dentro del domicilio familiar, localizado en la colonia Fraccionamiento Santa Mónica, en el municipio de Benito Juárez.

El crimen de la madre de familia se registró el pasado viernes, sin embargo, fue hasta el día de ayer, en que elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones, llevaron a cabo la detención de la presunta homicida, su padre y el novio de la joven, que fueron puestos a disposición del Ministerio Público investigador.

La víctima fue identificada como María Adela Herrera Hernández, que contaba con 44 años de edad, y quien fue atacada y asesinada por su hija, mientras descansaba en el interior de su recámara.

Como presunta responsable del crimen, fue detenida la hija de la mujer, que cuenta con 16 años de edad, y quien por ser menor de edad, no se puede dar a conocer su identidad, además de su padre llamado Ismael Rodríguez Sosa, de 44 años, y su prometido identificado con el nombre de Everardo Cazares González, de 20 años.

El crimen de la madre de familia se registró el pasado viernes, aparentemente durante el transcurso de la tarde, dentro de su domicilio localizado en el Fraccionamiento Santa Mónica, en la referida localidad.

De acuerdo a la información que fue proporcionada por las autoridades investigadoras, la autopsia que se practicó al cadáver de Herrera Hernández, reveló que ésta falleció a consecuencia de asfixia por estrangulamiento.

Según declaró la joven ante las autoridades investigadores de la PGJE, el pasado viernes se encontraba en su casa y en esos momentos recordó los supuestos malos tratos de que era o fue objeto tanto ella como su padre, por parte de su madre.

Tras recordar lo anterior, la joven ahora detenida y quien fue puesta a disposición de la Justicia para Adolescentes, se dirigió a la cocina y tomó el palote (con el que se hacen las tortillas) y se dirigió al cuarto donde se encontraba su mamá.

En esos momentos y aprovechando que la víctima se encontraba recostada sobre su cama, con el palote golpeó en algunas ocasiones la cabeza y el abdomen de su madre, sin embargo, el objeto contundente repentinamente se quebró.

Tras lo anterior, la joven presunta homicida tomó de su cuello un listón que lleva puesto y el mismo lo colocó en el cuello de su madre, apretándolo hacia atrás, ocasionándole así la muerte.

Virginia Juárez Fernández


El cuatro de septiembre de l999, la señora Virginia Juárez Fernández, ocupó los titulares más importantes de los medios locales de comunicación, al haberse defendido de una agresión por parte de su pareja, matándolo a machetazos. Durante más de cinco días la noticia recorrió como pólvora todos lo medios de comunicación, pero que de manera radical dejó de informarse del caso de la noche a la mañana.

En el Continente Americano la violencia contra la mujer ha dejado de ser un tema exclusivamente de derechos humanos. Ahora es considerado como un problema de salud pública, ya que entre el 30 y 40 por ciento de la población femenina de la región es afectada.

Datos recabados por la oficina de Estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), indican que entre 20 y 60 por ciento de mujeres notificaron que fueron golpeadas por su pareja masculina.

Virginia Juárez Fernández es una de las miles de mujeres que son agredidas diariamente en el país por parte de su pareja o de alguien cercano a ella, y que por miedo a futuras agresiones no emprenden acción legal en contra del agresor.

A diferencia de la mayoría de casos, ella es una de las pocas mujeres que han tenido el valor de defenderse, pero que por desgracia para ella con un final trágico.


La relación de Virginia Juárez con el ahora finado Manuel Mendieta Villalvazo, se remonta a 1977, cuando decide unirse con él, pero aclara que nunca estuvieron casados.

Virginia no precisa la forma en que e relacionó con él, de manera tímida menciona que no era la “esposa oficial”, ya que él era casado legalmente a demás de t4ener esposa e hijos y después de once años de casado, decide vivir con ella en la Colonia el Coyol, del puerto de Veracruz, donde compra un terreno en la calle Adolfo Sugasti sin número y lo pone a nombre de Virginia.

Durante los 22 años de amasiato, procrearon tres hijos: Óscar, Hernán y Noé de 22, 20 y 12 años respectivamente al momento del incidente.

Manuel se dedicaba a la herrería con la ayuda de sus hijos dentro de su propiedad. No poseía empleo de manera fija, pero en un principio era el único sustento familiar. De manera ocasional, Virginia realizaba labores domésticas en casas ajenas para aportar algo más a la economía del hogar.

Durante los primeros 10 años de unión, la relación fue de amor y de mutuo respeto, “me quería y yo le correspondía. Era un tipo poco expresivo, pero dentro de todo me respetaba y procuraba darme lo que tenía para hacerme sentir bien”, recuerda Virginia; pero las cosas cambiaron cuando empezó a mostrar problemas de alcoholismo; ”Cuando le preguntaba por qué llegaba tomado, me empezaba a insultar y al poco rato me golpeaba con lo que tuviera a la mano. Muchas veces me dejó marcada”.

Conforme pasó el tiempo, las agresiones se volvieron cada vez más frecuentes, ella esperó que con el tiempo cambiara de actitud, que las agresiones “eran algo pasajero”, producto de los problemas económicos y el alcoholismo que empezaba a manifestar. Pero esto nunca sucedió, las agresiones se trasladaron a sus hijos, al grado de retirarles el poco apoyo económico que les otorgaba para sus estudios, así como dejó de dar dinero para el sustento familiar, siendo Virginia quien mantenía económicamente la casa y en algunos casos le daba dinero a Manuel para “sus pasajes”.

Miércoles rojo.

Durante más de 12 años la señora Juárez Fernández, aguantó diversas vejaciones, desde agresiones verbales, hasta el maltrato físico, inclusive, recuerda que en 1996 lo denunció por haberla golpeado en el rostro y ocasionarle lesiones hemáticas en diversas partes del rostro, pero que no dio seguimiento a la denuncia porque sintió compasión por Mendieta Villalvazo.

La gota que derramó el vaso, fue la noche del tres de septiembre de 1999, cuando Manuel llegó alcoholizado a su casa junto con su compañero de parranda, el Lic. Jorge Lila, con quien el difunto sostenía una sociedad económica en un negocio de pescadería ubicado cerca de la laguna el Coyol, en la colonia del mismo nombre en el Puerto de Veracruz.

Doña Virginia recuerda que esa noche estaba lloviendo y había mandado a dormir temprano a Noé. Oscar estaba con su novia en la colonia las Amapolas y Hernán estaba con su novia en la colonia las Bajadas del puerto de Veracruz.

A las once de la noche, llegó Manuel con su compañero, el cual acostó en uno de los sillones que había en la sala, mientras el se acostaba en el otro. Antes de acostarse le dijo que se habían quedado dormidos en una zanja que existen en las afueras del mercado Malibrán para recolectar las lluvias, por efectos del alcohol, pero que la lluvia los había despertado.

De pronto, Manuel le exigió que le sirviera de cenar, a lo cual ella obedeció de inmediato, pero la empezó a insultar sin motivo alguno y posteriormente comenzó a golpearla.” “Recuerdo que me empujo por la espalda y yo volteé para intentar detenerlo, pero me dio un puñetazo en le cachete y fue cuando caí. Una vez en el piso empezó a patearme y me levanté, pero me seguía pegando en la cara y en la panza. La boca ya me estaba sangrando y alcancé a ver a Noé que se había levantado por los gritos y estaba llorando”.

Cuando Virginia logró incorporarse, Manuel aprovechó para jalarla de los cabellos, mientras ella lo abrazaba del cuerpo, para los dos caer de manera estrepitosa sobre la mesa central rompiéndola y cayendo al suelo. Manuel la levantó de un jalón en el brazo y la azotó en diversas ocasiones contra la estufa. De nueva cuenta, los dos cayeron al piso, mientras Virginia gritaba pidiendo auxilio.

Manuel aprovechó su fuerza física y la arrastró del cabello hasta la habitación donde dormía, le dio una patada en el vientre y tomó un machete que estaba enterrado en el piso de tierra. Al ver las intenciones de Manuel, la señora Juárez Fernández se levantó y le propinó una patada en los genitales, lo cual provocó que soltara el machete y ella lo tomara para defenderse.

Virginia recuerda haberle dado cuatro machetazos de manera instintiva en el cuerpo para defenderse de las agresiones.

El primer machetazo fue en el pariental, debajo de la oreja derecha; el segundo fue en la base del cuello; el tercer machetazo se lo asestó en el tórax: y el último se incrustó en la mano derecha del occiso cuando éste intentaba cubrirse el cuerpo, ocasionándole amputación traumática de la misma.

Cuando vio que Manuel por un momento perdía la conciencia, Dejó el machete, pero aún herido, se incorporó y empezó a seguirla, hecho que llenó de pánico a la señora, que solo atinó a soltar el machete y huir a esconderse, olvidando a si hijo menor, que presenció la agresión.

No sabe a ciencia cierta como fue a dar detrás de la casa, pero permanecía escondida y con plena conciencia de que Mendieta Villalvazo estaba herido de muerte, pero no quiso cerciorarse del estado en que lo había dejado.

Manuel se encontraba desangrándose, tirado en la parte exterior de la propiedad, cuando llegaron varias patrullas de la policía intermunicipal a su domicilio.

“ En un principio pensaba entregarme cuando llegara la policía, pero al ver mi vestido lleno de sangre, me escondí para que las patrullas se fueran y me diera tiempo de bañarme para después ir al penal a contar lo que sucedió”

La señora Virginia Juárez, fue detenida a las 03:00 del cuatro de septiembre y trasladada a los separos de la policía en la colonia Playa Linda, al norte del Puerto de Veracruz.

La “utoviuda” de los medios.

Al día siguiente, el hacho acaparó los titulares de todos los medios de comunicación locales y algunos nacionales como los noticieros de nota roja de Televisa.

El titular trascendió de la nota roja a primera plana en algunos periódicos, y exageraban los hechos de manera especulativa. Todos coincidían en llamar “autoviuda” a Virginia; Ella lo niega, “no puedo ser autoviuda, nunca estuve casada con él, vivíamos en unión libre”.

Tanto el periódico Notiver, como el Dictamen, coincidían en decir que fueron 25 machetazos los que le propinó a Manuel, cuando ella acevera que fueron solo cuatro.

El cuatro de septiembre en interiores, Notiver titula: LA LLAMÓ INFIEL Y AHORA ES AUTOVIUDA,, en la nota se resalta un supuesto móvil amoroso.

Al contrario, el Dictamen, informa de una riña entre ellos después de ingerir alcohol de manera conjunta. Hace mención de los lugares donde resultó herido Manuel, dando como las 16:46 hrs. Cuando fallece.

Para el día cinco de septiembre, la versión de los medios es modificada, ahora el motivo de la riña es por la negativa que presentó para darle de comer, por lo cual la golpeó y la llamó infiel, lo que motivó a ella, para que sin mediar palabra, tomara el machete y lo incrustara en su cuerpo hasta por 25 ocasiones.

Los medios hacen una mención especial hacía una supuesta declaración de ella: ”No me arrepiento de lo que hice y lo volvería hacer”.

Para el lunes seis, la nota de primera plana pasa a interiores, poniendo en relieve que Virginia queda a disposición del juez primero de primera instancia. El fiscal adscrito José Antonio Ferrandón Lagunes es quien toma la declaración. La defensa pide la ampliación del plazo de las 72 horas para recabar más pruebas.

Es un hecho que la noticia ya no es primordial tanto para los medios como para la opinión pública, por lo cual el miércoles ocho no se hace mención del caso en los medios impresos, siendo el día siguiente que el Dictamen, en una nota -de tamaño inferior a las primeras publicadas del caso- refiere a la actuación de la defensa que llamó a declarar a favor de Juárez Fernández a sus hijos Oscar, Noé u Hernán; a demás se esperaba la declaración de Eulalia Lagunes Utrera y Manuel Mitchó Chacón, vecinos de la señora, y que el día de la agresión escucharon los hechos. La abogada defensora Emilia del Socorro Vera Gutiérrez, refiere a doña Virginia como una persona tranquila.

El viernes 10 de septiembre, los periódicos y medios de comunicación en general dan su última nota del caso, lo más trascendente es la presencia de más de 15 personas que pretenden testificar a favor de la inocencia de Virginia. Se espera que el juez primero de primera instancia dicte la situación forman en que quedará la señora.

Para el sábado 11, los medios de comunicación no publican información, y el domingo, solo el Notiver hace mención a la culpabilidad declarada por el juez el 11 de septiembre de 1999. Después: nada.

Los medios perdieron interés en el caso y no volvieron a publicar del proceso, que duraría hasta el 10 de enero del 2000. La “carnicería”, como ella lo califica, duró sólo una semana, el caso fue olvidado.

Nueve años.

Independiente de la atención de los medios en el caso, el proceso legal continuó de manera engorrosa y desgastante para ella. De manera ocasional era llamada a la rejilla de prácticas para exponer su versión y carearla con otras personas. Todo esto en el transcurso de cuatro meses, donde la defensa a cargo de la abogada Vera Gutiérrez, al principio del proceso ofreció sus servicios a cambio de una cantidad de dinero muy fuerte y otra parte igual al término, con la condición de ponerla en libertad a las 72 horas de su detención, cosa que no sucedió.

El proceso se retrasó según doña Virginia porque no le dio la cantidad que le pedía la abogada de inicio, casi 30 mil pesos por no contar con ellos. “Le dije que le pagaba 50 mil de contado pero cuando saliera, ya que me ofreció salir en tres día. Y me supongo que como no le di el dinero no me sacó”.

Virginia recuerda que desde el seis de septiembre que ingresó al Centro de readaptación Social Penal “Ignacio Allende” le dieron trato de interna.

La abogada acudió pocas veces a visitarla y reconoce que de los documentos que firmó, no leyó ninguno, entre ellos el acta de sentencia y la declaración.

Fue hasta el 10 de enero cuando fue citada frente al juez primero de primera instancia, donde le dicta sentencia nueve años.

A Virginia no le convence la forma en que se desarrollo el proceso ni los elementos tomados por el juez para dictar la sentencia. “Me dijeron que habían sido ocho años de principio, pero la abogada habló con el juez y me pusieron nueve”.

“Lo que hice fue defenderme, me pegó y me quería matar. Nunca había estado en la cárcel y nunca lo había golpeado. ¿Qué quería el juez para creerme? ¿Qué me diera un machetazo?. Si hasta la policía dijo que el machete tenía sus huellas”. Para la señora no contó la denuncia que puso por lesiones en l996, considera que contó más la averiguación previa (av. 1421/99/III) y forma en que encontró todo en la escena del crimen.

“Venía dispuesta a todo”.

Menciona que desde que la trasladaron la penal Ignacio Allende, nunca había sentido tanto miedo. “Pensé que las cárceles eran como las presentan en la televisión, que desde que llegas te quitan lo que traes y te golpean si no les das lo que te piden”.

Aunque le día que ingresó era domingo, casi todas las internas se encontraban en la sala de espera para observarla. “Quién sabe que era lo que les habían contado de mí, pero todas querían verme. Ninguna hablaba, pero todas me miraban”.

La primera noche en el penal, la hizo en la segunda sección femenil, donde estuvo poco más de dos meses. Las mujeres con las que compartía la estancia se dormían temprano para evitarla por miedo. “Cuando llegué nadie me hablaba, luego me dijeron que era por miedo y es que se comentaba que le había dado 25 machetazos a un hombre, entonces pensaban que era mala persona”.

Al poco tiempo de ingresar se enteró que una interna salía libre y que el lugar de su estancia quedaría desocupado, entonces habló en la dirección y pidió su cambió a la primera sección, que se caracteriza por la tranquilidad de las internas.

“Ahora estoy bien aquí, nadie me molesta, todos nos respetamos y nunca he tenido problemas con ninguna”. Virginia comparte la estancia Evangelina; la que fuera reina del Carnaval de Veracruz y matara a sus hijos para después enterrarlos en macetas en su departamento.

En su estancia dice estar bien, se siente libre, nadie la molesta y lo que más le agrada es que le permiten tener sus propias cosas, actualmente cuenta con sus cosas de uso personal, además de ventilador y una televisión con sistema de cable, por el cual paga 100 pesos al mes. El 10 de mayo anterior, en una rifa organiza por el CERESO en el festival del día de las madres, se ganó una lavadora, pero prefirió rifarla al no encontrarle mucha utilidad en la cárcel.

Durante un tiempo se desempeñó como mesera en un restaurante que tiene otra de las internas, pero por problemas personales decidió dejar el empleo. En ocasiones realiza alguna rifa, o vende comida para obtener algo de dinero, pues dice que adentro todo se maneja así. “Si mis hijos no pueden darme no hay problema, no me gusta ser una carga, de alguna manera siempre encuentro la forma de ganármelo”.

“Fue un embrujo”.

Dentro de la cárcel no tiene tiempo de aburrirse, cuando no está tejiendo, cose o asiste a las clases que está tomando para acabar la primaria, que es una de las metas que se propuso. En sus tiempos libres estudia Dianética y platica con otro de los internos que dice ser clarividente y que en una ocasión le señaló que lo que le pasó fue producto de un embrujo que le hicieron, y que la dianética le va ayudar a quitárselo de encima.

Pero ella no está muy convencida del embrujo, de hecho, tiene su propia teoría de por qué pasaron así las cosas. “Pienso que es por la tierra del panteón. Hace más de doce años, cuando estaban construyendo el (parque de diversiones) Reino Mágico, compré unas rosas muy bonitas, y él (Manuel), me dijo que la tierra de panteón es muy buena para las plantas. Entonces me ofreció que si quería que me trajera tierra de ahí de donde ahora está el parque. Yo dudé por lo que decían de la tierra, pero al final le dije que si. Y desde que planté las flores él empezó a tomar y a pegarme”. En algunas ocasiones pensó en arrancar las flores y sacar la tierra del terreno, pero las flores se marchitaron por si solas y la situación no cambió.

Mal de Estocolmo.

La vida en la cárcel no ha sido fácil para Virginia, pero el estudio de la dianética dice que le ha ayudado a arrepentirse de lo que hizo. “No había logrado arrepentirme de matarlo, pero desde que empecé a estudiar esto, me siento mejor conmigo misma. Me ha hecho la vida más fácil, y a veces siento compasión por como terminó”.

Para el doctor Antonio Ortiz Méndez, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México; lo que está pasando sociológicamente Virginia es producto de un “shock” emocional traumático, derivado no solo de los hechos del cuatro de septiembre, sino de más de 12 años de constantes insultos y maltratos físicos, que culminaron con una actitud instintiva de autodefensa y compasión a su agresor.

“La señora presenta una actitud similar a lo que se conoce como el mal “de Estocolmo”, que es donde la persona siente afectividad sentimental y en algunos casos física a la persona que le agrede, como producto del miedo y la impotencia que presenta en determinadas circunstancias”.

“Esta condición puede derivar en otros trastornos sicológicos como ansiedad, dolor, incertidumbre y en casos más crónicos, podría llegar a extrañar el trato que recibió durante el tiempo que pasó junto a él”.

El doctor Ortiz Méndez hace hincapié en la forma en que presentó este síntoma de autocompasión, cuando en vez de huir del lugar del crimen, pensaba en esconderse hasta que la policía se fuera para bañarse y después entregarse.

El futuro.

De la condena de nueve años lleva cumplidos solo un año y siete meses, pero dice no preocuparle que va a pasar cuando salga, de hacho, no se ha dado tiempo para pensarlo. Por lo pronto se siente libre de presiones y no tiene planes de apelar la sentencia por lo menos hasta que cumpla con la mitad, quiere darse tiempo para demostrar su buen comportamiento y disposición dentro del CERESO.

En lo que respecta a su vida personal, no se siente triste porque sus hijos no la visitan. “Ya suficiente los hice sufrir con lo que hice (sic), mejor que no pasen la pena de venir a verme, a demás que estoy bien aquí dentro”. Desconoce la versión de que su hijo vendió la mitad del terreno en 20 mil pesos, pero no le da mayor importancia, “sus motivos tendrá”.

Para el momento que obtenga su libertad, las cosas cambiarán para Virginia Juárez Fernández, la situación no será igual tendrá todo el tiempo del mundo para atender a su hijo Noé, que es su única preocupación. “Qué va a pensar de mí, él vio todo, espero que entienda que tenía que hacerlo, porque me iba a matar”.

“ Lo más seguro es que me dedique a la corte y confección, nada más que termine mi curso aquí dentro”.

Evangelina Tejera Bosada


Evangelina Tejera Bosada nació en 1965 en Veracruz, Ver., (México). Fue hija de Jaime Tejera Suárez, un prestigiado médico que, sin embargo, transformó su casa en una prisión, encerrando a su esposa, maltratándola igual que a sus hijos, y llegando a apuntarles con una pistola en un arranque de furia causado por su alcoholismo.

Tras el divorcio de sus padres, su hermano menor, Juan Miguel Tejera Bosada, permaneció con su madre. Evangelina estuvo también con ella un buen tiempo. Sus padres se separaron cuando ella tenía nueve años. Después, los problemas económicos fueron la constante.

Su madre le reprochaba muchas cosas: entre ellas, ser mujer y ocasionar gastos. Evangelina estudio hasta la mitad del tercer grado de secundaria. Después se acercó a su padre. Este la convirtió en una sustituta de la madre: invirtió en ella tiempo y dinero para tratar de pulir su educación.

Fueron los años dorados de la chica. Jugaba al tenis, tocaba el piano, asistía a cenas y eventos sociales acompañada siempre de su progenitor. Se transformó en una hermosa mujer muy blanca, rubia, con grandes y expresivos ojos verdes.

Las fiestas del Carnaval de Veracruz son uno de los acontecimientos sociales más importantes de esa ciudad. Cada año, en febrero, se celebra el Carnaval. Carros alegóricos, desfiles, disfraces, comparsas, fiesta en las calles. Como marca la tradición de los carnavales, se elige a una pareja real, los llamados “Monarcas de la Alegría”: el “Rey Feo” y la “Reina del Carnaval”. En Veracruz, este cargo lo obtiene quien recauda mayor cantidad de dinero a través de una especie de campaña. Gracias a las influencias de su padre, Evangelina fue seleccionada. Se convirtió en la Reina del Carnaval de Veracruz en 1983. Su nombre como reina era Evangelina Segunda. Para entonces tenía dieciocho años y un brillante porvenir. A su lado estaba el “Rey Feo”: Octavio Mardones “Tavo”, un barbudo y obeso adolescente.

El entonces gobernador del estado de Veracruz, Agustín Acosta Lagunes, accedió a coronar a Evangelina. Sin embargo, al final no asistió. En las semanas anteriores al Carnaval, la muchacha se dedicó a asistir a reuniones de sociedad, siempre del brazo de su padre.

El otro lado de la historia era la necesidad de Evangelina de relacionarse con hombres que la maltrataran. Varios de sus novios de adolescencia lo hacían. Al tiempo que su fotografía aparecía en los periódicos adornando las crónicas de la sección social, ella comenzaba a abusar del alcohol y utilizaba diferentes drogas, las cuáles consumía desde los quince años, principalmente marihuana y cocaína. Pasaba las noches en fiestas y en discotecas famosas como “Perro Salado”, el antro más famoso de Veracruz en los años ochenta.

El Carnaval de Veracruz de 1983 vio a Evangelina celebrando al lado de cantantes mexicanas famosas como Lila Deneken y Dulce, y de actores como Abraham Méndez (hermano menor de la actriz Lucía Méndez) y Raymundo Capetillo. Apareció además en el programa televisivo de espectáculos más famoso de la época en México: Siempre en Domingo, así como en varios noticieros y programas de televisión.


El martes 8 de febrero de 1983 comenzó el Carnaval. La gente quemó en la calle un muñeco de tres metros de altura que representaba al mal humor. Al otro día, Evangelina recibió del Comité Organizador el vestido que luciría durante su “reinado”. A lo largo de esas jornadas, una constante serían las fotografías de Evangelina rodeada de niños.

El jueves 10 de febrero, Evangelina Segunda coronó al “Rey Feo”, Tavo Primero, en una ceremonia muy concurrida. El viernes 11 de febrero a las 19:30 horas comenzó el desfile de Evangelina y su séquito. Salió del Teatro de la Reforma y desfiló por las calles en medio de grupos folklóricos, comparsas, agrupaciones musicales, la Banda de la Marina y alrededor de cincuenta mil personas que la ovacionaban desde las banquetas.

La chica iba radiante; su vida era una fiesta, su presencia un éxito. Como una ironía, la reina popular llegó hasta el Parque Zamora y a las calles de Independencia y Rayón, justo enfrente de un tétrico edificio de departamentos donde, tiempo después, Evangelina cometería los crímenes que destrozarían a la sociedad de aquella ciudad costera.

La chica que aparecía en los periódicos poco a poco se alejó de los reflectores. Se relacionó con un hombre con el cual vivió un tiempo. Tuvo dos hijos con él: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada. El padre de los niños nunca los reconoció y por eso llevaban los mismos apellidos de su madre. Luego él la abandonó.

Se hizo amante de un médico muy afamado, casado, quien también terminó por dejarla. Evangelina le pidió ayuda a su familia, quienes a regañadientes accedieron a encargarse de su manutención y la de sus hijos. Tenía continuos conflictos con su hermano menor. Además, era conocida su tendencia casi patológica a mentir e inventar historias descabelladas donde ella era la protagonista. Su mitomanía sería uno de los rasgos de personalidad más acusados.

Evangelina se mudó al edificio de departamentos de la Lotería Nacional, arriba del local de Telas de México, en la esquina de las calles Rayón e Independencia, frente al Parque Zamora, donde seis años atrás había terminado su desfile inicial como Reina del Carnaval. Arregló su departamento, el 501, y colocó plantas en unos enormes macetones color cobre. Allí, sola, comenzó a dar grandes fiestas. Para entonces, su adicción a la cocaína le provocaba episodios de agresividad. Sus hijos vivían con ella. Evangelina los encerraba en una recámara mientras se celebraban las fiestas en la sala y la recámara restante. Corrían el alcohol y la cocaína, y el sexo era la constante. La mayoría de los asistentes eran jóvenes de la alta sociedad veracruzana, los herederos de las familias pudientes. Evangelina también consumía grandes cantidades de medicamentos, entre ellos Tegretol, Lexotan y Valium. Los familiares de Evangelina se escandalizaban ante las continuas noticias de los excesos de la chica. Poco a poco le cortaron los apoyos y la alejaron del círculo familiar.

En 1989, Evangelina no pudo más. Su madre había dejado de ayudarla económicamente y no tenía trabajo. Vivía de lo que le iban prestando. No tenía dinero y el poco que obtenía lo gastaba en droga. Extrañaba los viejos tiempos, la atención de la gente, el impostado glamour de ser una ex Reina del Carnaval de Veracruz. Además, sus hijos la fastidiaban. No podía mantenerlos y tampoco lo deseaba. Los golpeaba frecuentemente o los dejaba abandonados durante días, sin comer, encerrados en el departamento.

Según algunas versiones, fue durante un acceso de furia a causa del llanto de los niños, que Evangelina explotó. Otros mencionarían que estaba drogada y por ello perdió el control. El caso es que el 18 de marzo de 1989 a las 10:30 horas, Evangelina aprovechó la soleada mañana para realizar su propósito. Tomó de los pies a Jaime, el mayor de los niños, de apenas tres años de edad, y lo azotó repetidamente contra el piso, destrozándole el cráneo. No se detuvo hasta cerciorarse de que estaba muerto. Fue después por Juan Miguel, el menor, quien tenía dos años. Lo ejecutó de la misma manera en la sala de aquel departamento. Los golpes astillaron el cráneo de los pequeños y los fragmentos óseos se incrustaron en el cerebro. El suelo quedó manchado de sangre que la asesina ni siquiera se molestó en limpiar. Una versión señala que metió los dos cuerpos al horno de la cocina, con la finalidad de incinerarlos para después poder deshacerse de las cenizas tirándolas en cualquier lugar. Pero el horno no tenía la potencia suficiente, por lo que los cadáveres solamente se cocieron.

Lo que siguió quedaría grabado para siempre en la memoria colectiva de la ciudad. Evangelina colocó los cadáveres sobre la mesa. Después tomó varios cuchillos para cortar carne. Con frialdad y metódicamente, desmembró a sus dos hijos. Les cortó las piernas, cercenó sus brazos, y finalmente les arrancó la cabeza. Tras dejar el tronco, procedió a enterrar los trozos en los enormes macetones que poseía. Depositó allí los cadáveres y después rellenó con tierra el espacio faltante. Luego arregló las plantas que adornaban aquel lugar.

Liberada de sus hijos, Evangelina aún se dio tiempo para llevar los macetones y colocarlos en la terraza de su departamento. La gente podía contemplarlos desde la calle; muchas personas los vieron. Allí permanecieron más de un mes, mientras Evangelina continuaba con su vida. La ropa y los juguetes de los niños se quedaron donde estaban en el momento de su muerte; nunca guardó sus cosas.

Según una versión muy difundida, alguna vez se permitió incluso una broma con una amiga que la visitó: le mostró las plantas que colmaban los macetones y le dijo que crecían así porque las abonaba muy bien. Fue su hermano menor, Juan Miguel, quien tenía diecinueve años de edad, quien sospechó sobre la extraña ausencia de sus sobrinos. Sería ante él que Evangelina, en un arranque de llanto, confesó que los niños estaban en las macetas. Su hermano acudió de inmediato a la policía y la denunció.

Los agentes llegaron al edifico de la Lotería Nacional y entraron al departamento. Revisaron la casa y removieron la tierra y las plantas de los macetones. Los cadáveres estaban totalmente descompuestos.

Sacaron los trozos ante la mirada vidriosa de Evangelina, quien repetía que los niños habían muerto por desnutrición y que ella se había limitado a sepultarlos.

La detuvieron de inmediato y la trasladaron a la agencia del Ministerio Público. Ella se justificó diciendo que padecía trastornos psiquiátricos y que se encontraba en tratamiento desde un año atrás. Su hermano mencionó la mitomanía de Evangelina.

La detención le causó a Evangelina mucho daño: no podía consumir drogas y presentó síndrome de abstinencia. Le hicieron toda clase de pruebas de laboratorio para averiguar si era adicta y a qué sustancia. También se nombró a un coadyuvante, quien se encargó de que la asesina no pudiera evitar ser encarcelada alegando enfermedad mental.

Presionada por la fiscal Nohemí Quirasco, finalmente se derrumbó. Aunque el abogado de Evangelina rechazaba constantemente el interrogatorio de la fiscal, esta terminó por derrotar psicológicamente a la antigua reina.

Ante los periodistas que alguna vez la ensalzaron y que ahora la acribillaban con preguntas, lloró y les pidió que la dejaran en paz. Los medios del puerto de Veracruz se engolosinaron con la historia: la caída de la Reina vendía cientos de periódicos.

El juez primero de primera Instancia, Carlos Rodríguez Moreno, dictaminó que Evangelina sí había matado a sus hijos. Se basó para ello en las pruebas periciales, los testimonios y las opiniones de expertos. También se pronunció sobre la salud mental de Evangelina, tratando de que no se le encarcelara, pues opinaba que era una enferma mental.

Determinó que se le internara en un hospital psiquiátrico. Pero no fue así: Evangelina terminó en el penal “Ignacio Allende”, donde fue encerrada junto a los demás criminales. Al principio la mantuvieron sedada y bajo vigilancia para evitar que se suicidara. Luego la dejaron en contacto con los demás reos. El miércoles 12 de abril de 1989, tras una semana de haber quedado abandonados en el Servicio Médico Forense, los cadáveres despedazados de los niños fueron reclamados por sus familiares. Se celebró una misa en la iglesia de Santa Rita de Casia, a la que asistieron quinientas personas, en la cual el sacerdote pidió a los asistentes no juzgar a Evangelina, ya que eso le correspondía a Dios.

Luego los cuerpos fueron trasladados por las mismas calles que años atrás recorriera su madre encabezando desfiles. La gente vio pasar el cortejo fúnebre. Muchas mujeres lloraban, otras gritaban insultos contra la asesina. Un grupo de ellas esperó al cortejo con pancartas, a la entrada del Panteón Municipal, pidiendo castigo ejemplar para la ex Reina del Carnaval.

En el Penal de Allende, Evangelina compartió celda con Virginia Juárez Fernández, quien el tres de septiembre de 1999 mató a machetazos a su esposo. El infierno carcelario la golpeó de lleno: hacinamiento, pésimas condiciones sanitarias, mala comida, trato déspota de parte del personal, agresiones de los otros presos, mal servicio médico. Y por encima de todo, el estigma de ser una filicida. Sufrió agresiones de parte de otras reas mientras afuera la sociedad porteña pedía su cabeza.

e convirtió en una figura central en los chistes (“Evangelina quería poner un Jardín de Niños”) e invocada para disciplinar a los infantes: “Si te portas mal, vendrá la Reina Asesina por ti”. El edificio donde se encontraba su antiguo departamento se incendió a finales de los noventa. Los dueños decidieron desalojar a los otros inquilinos y finalmente, se convirtió en una propiedad abandonada, presa del deterioro. Nunca volvió a ocuparse. Aún forma parte de los escenarios veracruzanos para anécdotas sobrenaturales, incluida la leyenda de que los fantasmas de los dos niños se aparecen en ese lugar, gritan, piden ayuda o juegan en las escaleras…