13 jun 2011

Sabine Radmacher: "La Asesina de Lörrach"


Sabine Radmacher nació en Lörrach (Alemania) en 1969. Fue una hija modelo y una estudiante destacada. Nunca tuvo problemas y se distinguía por ser una joven responsable y metódica. Estudió Leyes y se graduó con buenas calificaciones. A los 30 años se casó con Wolfgang, otro abogado, con quien cinco años después procreó un hijo.

La vida de Sabine parecía idílica. Tenía un buen trabajo, un matrimonio estable y un círculo social amplio. Nada empañaba un horizonte que se antojaba promisorio.

Luego, problemas conyugales comenzaron a fracturar su ordenada vida. Desarrolló un problema patológico de celotipia y atormentaba a su esposo con sus constantes reproches. Finalmente, Wolfgang no soporto los celos enfermizos de su mujer y le pidió el divorcio.

Fue una separación dolorosa. La conducta de Sabine cada vez se volvía más caótica. Tuvo fuertes problemas económicos y empezó a beber. Constantemente tenía enfrentamientos con su ex marido, principalmente por motivos relacionados con el hijo de ambos.

El problema llegó a tal extremo, que Wolfgang consiguió la custodia del pequeño. Sabine estaba desesperada por perder a su hijo. Pero sus súplicas no hicieron mella en el hombre a quien había estado tan unida. Una depresión terrible se adueñó de ella. Sabine consiguió una pistola de bajo calibre. Planeaba suicidarse. Ya no soportaba seguir viviendo.

Todo estalló el domingo 19 de septiembre de 2010 en la localidad alemana de Lörrach, en el sur del país, donde Sabine y su ex esposo vivían. Sabine decidió que no moriría sola. A las 15:00 horas, tomó la pistola y un cuchillo, y se dirigió al edificio de departamentos donde su ex esposo vivían con su hijo de cinco años. Wolfgang la recibió con un notorio fastidio. Ella le pidió que le regresara al niño, pero Wolfgang se negó. Discutieron otra vez. Cuando la pelea subió de tono, Wolfgang le pidió que se marchara. Pero Sabine sacó la pistola y le disparó.

Wolfgang cayó al suelo, herido de muerte. Ya no se levantó. El niño había visto todo y lloraba desesperadamente. Sabine tomó entonces su decisión: apuntó contra su hijo y disparó de nuevo, matándolo también. Luego le prendió fuego al departamento.

Salió de allí, presa ya de un frenesí homicida. Poco después de salir, una explosión causada por el gas destruyó el departamento incendiado y dañó todo el edificio. Sabine Radmacher se dirigió entonces al Hospital St. Elisabethen; eran las 16:00 horas.

Entró al área de Ginecología enarbolando la pistola y un cuchillo que había tomado de la casa de su ex esposo. Un enfermero la vio y se acercó a ella; Sabine le disparó en varias ocasiones, hiriéndolo de muerte. Lo remató a cuchilladas. Luego recargó el arma.

Sabine siguió su recorrido por los pasillos del hospital. La gente huía al verla. Hirió con el cuchillo a un anciano que estaba en una silla de ruedas. Disparó contra más personas, hiriéndolas también.

Un guardia del hospital trató de enfrentarla, pero Sabine le disparó. Para entonces, la policía iba en camino. Sabine se atrincheró cerca de la entrada principal del hospital. Cuando los agentes llegaron, Sabine los recibió a balazos. Comenzó entonces un enfrentamiento que duró varios minutos.

La abogada no dejaba de dispararles, recargando cada vez que se le agotaban las balas. Trató de refugiarse luego en una de las habitaciones, pero los policías entraron arriesgando sus vidas y la abatieron en el pasillo del hospital. Trescientos agentes estaban en el lugar.

El hospital parecía un campo de batalla. Había gente herida, cadáveres, casquillos, sangre. Los gritos se escuchaban por doquier, gritos de terror y dolor. Habían pasado cuarenta minutos desde el momento en que el departamento de Wolfgang había explotado.

Poco después, los medios de información de todo el mundo difundieron la noticia del ama de casa alemana que había emprendido una ruta de muerte en aquella tarde soleada. La policía alemana dio una conferencia de prensa para ofrecer la versión oficial de la matanza.

Los bomberos y la policía rescataron del edificio en llamas donde comenzó el drama, a seis adultos y un niño, mientras que un total de quince personas necesitaron atención médica. La noticia dio la vuelta al mundo.

Sabine Radmacher se convirtió inmediatamente en una de las pocas asesinas en masa existentes, el mejor ejemplo de una mujer desesperada, decidida a terminar con todo, sin importar las consecuencias de su sangrienta travesía.

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