30 ene 2018

Sarah Allman



Sarah y Stevie, nacidas y criadas en California, quienes desde pequeñas eran objeto de confusión por parte de sus vecinos, aunque sus personalidades opuestas aclaraban cualquier duda.
La noche del 1 de julio de 1997, los bomberos respondieron a un llamado de auxilio en una casa de Oakland, California. Cuando llegaron, vieron a una mujer salir de su casa con la parte inferior de su vestido en llamas.
Ella se identificó como Stevie Allman, de 52 años, una secretaria desempleada quien sufrió quemaduras de primer y segundo grado en sus brazos y piernas.
Ella declaró a las autoridades que sospechaba que el incendio había sido provocado por traficantes de drogas con los que había tenido diferencias porque les reclamaba sus acciones en el barrio.
Sin embargo, una investigación demostró que el fuego había sido provocado por dos bombas incendiarias colocadas dentro del mismo domicilio.
El tema es que la mujer también era conocida por la Policía de Oakland, pues ella había servido como “soplona” al proporcionarles cintas de video que demostraban la presencia de narcotraficantes en la barriada.
Luego, una tercera bomba explotó en la casa y Stevie recibió un gran reconocimiento público, fue prácticamente tratada como una heroína porque se pensó que estaba siendo víctima de los delincuentes, quienes le cobraban su valentía.
Aún desde su cama de hospital, ella insistía en retar a los supuestos narcotraficantes. Entretanto, el gobierno local ofreció una recompensa de 50 mil dólares para quien ofreciera datos sobre los culpables, y a su vez le reconstruyeron por completo la vivienda a la mujer.
Pero el exceso de atención hizo que las autoridades detectaran algo extraño y descubrieran lo impensable: Stevie en realidad era Sarah, su hermana menor, con quien había estado viviendo durante los últimos 20 años.

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