9 feb 2011

Trinidad Ruíz Mares (Saquen los tamales)



Y vamos por la primera MEXICANA!!!!!!!!!!!!!!!!

Los vecinos de la calle Sur 71-A de la Colonia Justo Sierra, por el rumbo sur de la Ciudad de México, notaron que de un lote baldío aledaño a la casa 508, emanaba un pestilente olor que hacía irrespirable el ambiente. Supusieron que eran pollos en descomposición, por la cercanía de una granja, situada a unos trescientos metros. El terreno, como muchos predios de la capital, se hallaba abandonado hacía tiempo y era utilizado por vendedores ambulantes y gente que iba de paso, para solventar sus necesidades corporales y de vez en cuando servía de basurero. Antes de las nueve de la mañana del 19 de julio de 1971, el empleado de limpia pública encargado de recoger la basura en las diez cuadras que le tocaba barrer desde las cinco de la mañana, se disponía a retirarse cuando los vecinos le pidieron que echara un vistazo en el lote baldío y se llevara el enorme costal de donde parecía provenir el hedor.

Dos mujeres acompañaron al trabajador de la Dirección de Limpia. Entró en el terreno con las dos mujeres que abrieron sus bolsos para dar un par de pesos al barrendero.
Se ordenó a los agentes que inspeccionaran el predio y removieran un poco la tierra y los montículos de basura, sospechando que la cabeza podría estar enterrada la cabeza en algún otro sitio. La búsqueda resultó inútil. Los peritos dactilógrafos tomaron las huellas digitales de las manos del muerto, que por su gran tamaño correspondía a un hombre corpulento. Introdujeron los restos en bolsas de polietileno y lo trasladaron en una ambulancia de la Cruz Verde al Servicio Médico Forense.

Trinidad le pidió un hacha prestada a la dueña de la vecindad donde vivía: María Teresa Rueda. Agregó “La Tamalera” que Pablo estaba en calzoncillos; cenó y se puso a ver la televisión. Transmitían el boxeo. Indicó a los investigadores que se acordó de la golpiza propinada a sus hijos y, al verlo medio dormido, sacó un bate que tenía guardado y le asestó un golpe en la cabeza.
Trinidad declaró que lavó muy bien la sangre que se derramó del cuerpo de Pablo. Escondió su ropa bajo el colchón de la cama, limpió cuidadosamente el hacha y el cuchillo que utilizó. Depositó la cabeza en un bote alcoholero con capacidad para veinte litros y la hirvió. Guardó en el costal el resto del cuerpo, ocultándolo debajo de la cama para que no lo vieran sus hijos y su yerno. Tratando de aprovechar el cuerpo, le arrancó trozos de carne de las piernas. Utilizó esa carne como relleno de los tamales que vendió en los días siguientes, ahorrando así un poco de dinero. Mucha gente comió la carne humana sin saberlo. Cuando se supo este detalle, comenzó a circular en México un chiste, en el cual se afirmaba que Trinidad vendía tamales en los cuáles los clientes podían encontrase un dedo; pero aunque muchos tomaron el chiste por cierto, este detalle no era verdad.

Dos agentes fueron comisionados para realizar una inspección en la casa de Trinidad; allí encontraron la cabeza. Pese a que la mujer negó haber estrangulado a su marido, la policía aseguró que así lo hizo, porque el cuerpo tenía signos claros de asfixia. Trinidad fue consignada ante el Juez doce, Eduardo Neri Acevedo, e internada en la Cárcel de Mujeres, en el kilómetro 16.5 de la carretera a Puebla, en Iztapalapa. Los delitos por los que “La Tamalera” fue consignada, fueron homicidio calificado, inhumación clandestina y profanación de cadáver. Al día siguiente de su arribo a la cárcel, el jueves 29 de julio de 1971, rindió su declaración ante el juez. Dijo estar arrepentida y en todo momento alegó que mató a su marido por el maltrato que le daba a sus hijos. El fiscal, Raúl Muñoz Landeros le preguntó si su intención era asesinarlo y desaparecer el cadáver o simplemente privarlo de la vida.

A su llegada al reclusorio, Trinidad fue mirada con recelo por sus compañeras. Aun a las más desalmadas les parecía anormal el hecho de asesinar a un individuo, quitarle las piernas aún vivo, cortarle la cabeza, arrojar el cuerpo a un terreno baldío después de mantenerlo escondido más de 24 horas, usar su carne para rellenar sus tamales y venderlos en la vía pública como si nada hubiera pasado. Las autoridades de la prisión supusieron que Trinidad debía estar trastornada de sus facultades mentales. Su penetrante introversión y su dureza al hablar denotaban ciertas perturbaciones, por lo que fue recluida con las internas consideradas como dementes.

Pero fue Trinidad Ruiz Mares la dueña de tan dudoso honor. El cineasta Juan López Moctezuma filmó la cinta El alimento del miedo en 1994, un año antes de su muerte; esta película es muy difícil de conseguir y fue protagonizada por Isaura Espinoza, el mismo Juan López Moctezuma, Jorge Russek, Andaluz Russell, Salvador Sánchez, Sergio Sánchez y Jorge Victoria. Y en 2008, la historia se incluyó en un capítulo de la teleserie Mujeres asesinas.

Verdad o mentira lo del Dedo.. esta señora no se sabe donde esta, si eta viva o muerta!!!!

1 comentario:

  1. LA PARTE QUE FALTA LUEGO DE
    ...par de pesos al barrendero.

    Esperaba tocar un pico o unas patas de pollo, pero nada de eso ocurrió. Al intentar abrir el costal que estaba cosido por los cuatro costados, el hedor se recrudeció. No pudo ver lo que contenía, sólo sintió que algo raro estaba ahí dentro y, presuroso, salió del terreno. Les dijo a las mujeres que llamaría a la policía porque algo andaba mal y así lo hizo.

    Cubiertos con bufandas, los policías preventivos placas 8235 y 4471, procedieron a descoser el costal del que brotaron moscas verdes. La filosa navaja de uno de los uniformados entró sin dificultad en la tela del costal, que se aflojó dejando salir un pie humano protegido con un calcetín azul.


    Sorprendidos por el contenido del costal, pensaron que lo mejor era comunicar todo a sus superiores, quienes encabezados por el Subdirector de Policía y Tránsito, el general Raúl Mendiolea Cerecedo, arribaron antes que los agentes judiciales al lugar de los hechos. Dos piernas separadas del tronco decapitado fue el macabro hallazgo.


    El fotógrafo de la entonces Jefatura de Policía tomó decenas de fotografías; buscó y rebuscó la cabeza sin resultado. Mendiolea ordenó a los agentes que inspeccionaran el predio y removieran un poco la tierra y los montículos de basura

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