1 abr 2012

María Ángeles Molina Fernández


Juan Antonio Álvarez, de nacionalidad argentina y que regentaba dos restaurantes en Gran Canaria, uno en Playa del Inglés y el otro en Puerto Rico, conoció en 1988 en la Isla a María Ángeles Molina, conocida como Angie.


A pesar de que este empresario descubrió poco tiempo después que era una mentira lo afirmado por ella respecto a que su familia tenía títulos y numerosas propiedades, decidió seguir adelante su relación con María Ángeles Molina.



Esta pareja tuvo una hija, Carolina, y vivían en San Bartolomé de Tirajana. Fue en 1996 cuando ella encontró a su marido sin vida en el dormitorio matrimonial. La autopsia determinó que Juan Antonio Álvarez falleció por la ingesta de fosfato, sal de ácido fosfórico presente en detergentes. Tras esta muerte, Angie se marchó a Cataluña e hizo una nueva vida en Barcelona, donde conoció a un empresario ligado al sector textil, según informaba ayer el periódico El País.



Angie y la que sería su víctima, Ana Páez, trabajaban en una empresa de la moda en Barcelona. Durante el juicio por la muerte de Ana, la acusada pretendió desacreditar que el móvil era económico. Para ello argumentó cuáles eran sus ingresos: 3.000 euros por el alquiler de una casa en Gran Canaria; 3.000 euros de su salario; una aportación anual de 100.000 euros por parte de su padre; y la herencia de casi dos millones de su marido.



Sin embargo, durante el juicio los testigos, como Silvia Graciela, la hermana de Juan Antonio Álvarez, quisieron demostrar la gran "debilidad" de Angie: su obsesión por el dinero y por la apariencia. Silvia Graciela afirmó que su cuñada sacó 10.000 dólares de la cuenta corriente de la pareja y que se fue a Madrid con su hija. Además, puntualizó que su hermano, cuando murió, no tenía su reloj -un Rolex-, ni la cadena de oro, ni las tarjetas de créditos, pero que no presentaba signos de violencia.



Durante su presencia en la sala, la acusada siempre se mostró como una persona fría, sin empatía, ni sentimiento de culpa. De la misma manera, siempre vestía con un look distinto, con ropa de marca, como por ejemplo, con chupa de cuero y pantalón ajustado.



El juicio contra María Ángeles Molina había despertado una gran expectación: ella suplantó la identidad de su amiga Ana Páez durante dos años para contratar préstamos bancarios y seguros de vida por más de un millón de euros. Finalmente, Angie fue detenida como presunta autora del asesinato de Páez el 19 de febrero de 2008.



En un principio, parecía que falleció en un juego sexual. Pero Angie fue declarada culpable de haber enrollado una bolsa al cuello hasta asfixiar a Ana, la cual tenía impregnado semen en la boca y en la vagina. Sin embargo, el semen era de dos hombres que trabajaban en el American Gigoló, cuyo propietario aseguró durante el juicio que fue allí donde Angie lo compró a cambio de 200 euros por una supuesta apuesta con unas amigas.

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