Cuando María Victoria “desapareció” de su casa el hecho se conoció a raíz de la denuncia de su madre, Marcela Juncos, quien recorrió todos los medios de la ciudad y la región pidiendo -entre sollozos- que la ayuden a encontrar a su hija.
A los dos meses aproximadamente, encontrado el cadáver de la adolescente, la madre volvió a lagrimear (sollozar) ante los micrófonos, dolida por la muerte de su hija y sin poderse explicar cómo y quien había cometido semejante atrocidad.
Avanzada la investigación todos los indicios condujeron a señalar como autores del crimen a Marcela y a su pareja. Ya con suficientes pruebas, a mérito del Fiscal, se procedió a encarcelar a ambos.
Parecía que el caso había sido resuelto… hasta que se produce el suicidio del concubino de Marcela mientras estaba en prisión.
La Juncos entonces señaló a éste como el autor material del asesinato y puso como excusa la actuación durante la búsqueda del cadáver de su hija y en la fase posterior a su hallazgo, que obraba bajo la amenaza de muerte realizada por el “asesino“ de María Victoria. Una serie de golpes constatados en su cuerpo la asistían en éste argumento.
El Tribunal no halló pruebas ni indicios lo suficientemente sólidos como para condenar a la acusada y aplicó el principio in dubio pro reo es decir que ante la duda, se beneficia la posición del acusado. La absolución fue la conclusión obligada de los jueces.
Este caso tiene una repercusión popular importante por todas las características que lo rodean y muchos de quienes lo siguieron en todos sus pasos se sintieron defraudados y reaccionaron violentamente contra el edificio de los Tribunales.
El hecho fue presentado en algunos medios – con cierta dosis de exageración - como una pueblada de magnitud lo que repercutió fuerte en los medios provinciales y nacionales.
Al día siguiente del fallo estaban en San Francisco, entre otros, dos medios televisivos nacionales que cubrían una manifestación organizada por quienes legítimamente exigen Justicia en este caso que ahora queda sin culpables. Desde el punto de vista de la búsqueda de la verdad, el número de manifestantes no tiene ninguna importancia. Pero sí la tiene para quienes vinieron a buscar una pueblada de magnitud y se encontraron con una escasa asistencia a la manifestación. Sin embargo, cuando uno ve la imágenes que transmitían, la forma en que enfocaban a los participantes y el planteo de la noticia, se genera una impresión que no se condice con la realidad.
En este caso conocemos el contexto, pero cuando la información que consumimos es de otros puntos del país, especialmente de la Capital Federal, no podemos menos que sospechar de ser manipulados de una forma que no reconoce pruritos de ninguna naturaleza.
Pero volviendo al caso de Marcela Juncos, es fundada la sospecha de que muchas veces la Justicia se equivoca, pero no menos cierto es que ejemplos en la historia de Justicia Popular absolutamente injusta sobran. Pensemos sino en el caso de las “brujas” de Salem.
Es por eso que en situaciones como ésta, debemos aferrarnos más que nunca al Sistema Jurídico que impera y, cuando consideramos que se está cometiendo una injusticia el único camino posible a recorrer es la utilización de los mecanismos institucionales a nuestro alcance para lograr que se revea esa decisión y encontrar la verdad.
De modo alguno se puede avalar la presión hacia los Jueces para que fallen según la creencia o el interés de grupo alguno y menos aún la utilización de la violencia para obtener el fin perseguido.
Es fácil generar, en base a indicios, una fábula popular que incrimine de tal o cual delito a personas o instituciones, pero quienes lo hacen, deben pensar que alguna vez, pueden ellos ser víctimas de ése método que nos lleva a cualquier lugar, menos a una sociedad civilizada y racional.
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