Lois Nadean Smith, condenada por haber matado a golpes, cuchilladas y tiros a la ex novia de su hijo, de 21 años, son ya 17 los reos a los que se les aplica la pena máxima en Oklahoma, lo que sitúa al viejo Estado de frontera, y punto de partida para numerosos exploradores en tiempos de la «Conquista del Oeste», a la cabeza en el escalafón de muertes aplicadas de forma legal en todo Estados Unidos, por delante de Texas.
Las sustancias químicas acabaron con la vida de Smith a las 21.11 horas del martes, 160 segundos después de que le fuera clavada la aguja letal.
Según el testimonio de la condenada, mató a Cindy Baillie en el verano de 1982, después de que hubiera sabido que la ex novia de su hijo había supuestamente contratado los servicios de un asesino para matarlo. Al parecer, Smith golpeó, acuchilló en la garganta y disparó nueve tiros contra Cindy Baillie. Los fiscales revelaron en la vista que la mañana del crimen, Smith y su hijo, Greg, subieron a Cindy Baillie a su coche.
Lois Nadean Smith comenzó a increaparla y a interrogarla acerca de las amenazas que había vertido de hacer matar a su hijo. Al parecer, Smith empezó a zarandear y golpear a Baillie y le dio una cuchillada en el cuello. Mientras sangraba, fue conducida a un apartamento donde Lois Nadean Smith descargó nueve tiros sobre ella. Greg, condenado a cadena perpetua, se encargó, según la acusación, de recargar el arma. Fuentes de la Fiscalía del Estado señalaron que la condenada se había ganado una reputación de desequilibrada por su comportamiento y su actitud en el instituto. Desde la cámara de la muerte de la prisión de McAlester, 193 kilómetros al sureste de la ciudad de Oklahoma, y antes de que el cóctel de drogas letales parara su corazón y su cerebro, dio las gracias a sus abogados por sus servicios y pidió perdón a los familiares de la víctima: «Siento el dolor y la pérdida que les he causado».
Tras rogar que le perdonaran expresó su confianza en Cristo y que la muerte fuera una suerte de ganancia: «Estar separado del cuerpo es estar ante el Señor, gracias Jesús». La hija de la víctima, Brandy Fields, por contra, declaró: «Me alegro de que todo haya acabado. Ha sido una larga espera».
Hasta el martes, Texas y Oklahoma estaban a la cabeza tanto en el número de ejecuciones en lo que va de año como en el de mujeres (dos cada Estado), desde que hace 25 años se reimplantara la pena de muerte tras una breve moratoria en la que el Tribunal Supremo estimó que no se trataba de un castigo inhumano o que implicara «crueldad desproporcionada hacia el reo». Texas tiene previsto llevar a la cámara de la muerte a su reo número 17 antes de que finalice el año, mientras que Sahib A-Mosawi será ejecutado hoy, también en Oklahoma, por el asesinato de su mujer y de un tío de ella.
Según el testimonio de la condenada, mató a Cindy Baillie en el verano de 1982, después de que hubiera sabido que la ex novia de su hijo había supuestamente contratado los servicios de un asesino para matarlo. Al parecer, Smith golpeó, acuchilló en la garganta y disparó nueve tiros contra Cindy Baillie. Los fiscales revelaron en la vista que la mañana del crimen, Smith y su hijo, Greg, subieron a Cindy Baillie a su coche.
Lois Nadean Smith comenzó a increaparla y a interrogarla acerca de las amenazas que había vertido de hacer matar a su hijo. Al parecer, Smith empezó a zarandear y golpear a Baillie y le dio una cuchillada en el cuello. Mientras sangraba, fue conducida a un apartamento donde Lois Nadean Smith descargó nueve tiros sobre ella. Greg, condenado a cadena perpetua, se encargó, según la acusación, de recargar el arma. Fuentes de la Fiscalía del Estado señalaron que la condenada se había ganado una reputación de desequilibrada por su comportamiento y su actitud en el instituto. Desde la cámara de la muerte de la prisión de McAlester, 193 kilómetros al sureste de la ciudad de Oklahoma, y antes de que el cóctel de drogas letales parara su corazón y su cerebro, dio las gracias a sus abogados por sus servicios y pidió perdón a los familiares de la víctima: «Siento el dolor y la pérdida que les he causado».
Tras rogar que le perdonaran expresó su confianza en Cristo y que la muerte fuera una suerte de ganancia: «Estar separado del cuerpo es estar ante el Señor, gracias Jesús». La hija de la víctima, Brandy Fields, por contra, declaró: «Me alegro de que todo haya acabado. Ha sido una larga espera».
Hasta el martes, Texas y Oklahoma estaban a la cabeza tanto en el número de ejecuciones en lo que va de año como en el de mujeres (dos cada Estado), desde que hace 25 años se reimplantara la pena de muerte tras una breve moratoria en la que el Tribunal Supremo estimó que no se trataba de un castigo inhumano o que implicara «crueldad desproporcionada hacia el reo». Texas tiene previsto llevar a la cámara de la muerte a su reo número 17 antes de que finalice el año, mientras que Sahib A-Mosawi será ejecutado hoy, también en Oklahoma, por el asesinato de su mujer y de un tío de ella.
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